El pedido de Fajardo
La semana pasada un periódico nacional publicó una entrevista al excandidato presidencial y hoy nuevamente precandidato Sergio Fajardo Valderrama. El asunto no tendría ninguna importancia si no estuviera revestido de algunos puntos relevantes:
Sea lo primero reconocer el punto esencial de su discurso desde que saltó a la vida pública: la educación, la cual menciona siete veces en la entrevista; por ejemplo, cuando manifiesta “Evitar la deserción en la educación superior”, “La educación y el conocimiento son ejes fundamentales para enfrentar las desigualdades de nuestra sociedad”, “La relación entre educación, ciencia, empleo y un nuevo modelo de desarrollo” y “El papel de la educación y el conocimiento serán cruciales para nuestras propuestas de desarrollo productivo y competitividad”, entre otras. Eso está bien porque qué sociedad no desea que los aspirantes a gobernantes y los gobernantes en ejercicio apunten a la instrucción de la colectividad, legado del general Santander desde cuando asumió la presidencia de la naciente República -como encargadoy ante una hacienda pública raquítica implementó el sistema lancasteriano, que aún se practica en determinadas universidades.
Ese afán educativo hay que verlo así, como política pública benévola para la generalidad de la Nación entera, y no como ilusión de determinada agrupación gremial que lo observa con otro prisma: como mejoramiento de soldada y eliminación de toda clase de evaluación en el gremio.
Otro aspecto igualmente interesante en el reportaje es el político, concretamente en lo que se relaciona con el Centro Democrático -CD-, porque en forma eufemística Sergio Fajardo pide al expresidente Álvaro Uribe que después de 20 años como protagonista de la vida nacional “es el momento de pasar la página” porque “Colombia necesita otro tipo de liderazgo y otro tipo de política”. En otras palabras, retírese doctor Uribe Vélez porque ahora me toca a mí ocupar su espacio. No. Definitivamente no, porque así no es la cosa. En este sentido hay que reconocerle al señor Gustavo Petro su razonamiento del 29 de agosto de 2019, expresado en su Twitter: “A Uribe hay que derrotarlo en las urnas”. Así, sí. Ese es el camino adecuado, democrático y el que le otorga mérito y reconocimiento al que lo logre, y el precandidato socialista Gustavo Petro lo sabe muy bien. El título lo ganará el que obtenga más votos en las urnas, no en la mesa. Tampoco será con las armas ni incitando a desórdenes públicos para reclamar un trofeo que no se alcanzó, como se pretendió el pasado 17 de junio de 2018, a las 04:00 de la tarde, luego de la segunda vuelta, porque son elecciones con observadores nacionales e internacionales.