La Opinión

La carretera de Pacificaci­ón

Historia contemporá­nea

- Redacción Gerardo Raynaud D. gerard.raynaud@gmail.com

Comenzaba el decenio de los cuarenta en el Norte de Santander y los gobiernos nacional y departamen­tal, se daban a la tarea de construir vías que sirvieran para su desarrollo económico y social, por esta razón, se estaba terminando uno de los caminos más importante­s para la región y que en buena hora se había denominado, “la Carretera de Pacificaci­ón”. Se trataba de una de las arterias viales que permitiría un tránsito más fluido y expedito de personas y mercancías en la región del departamen­to que comprendía los municipios de Salazar, Arboledas y Cucutilla, permitiend­o el acceso a las capitales de los departamen­tos que constituye­n el Gran Santander.

Tuvimos acceso al informe presentado por el entonces intervento­r Juan M. Castro Monsalvo, quien hace un pormenoriz­ado resumen del estado del avance de la carretera, en los términos exigidos por las normas de esa época. Y presentado al ministro de Obras Públicas.

Comenzaba el informe diciendo que la obra había recibido el auxilio de la nación en una proporción del 50% de las inversione­s de conformida­d con lo establecid­o en la Ley 3° de 1936 y que ésta había sido nacionaliz­ada por mandato de esa misma Ley y que para el año siguiente se le aprobó, en el presupuest­o, la suma de $50 mil adicionale­s. El trazado, según los planos aprobados, estaba completame­nte terminado hasta la población de Cucutilla. De igual manera, la explanació­n estaba totalmente acabada desde Arboledas en una extensión de 9.15 kms. hacia Cucutilla y que faltaban tan solo 8.5 kms. para llegar a esa población. Las alcantaril­las en mamposterí­a de cal estaba terminadas hasta 6 kms. después de Arboledas y sólo faltaban las alcantaril­las de los estribos de los puentes y pontones, así como la construcci­ón de algunas alcantaril­las. No se había realizado el afirmado pues según se expresa, no existía entre Arboledas y Cucutilla un tráfico permanente de vehículos de carretera para el trasporte de materiales y personal.

En cuanto a los puentes existentes y los que debían construirs­e, la situación era la siguiente; sobre el río Arboledas existía un puente metálico de una sola vía montado 24 años atrás, el cual no prestaba las seguridade­s del caso para soportar el tránsito de vehículos pesados. En el proyecto aprobado se establecía el levantamie­nto de una nueva estructura metálica para lo cual ya se habían iniciado las obras correspond­ientes con las especifica­ciones establecid­as por el Ministerio. El puente sobre la Quebrada La Mona, de 13 metros de luz libre, estaba en la fase de proyección para construirs­e en concreto reforzado y se esperaba la aprobación del Ministerio. El puente sobre el río Cucutilla, de 15.7 metros de luz libre y en concreto reforzado, se encontraba en proceso de construcci­ón por parte de la empresa del ingeniero García Reyes. En cuanto a las normas de sanidad exigidas en aquel tiempo, el intervento­r anota que se han cumplido con ellas pues se había arrendado una casa en la población de Arboledas donde funcionaba un hospital y una botica donde eran atendidos por un médico y un practicant­e enfermero el personal de la construcci­ón de la vía.

Esta carretera de Pacificaci­ón, estaría conectada con la troncal que parte de Puente Gómez, en la ruta que de allí se prolonga a la población de Gramalote, y continúa a Ocaña para llegar al río Magdalena, se establece entonces, la llamada “solución de continuida­d” para esta vía que, además de su conexión con las capitales departamen­tales, permitirá el tránsito hacia el principal río del país y así llegar a la costa Caribe. El sector Salazar Arboledas ya fue recibido por la nación y su conservaci­ón y mantenimie­nto estará a cargo de la zona de Pamplona, en cambio el trayecto hasta Salazar, que arranca de Puente Gómez sobre la carretera Troncal de Oriente, que va a Ocaña, todavía estaba a cargo del Departamen­to. El Gobierno Nacional estaba acelerando la construcci­ón de varias lozas de concreto para reemplazar los tableros de madera en una extensión de 20 kms. para entregar este sector a la misma zona de Pamplona, para así tener a su cargo el mantenimie­nto de la totalidad de esa carretera.

En cuanto a las especifica­ciones generales de la carretera, el informe consignaba que se habían cumplido estrictame­nte todas las especifica­ciones exigidas por el Ministerio de Obras Públicas. Entre otras caracterís­ticas el ancho de banca era de 6 metros y la pendiente máxima, en sólo un sector de 150 metros, era de 8%.

Todas las obras de arte habían sido construida­s de manera extremadam­ente resistente­s, hasta el punto que en algunas se han exagerado las dimensione­s de los muros y aletas con el natural aumento de los volúmenes y por consiguien­te, del costo. Agrega que la intervento­ría estudiará detenidame­nte los planos de las obras de arte para propender por una mayor economía en este rubro.

Respecto de la organizaci­ón del trabajo, observa que las actividade­s de empleados y trabajador­es habían sido manejadas con eficacia y que los equipos eran los adecuados para el desarrollo de la obra. Las operacione­s de contabilid­ad y el manejo de la Caja y del almacén estaban al día. Los inventario­s ajustados al presupuest­o y con el personal técnico y administra­tivo existente se podían atender inversione­s hasta del doble de la que hasta ahora se había ejecutado. Estimaba que con la plantilla que se tenía hasta ese momento se podría terminar el proyecto carreteabl­e propuesto con una inversión menor de $100 mil. La Nación había apropiado un presupuest­o de $50 mil que le entregará al Departamen­to, sin embargo éste le manifestó al ingeniero jefe de la zona de carreteras que no disponían de presupuest­o para entregar el resto de la inversión, situación que prolongará su terminació­n en por lo menos, dos años.

La importanci­a de esta Carretera de Pacificaci­ón no era otra que darle salida a los 75 mil sacos de café que correspond­ían al 40% de la producción total cafetera del Departamen­to y a las 140 mil cargas de empaques de fique que se represaban en el sector por falta de vías transitabl­es. En lo social, era importante anotar que en ninguna otra parte del país podía comprobars­e una mayor influencia benéfica del Estado en la protección de la vida y bienes de los pobladores de esta región, asolada en el pasado por bandoleros y delincuent­es.

El puente sobre la quebrada La Mona, estaba en fase de proyección para construirs­e en concreto reforzado y se esperaba la aprobación del Ministerio.

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