El Catatumbo no es como lo pintan
La joven estudiante de Comunicación Social de la universidad Francisco de Paula Santander, seccional Ocaña, Laura Andrea Muñoz Guerrero, nacida en San Calixto, se siente orgullosa de pertenecer a la subregión del Catatumbo.
Salió de la zona cafetera a prepararse y el sueño es regresar como profesional para impulsar procesos sociales entre los jóvenes de la región.
Muchos se quedan en la ciudad, olvidando sus raíces y bondades del campo. “Las aulas de clases, no son nuestro mundo, debemos regresar para cumplir un ciclo”, agregó.
Resalta los aspectos positivos de una región estigmatizada por la violencia. No comparte el pensamiento de algunos jóvenes que esgrimen como excusa el conflicto. “Aseguran que no tienen oportunidades por culpa del narcotráfico, pero no presentan alternativas para remediar la situación. Los labriegos están dispuestos a dejar los cultivos ilícitos, cuando se ofrezca programas para subsistir”, reiteró.
Resaltó el café de San Calixto, la panela de Convención, la piña de Teorama y la piscicultura en El Tarra. “Sí se puede y nosotros como jóvenes somos el motor de ese cambio de mentalidad a través de las asociaciones”, agregó.
Eso sí, se requiere la ayuda del Estado, ya que el Catatumbo sumido en el abandono se convierte en caldo de cultivo de los problemas sociales. “Los campesinos han sacado adelante los cultivos tradicionales con las uñas y necesitan asistencia técnica, legalización de los predios, buenas vías, educación y salud”, puntualizó.
Consideró que lo ilícito ha ganado terreno por esas circunstancias y trabajará incansablemente por mejorar las condiciones de vida de los habitantes de la región.
“Es más fácil sacar 10 kilos de coca por las trochas y cañadas que 20 cargas de cacao ya que un barranco atravesado impide el paso de los automotores. Exigimos vías en buen estado, centros de acopio y precios justos porque tierras productivas sí hay” recalcó.