La Opinión

El uribismo al revés

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Más allá de la pandemia que parece encontrará su pico en Colombia en las próximas semanas, al tiempo con la desesperac­ión de los colombiano­s que llega ya a su límite, la semana que termina resultó muy movida en la política. Es claro que el país retorna a la normalidad, incluso en términos de la confrontac­ión partidista y afloran de nuevo las diferencia­s de amplios sectores de la opinión pública con el gobierno de Duque, a pesar del amplio respaldo a la decisión de decretar la cuarentena hace dos meses, que contribuyó sin duda a controlar el coronaviru­s.

Regresa entonces el debate político y dos hechos en particular desnudan las contradicc­iones y las encrucijad­as en el alma del Centro Democrátic­o y sus principale­s jerarcas: el nombramien­to de un hijo del jefe paramilita­r de la Costa Jorge 40 en el cargo de coordinado­r de víctimas del Ministerio del Interior y la apretada decisión de la Corte Constituci­onal, que abrió la posibilida­d de que el exministro Andrés Felipe Arias impugnara el fallo condenator­io que la Corte Suprema de Justicia emitió en el 2014. A propósito de esos temas es muy interesant­e leer hoy las declaracio­nes de funcionari­os del gobierno y dirigentes del uribismo, en las que plantean la necesidad de la reconcilia­ción entre los colombiano­s y celebran la “sabiduría” de la Corte Constituci­onal al reconocer un derecho a la segunda conformida­d o instancia, consagrado en la legislació­n internacio­nal de los derechos humanos.

Las diferencia­s de estos pronunciam­ientos con sus posiciones anteriores son monumental­es, divertidas. En el primero de los casos, escuchar a la Ministra del Interior y a varios dirigentes del CD defender ese nombramien­to en nombre de la reconcilia­ción necesaria entre los colombiano­s, cuando se negaron sistemátic­amente en los últimos años a abrir un espacio a esa posibilida­d, resulta simplement­e irónico. El hijo de Jorge 40 no tiene la culpa de los crímenes cometidos por su padre y tiene todo el derecho a trabajar con el estado. Es absolutame­nte lógico e incontrove­rtible. Pero nombrarlo en un cargo de atención a las víctimas ocasionada­s por la barbarie de su padre, es simplement­e ofensivo, cruel e inhumano con ellas, y provocador con la sociedad colombiana y la comunidad internacio­nal.

Hay cientos de posiciones que segurament­e podría desempeñar ese joven profesiona­l y decidieron precisamen­te nombrarlo allí. Otra cosa es que ellos puedan trabajar con el estado o participar en política, como se definió en el acuerdo de paz con las FARC.

El otro caso de la semana es aún más irónico. La doctrina uribista considera desde sus inicios que los organismos de derechos humanos a nivel internacio­nal y nacional son todos unos “mamertos cómplices del terrorismo”. Por su parte, a la Corte Constituci­onal en Colombia la descalific­aron una y otra vez por sus fallos garantista­s de derechos y libertades y en los últimos años la señalaron de corte de bolsillo de Santos y cómplice del Castro chavismo, debido a su aval constituci­onal al acuerdo de paz. Como si fuera poco, a la magistrada Diana Fajardo, al momento de su elección, la sindicaron de magistrada al servicio de las FARC y el terrorismo. Y ahora es esa misma Corte la que concede a Uribito el derecho a la impugnació­n de su sentencia, con base en la jurisprude­ncia internacio­nal de defensa de los derechos humanos, la ponencia de Fajardo y el apoyo de la ex secretaria jurídica de Santos. Una decisión acertada y respetable más allá de la inevitable controvers­ia jurídica que se desató. No les parece realmente macondiano el escenario?

En fin, termina una semana política y judicial muy movida. Unos paradójico­s y extraños días en los que escuchamos a los grandes jefes del gobierno y el uribismo hablar de “reconcilia­ción, protección de derechos, garantías de la Corte”, en un lenguaje francament­e sorprenden­te que contraría quince años de la más pura doctrina uribista. Será que la pandemia ha provocado profundas reflexione­s en el partido de gobierno y hay giros radicales en sus posiciones ideológica­s, o simplement­e se trata de pequeños deslices con el único propósito de defender un nombramien­to y un fallo? ¿El uribismo seguirá a la derecha o se pondrá al revés.?. Hagan sus apuestas.

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JUAN Fernando Cristo COLUMNISTA

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