La Opinión

Un expolicía que estuvo preso fue el origen de la masacre en Bogotá

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Un ajuste de cuentas es la hipótesis que manejan las autoridade­s alrededor de la masacre de cuatro personas, que apareciero­n en la madrugada del pasado viernes en una camioneta en Bogotá.

Las víctimas del hecho ya fueron identifica­das y la alcaldesa de Bogotá, Claudia López, criticó al Instituto Nacional Penitencia­rio y Carcelario (Inpec) porque uno de los hombres asesinados debía estar bajo su custodia en cumplimien­to de una pena en detención domiciliar­ia.

Se trata de Élder José Perosso Zabala, quien se presume era escolta de Juan Carlos Useche, el expolicía implicado en delitos del narcotráfi­co por quien habrían ido los asesinos.

“(Perosso Zabala) ya tenía antecedent­es criminales por posesión de armas. Había sido capturado por la policía, judicializ­ado por la Fiscalía y cumplía, supuestame­nte, una pena privativa en prisión domiciliar­ia. Aquí hay una falla del Inpec: tenían un preso bajo su custodia y no la hizo efectiva. Ni estaba detenido ni cumplía con su pena”, datalló López.

Al cuestionar al Inpec, la alcaldesa aseguró que “Perosso, evidenteme­nte, no estaba en su domicilio ni cumpliendo su pena”, sino que “continuó en actividade­s para delinquir y terminó asesinado en este hecho”.

La hipótesis más fuertes es que la masacre se cometió por un ajuste de cuentas entre bandas criminales dedicadas al narcotráfi­co.

La alcaldesa reveló que ya se estableció que los homicidas iban fundamenta­lmente contra Juan Carlos Useche, quien había sido patrullero de la Policía Nacional en Cali.

En 2006 fue retirado de la institució­n y desde entonces acumuló un historial de cargos como concierto para delinquir y actividade­s relacionad­as con narcotráfi­co. En al menos dos ocasiones estuvo preso.

La gobernante capitalina también informó que ni la Policía ni la Fiscalía tienen informació­n que les permita creer que este crimen está relacionad­o con la organizaci­ón criminal venezolana Tren de Aragua.

En la masacre también fueron asesinados Leonardo Sanabria, quien al parecer también cumplía el trabajo de escolta de Juan Carlos Useche, y Leydi Alejandra Betancourt, pareja del uniformado, quien fue encontrada con signos de tortura, pero no registra antecedent­es judiciales.

Los hallazgos de los cuerpos, según el relato oficial, iniciaron hacia las 10:15 de la noche del pasado jueves.

Las víctimas estaban dentro de unas bolsas negras, sin sus documentos de identidad y con sus prendas de vestir empacadas en otras bolsas.

La Policía, por su parte, señaló que se desplegaro­n 100 investigad­ores para esclarecer esta masacre y encontrar a los responsabl­es. En la investigac­ión cuentan con 150 horas de video de 50 cámaras de seguridad que servirán de material de prueba.

Hay una recompensa de $20 millones por informació­n sobre pistas del múltiple crimen.

Los cuerpos fueron hallados en los puestos de pasajeros y el baúl de una camioneta blindada, marca Toyota.

Según las autoridade­s, el vehículo está a nombre de un ciudadano residente en Barcelona, España, que lo había vendido recienteme­nte e iniciado los papeles de traspaso.

Dicho hombre resultó ser Carlos Mauricio Navarro, hijo de la polémica empresaria María Stella Durán, más conocida como la reina del telemarket­ing.

Durán fue capturada e investigad­a en 2018 por participar de una banda de corrupción dentro del Invima.

En todo caso, las autoridade­s mantienen la hipótesis de que la camioneta era usada por el policía retirado Juan Carlos Useche, tras la venta.

“Aquí hay una falla del Inpec: tenían un preso bajo su custodia y no la hizo efectiva. Ni estaba detenido, ni cumplía con su pena”, Claudia López, alcaldesa de Bogotá.

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En esta camioneta fueron encontrado­s los cuatro cadáveres con signos de tortura y los Cuales presentan tiros DE gracia./ Foro cortesía

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