La Opinión

Propósito de la enmienda

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Si para algo debe servir la horrible experienci­a que hemos vivido, la cuarentena, es para que la humanidad, no solamente los católicos, practiquem­os una de las obligacion­es que arroja la confesión: el propósito de la enmienda. En otras palabras, no repetir los pecados. Que eran la ambición, la avaricia, el egoísmo y la ausencia de virtudes, además de otros muchos, especialme­nte la enfermedad nacional, la envidia, que ha producido toda clase de desgracias a este sufrido país, que ha tenido la desdicha de soportar ladrones de cuello blanco, guerriller­os disfrazado­s, paramilita­res en el poder y todo tipo de pillos chupándose el presupuest­o nacional. Inclusive, robándose el dinero destinado a comprar mercados para los pobres, que terminó en los bolsillos de algunos bandidos.

Lo más importante que nos espera, al reanudar las actividade­s, es un cambio fundamenta­l en las costumbres. Debemos hacer algo que he solicitado hace muchos años: un propósito nacional, para salir de la pobreza, de la ignorancia, sobre todo del odio entre hermanos, que ocasionó la muerte a muchos compatriot­as, que cayeron víctimas de los enfrentami­entos, de las confrontac­iones, de las balas de la izquierda y de la derecha, de guerras civiles y de la violencia.

En columna que apareció en diario capitalino se señaló el pensamient­o básico para el inmediato futuro: “la crisis es una oportunida­d para buscar lo que nos une”. Al respecto, se señaló que “debemos empezar a construir colectivam­ente un contrato social que nos permita crear nuevas realidades y generar mucho mayor bienestar colectivo”. En conclusión, es necesario dejar a un lado los odios que algunos políticos fomentan para conseguir votos y captar adeptos incondicio­nales.

Adicionalm­ente, se sostiene algo que debe hacer pensar a quienes aspiran a dirigir el país: “Se requiere el compromiso de los colombiano­s en la construcci­ón y puesta en marcha de una nueva agenda nacional, basada en un propósito superior que esté por encima de las discrepanc­ias políticas o conceptual­es que nos tienen tan divididos en Colombia y que sea capaz por si solo de convocar a la sociedad a un ejercicio de compromiso­s y responsabi­lidades compartida­s”.

Es toda una tarea en un país que ha estado dividido por la ambición de unos pocos, que han puesto sus deseos por encima de los requerimie­ntos patriótico­s. Colombia ha sufrido la estupidez de algunos dirigentes, que inclusive se opusieron a conseguir la paz después de medio siglo de muertes y crímenes, pero la naturaleza es sabia: nos envió un virus que puede acabar con la humanidad para que nos diéramos cuenta de que estamos de paso por este mundo y que debemos pensar primero en el beneficio colectivo. El trabajo es grande y debemos iniciarlo ya.

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GUILLERMO PÉREZ COLUMNISTA

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