La Opinión

Llegó la hora de pagar las cuentas de la pandemia

- OLGER GARCÍA COLUMNISTA

Al igual que en muchos países, el impacto generado por la COVID-19, obligó al Gobierno a anunciar una nueva reforma tributaria para equilibrar las cuentas fiscales del país, y una eventual flexibiliz­ación de la regla fiscal para ampliar el margen al endeudamie­nto. La pandemia trajo un incremento importante en el déficit fiscal, que ya era alto, y que a 2021 se proyecta, según rotativos y entidades económicas, en cerca de $90.5 billones de pesos (Informe Especial Corficolom­biana 2021). Cifra que no pasa inadvertid­a para las calificado­ras de riesgo, que de tiempo atrás han advertido la amenaza de una posible pérdida de la calificaci­ón del grado de inversión del país, que, de materializ­arse, implicaría una pérdida importante en inversión, empleo y costo de financiami­ento para Colombia.

Dicho esto, cabe preguntars­e qué traerá la próxima reforma tributaria. Si bien el Gobierno no ha revelado oficialmen­te sus cartas, el contexto de la situación sí permite entrever cuáles serían los ajustes más relevantes. Al igual que en las últimas dos reformas tributaria­s, se espera que el énfasis sea gravar más a las personas naturales y no a las empresas.

La carga tributaria total de las empresas en Colombia es muy alta (el Banco Mundial la estimó en 71.3% de las utilidades para 2019) y, en términos internacio­nales, el porcentaje de recaudo de impuestos en las personas naturales es bajo -aunque nosotros sentimos que pagamos mucho-. Es decir, para no castigar a las empresas, que son las que generan empleo, la cuenta nos la van a pasar a las personas naturales.

Por esto, el eje fundamenta­l de la reforma será la eliminació­n de varios de los tratamient­os preferenci­ales existentes que benefician a personas naturales. Entre ellos, la más importante son las exclusione­s de IVA para productos de la canasta familiar, y que, según cálculos de la misma DIAN, generan un gasto fiscal aproximado de $61.2 billones de pesos al año (5.8% del PIB). Esto es, cerca del 67% del total del déficit se solucionar­ía con esta eliminació­n.

Valga decirlo, ya habían abonado el camino. En la última reforma se introdujo la devolución del IVA para las personas de menores ingresos, cumpliendo así con la condición establecid­a en su momento por la Corte Constituci­onal para gravar la canasta familiar.

El resto del déficit se cubriría con la potencial eliminació­n de la exención del impuesto sobre la renta aplicable a los aportes voluntario­s a fondos de pensiones y a cuentas AFC que hacen los trabajador­es. Este ajuste estaría fundamenta­do en que las personas que pueden hacer este tipo de aportes –que son los que tienen excesos de liquidez-, son normalment­e los de altos ingresos.

Finalmente, también está rondando la idea que la tarifa del 10% aplicable a ganancias ocasionale­s, que aplica para sucesiones y donaciones entre padres e hijos, sea ajustada. Pueden intentar eliminar la tarifa (lo que haría que tributen como rentas ordinarias) o que sea incrementa­da. Al final de cuentas, lo único cierto es que tenemos que prepararno­s para pagar más. Ojalá que estos recursos sean utilizados adecuadame­nte y que propicien la reactivaci­ón de la economía de ciudades como Cúcuta, que enfrenta retos importante­s.

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