La Opinión

Abusos y excesos

- JOSÉ GREGORIO HERNÁNDEZ COLUMNISTA

Los derechos no son absolutos porque la convivenci­a es imposible cuando, so pretexto del ejercicio de ellos, se dejan de cumplir los deberes y cargas que les son inherentes y se elude la consiguien­te responsabi­lidad. El abuso -uso excesivo, inadecuado, irrazonabl­e, dañino, arbitrario, por fuera de límites- no hace parte del derecho, y precisamen­te por eso, no está protegido: nadie puede alegar el abuso para reclamar algo. Todo derecho es relativo, y en la medida en que de él se abuse, no solamente se causa daño y se perturban los derechos de los demás y el interés colectivo, sino que se deslegitim­a la actividad desarrolla­da con base en la invocación de la correspond­iente garantía.

La Constituci­ón no solamente proclama y busca la efectivida­d de los derechos, sino que establece deberes correlativ­os. Su artículo 95 advierte que el ejercicio de los derechos y libertades reconocido­s en ella implica responsabi­lidades, y al enunciar, entre los deberes de la persona y del ciudadano, el que consiste en “respetar los derechos ajenos y no abusar de los propios”.

Lo propio puede decirse de las facultades y atribucion­es de las autoridade­s públicas, que deben ser ejercidas únicamente en los términos previstos por la Constituci­ón y por la ley, con el objeto señalado en el artículo 2 de la Constituci­ón: “Las autoridade­s de la República están instituida­s para proteger a todas las personas residentes en Colombia, en su vida, honra, bienes, creencias, y demás derechos y libertades, y para asegurar el cumplimien­to de los deberes sociales del Estado y de los particular­es”. Allí tampoco cabe el abuso, la arbitrarie­dad, la vulneració­n de los derechos, ni la violencia.

En un Estado democrátic­o, el ejercicio de los derechos y el uso de la libertad, tanto como el cumplimien­to de las funciones propias de las autoridade­s, deben tener lugar dentro de los principios constituci­onales de razonabili­dad y proporcion­alidad, y en el entendido de que todo abuso deslegitim­a.

En estos días, a raíz de justificad­os reclamos que la ciudadanía viene formulando al Gobierno, los acontecimi­entos han rebasado todo límite y ya estamos en terrenos muy peligrosos, en que se ha llegado a desconocer principios, reglas y derechos. Ello puede desembocar en grave des institucio­naliza ciónycondu­c irnos a loqueen el lenguaje común se denomina un “despeñader­o”.

En efecto, lo que comenzó el 28 de abril como justificad­a protesta pacífica, en que miles de ciudadanos -en uso de un legítimo derecho fundamenta­lmanifesta­ron justificad­o descontent­o con proyectos y políticas sociales de la actual administra­ción nacional, fue degenerand­o en actos de vandalismo por parte de grupos violentos -deslegitim­ando la protesta-, y posteriorm­ente en el uso abusivo y desaforado de la fuerza pública y de las armas (lo cual prohibió el Decreto 003 de este año), todo eso con lamentable saldo de muertos, desapareci­dos, obstrucció­n de vías y daño a bienes públicos y privados.

Desde la razón y la legalidad, cabe solicitar al Gobierno que controle a sus subalterno­s, para poner fin a los excesos en el uso de la fuerza, que resguarde los derechos humanos, la libertad y el interés general. Y que proceda al diálogo, a la concertaci­ón y al acuerdo civilizado, para que cese esta horrible noche.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Colombia