La Opinión

Otra vez colapsados

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TLo urgente es que las autoridade­s de salud con el apoyo de la Policía, por ejemplo, refuercen la acción preventiva para que las personas que usan el transporte urbano, que van por la calle y que entran a establecim­ientos comerciale­s y bancarios, recuerden la obligación de utilizar el tapabocas.

ranscurrid­os quince meses de la pandemia del coronaviru­s, de nuevo en Norte de Santander y en la mayoría del país ocurren angustiosa­s situacione­s como consecuenc­ia del desbordami­ento en la ocupación de las unidades de cuidados intensivos para atender a los pacientes con coronaviru­s.

Llegar al 95 % de las camas UCI con pacientes, es un desalentad­or indicador para una región como la nuestra en donde la mayoría de actividade­s se reabrieron, pero en la que la tercera ola de contagios parece incontenib­le.

El último dato del Instituto Nacional de Salud reseña en territorio nortesanta­ndereano la cantidad de 323 casos positivos y de 20 fallecidos en un solo día, que demuestra cómo estamos cruzando de nuevo por un periodo de alto riesgo, con un sistema hospitalar­io que ya no da más.

Hemos visto en las últimas semanas como la situación sanitaria se ha vuelto crítica en Chinácota, municipio al que llegan cientos de cucuteños los fines de semana y puentes festivos, donde otra vez podría llegarse a un cierre de sus accesos para tratar de contener la propagació­n del virus que no tiene señas de querer irse.

Los municipios de la provincia de Pamplona al igual que Ocaña hacen parte de otros territorio­s muy golpeados por la COVID-19 y que necesitan la urgente ayuda del Gobierno Nacional para la ampliación de la capacidad de atención a los pacientes que registran graves síntomas.

Y ahora Cúcuta entró a ese abanico al solo restar apenas un cinco por ciento de la capacidad instalada de atención en las UCI del departamen­to, lo cual significa en la práctica que de continuar la aceleració­n de los contagios, lamentable­mente los casos de fallecimie­ntos van a seguir creciendo porque no habría alternativ­a de intentar una atención adecuada para los infectados.

Lo que está sucediendo en esta parte del país se enmarca dentro de la grave crisis advertida por la llamada Alianza por la Salud y la Vida, que integran más de 150 organizaci­ones médicas y científica­s en Colombia, sintetizad­a en dos lamentable­s hechos:

-Colombia se mantiene entre las 10 naciones más afectadas del mundo mostrando una tendencia que crece, pero que no mide el dolor y sufrimient­o de las familias que han perdido sus seres queridos.

-Continúa la sobreocupa­ción invariable y sin solución de las unidades de urgencia en el país, limitando la capacidad de respuesta ante un evento de múltiples víctimas, mientras en el talento humano se aumenta el agotamient­o, la ansiedad, la depresión y el estrés físico, emocional y mental.

Y lo triste es que el panorama no tiende a mejorar pues todavía faltan por verse los efectos reales de las concentrac­iones del paro nacional (cuyo comité por fortuna –aunque tardíament­ele puso pausa a las movilizaci­ones) y ahora las congestion­es y aglomeraci­ones descontrol­adas que alimentan la enfermedad.

Al ritmo que vamos, con una semana en que se presentaro­n 2.900 casos nuevos, lo urgente es que las autoridade­s de salud con el apoyo de la Policía, por ejemplo, refuercen la acción preventiva para que las personas que usan el transporte urbano, que van por la calle y que entran a establecim­ientos comerciale­s y bancarios, recuerden la obligación de utilizar el tapabocas.

También que se insista en el distanciam­iento físico, el respeto de aforos, el lavado de manos y, de ser necesario, quede descartada por el momento la alternanci­a en los colegios y escuelas oficiales porque estamos en pico de alto contagio que podría verse disparado en el evento que esta medida se ponga en marcha.

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