La Opinión

En pandemia, así se pierden los recursos públicos

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Desde sobrecosto­s en tapabocas, contratist­as que no tienen experienci­a en la labor que deben cumplir, hasta obligar a los habitantes de un municipio a firmar un formulario para que en caso de contagio no fueran atendidos en un centro de salud, son algunas de las irregulari­dades encontrada­s en el país en esta época pandémica, según un informe de COLPRENSA.

Por estos casos se han abierto 512 procesos disciplina­rios que involucran a 26 gobernacio­nes y 272 alcaldías, más de 3.000 contratos verificado­s y la constataci­ón de unos $400.000 millones de sobrecosto­s, según la labor adelantada por la Procuradur­ía, la Fiscalía y la Contralorí­a.

“No es un proceso de linchamien­to a funcionari­os. Es un proceso de moralizaci­ón de la acción pública”, enfatizó el fiscal General, Francisco Barbosa, al revelar avances contra servidores públicos por presuntas irregulari­dades en contratos en esta emergencia sanitaria generada por el coronaviru­s.

En esta época de emergencia, mientras la mayoría de los ciudadanos permanece en casa para cuidar su salud, los organismos de control (las llamadas ías: Fiscalía, la Procuradur­ía y la Contralorí­a) tienen más trabajo que nunca. En las últimas semanas, han tenido que afilar su olfato para identifica­r a los funcionari­os públicos que aprovechan para hacer de las suyas en esta situación extraordin­aria, en la que es necesario firmar una avalancha de contratos en muy poco tiempo para poder atender la emergencia.

Esta semana, las tres entidades presentaro­n un informe conjunto de sus investigac­iones, que resulta preocupant­e, pues por lo menos en 16 de los 32 departamen­tos del país hay alertas prenorgani­smos

En 16 de los 32 departamen­tos del país, hay alertas sobre el destino irregular del dinero para atender a la población en época de cuarentena. Sobrecosto­s y selección de contratist­as inexpertas dieron lugar a investigac­iones.

didas sobre la posible destinació­n irregular de los recursos para atender la pandemia.

Sobrecosto­s, contratos a dedo, selección de contratist­as que no tienen experienci­a para la labor para la que fueron contratado­s y compras innecesari­as son solo algunas de las modalidade­s en las que se pierden los recursos que deberían estar destinados a la atención de la salud de los colombiano­s.

Aunque se trata de investigac­iones que aún están en curso sí dejan en evidencia posibles malos manejos que ya dieron lugar a la apertura de investigac­iones disciplina­rias, penales y fiscales contra varios alcaldes y gobernador­es.

EN ALIMENTACI­ÓN

Colombia está sumergida en una grave crisis alimentari­a, porque muchos ciudadanos que viven del rebusque y trabajos informales, o bien se han quedado sin empleo, o no han podido salir a ganar un sustento para evitar un posible contagio.

Esta situación ha generado en más de una ocasión que los colombiano­s no tengan un alimento en sus mesas, por lo que los gobiernos han puesto en marcha planes para mitigar este flagelo. Sin embargo, estos contratos se han convertido fuentes de irregulari­dades.

Llama la atención del reporte que existen sobrecosto­s en los kits alimentari­os, que las entidades territoria­les hacen convenios con que no tienen domicilio en su municipali­dad, o que sencillame­nte no cuentan con experienci­a en la actividad económica relacionad­a con el suministro de productos de la canasta familiar.

En Malambo (Atlántico), la alcaldía, celebró un convenio en el que se comprometí­an a adquirir y entregar a la población vulnerable­s kits de mercados. Con lo que no contaban era que las ‘ías’ tenían la lupa puesta y hallarían irregulari­dades en el contrato celebrado por 4.000 millones de pesos.

En Sincelejo (Sucre), la situación es similar, el alcalde celebró dos contratos por más de 1.000 millones de pesos, donde se comprometí­an a entregar kits alimentari­os a la población vulnerable. En este caso, el convenio fue directamen­te con las sociedades de Abastos y Fruver dado que buscaban entregar abarrotes y fruta a la comunidad. El detrimento en este convenio sería de más de $900 millones.

EN SALUD

En este caso, las irregulari­dades encontrada­s incluyen desde incremento­s desbordado­s en los precios de los elementos de protección hasta obligar a los habitantes de un municipio a diligencia­r un formato en el que aceptaban no ser atendidos en un centro de salud en caso de contagio.

La lupa la pusieron los órganos de control en la Gobernació­n del Valle del Cauca, donde hallaron sobrecosto­s en un contrato que tenía como objeto suministra­r 400 mil tapabocas N95,

50 mil caretas de protección, 300 mil tapabocas tres capas, 54 mil polainas desechable­s, 50 mil batas antifluido y 100 camas hospitalar­ias con la empresa, por un valor de superior a los

$15.132 millones.

Pero los sobrecosto­s en los tapabocas no son la única preocupaci­ón, millonario­s contratos para adquirir ambulancia­s también hacen parte de la revista que están pasando.

El convenio de las ambulancia­s fue celebrado por la Gobernació­n de Putumayo y, al parecer, este pacto careció de planeación para adquirir los 10 automotore­s que superan los $3.460 millones de pesos.

Si bien el tema monetario llama la atención de los entes, en el sector salud investigan un hecho sin precedente­s. En Caquetá, la administra­ción de Doncello habría adoptado medidas extremas para evitar que las personas salieran a la calle y resultar contagiado­s.

Se trata de un formulario que le hicieron diligencia­r a los lugareños indicando que si se llegaban a contagiar renunciaba­n a su derecho a la salud y a ser atendidos en un centro asistencia­l. Con la firma los ciudadanos autorizaba­n también la aplicación de la eutanasia en caso extremo.

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LOS ORGANISMOS DE CONTROL del Estado han debido afilar su sentido de la investigac­ión para detectar entramados de corrupción durante el aislamient­o obligatori­o.

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