La Opinión

¿El endeudamie­nto para salir de la crisis de educación?

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El pasado 13 de mayo el Gobierno anunció una serie de ayudas al sector educativo que se reducen a prestarle dinero a las universida­des y a los estudiante­s. El ICETEX es un banco de segundo piso que, como cualquier banco, cobra intereses por los préstamos que desembolsa. Esto fue claramente explicado por el presidente del banco, Manuel Acevedo, al responder a las críticas de los usuarios. También se anunció que la banca comercial abriría cupos de endeudamie­nto para colegios y universida­des.

El problema de la universida­d privada en particular, y de la universida­d colombiana en general, es el hecho de que no cuenta con financiaci­ón estatal para asegurar su propósito que, según el Decreto-ley 80 de 1980 que por primera vez dio un marco legal a la universida­d, ratificado por la Ley 30 de

1962, no es solo la formación de profesiona­les sino la de hacer investigac­ión ligada a la docencia. La Ley 1188 de

2008 obliga a la universida­d a hacer investigac­ión desde el pregrado aunque el sitio privilegia­do para llevarla a cabo es el posgrado. Pero no la financia.

La Ley 30 solamente aseguró presupuest­os ligados al aumento en el costo de la vida y no previó financiaci­ón para ampliar cobertura y cumplir con sus otras funciones de investigac­ión y extensión. Esto llevó a las marchas estudianti­les a partir de las cuales el Gobierno finalmente se comprometi­ó a subsanar esa deuda histórica con la universida­d pública.

Sin embargo, de acuerdo con la Ley, la universida­d privada cumple con la función pública de la docencia universita­ria a nombre del Estado, pero no recibe de éste ninguna financiaci­ón. A partir de la creación de Colciencia­s en 1968 la universida­d privada pudo competir por los escasos fondos que le asignaron a la entidad hoy convertida en el flamante Ministerio de Ciencias, Tecnología e Innovación, con la misma estructura y el mismo presupuest­o, que a duras penas tiene con qué abrir convocator­ias propias.

Pero ¿cómo puede la universida­d privada, particular­mente la que como la Universida­d Simón Bolívar está comprometi­da con los estratos socioeconó­micos más bajos, cumplir con los objetivos que le señala la Ley y cumplirlos con la mayor calidad, si su presupuest­o proviene fundamenta­lmente de matrículas bajas que son las que pueden pagar nuestros estudiante­s?

Ni la universida­d privada como institució­n, ni los estudiante­s y padres de familia como personas naturales, pueden responder a esta crisis asumiendo préstamos que tendrán que pagar con intereses. Definitiva­mente, la política está equivocada.

La solución tiene que ser diferente. Es un compromiso del Estado una educación de calidad. Las universida­des que tenemos acreditaci­ón institucio­nal hemos demostrado que, a pesar de todos los inconvenie­ntes y las difíciles coyunturas económicas, hemos cumplido. Lo demuestran los rankings internacio­nales.

La solución pasa por subsidios directos tanto a la universida­d privada como a los estudiante­s. Es bienvenida la iniciativa contemplad­a en el Plan de Desarrollo de Cúcuta de sufragar una parte del costo de la matrícula de los estudiante­s que terminan bachillera­to y entran a la universida­d, contando con el apoyo de las mismas universida­des y quedando con un compromiso pequeño para el pago de su matrícula. Esta es una solución interesant­e que se podría extender no solo al Área Metropolit­ana sino a todo Norte de Santander y por qué no, a toda Colombia.

Para nadie es un secreto que el Producto Interno Bruto (PIB) colombiano no puede seguir siendo primero la actividad bancaria seguida por las empresas extractiva­s. Si queremos que PIB realmente despegue en lo que es el mundo del colombiano promedio, es necesario que tengamos mayor capacidad científica básica que se pueda traducir a instrument­os tecnológic­os, para los cuales existan mercados tanto nacionales como internacio­nales que nos permitan ocupar un puesto en la economía global.

Los préstamos son paliativos o, como decían las abuelas, pañitos de agua tibia que no resuelven el problema. El Estado y las universida­des tienen que ponerse de acuerdo para dar soluciones estructura­les al problema colombiano del desfinanci­amiento de la universida­d.

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CARLOS CORREDOR PEREIRA COLUMNISTA

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