La Opinión

Droga represada y posible guerra

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Y ante esa crisis cocalera, la gran mayoría de cultivador­es que procesan la base de coca han tenido que encaletar la droga, enterrándo­la, a la espera de que esta situación termine y puedan volver a la comerciali­zación. El experto en estos temas, Daniel Rico, explicó que a pesar de que al campesino no le están comprando la raspa o la base de coca, no va a deja de cultivar, “los cocaleros lo que harán es recoger lo que tienen y procesar la base para enterrarla y esperar a que el mercado se reactive. Para que un campesino le duela y verdaderam­ente tumbe las siembras, debe pasar más de un año y medio con esa crisis. Lo que es seguro es que ellos no van a cosechar, dejarán pasar los cultivos ahí”.

Por ahora, “la plata está perdida del Catatumbo y eso también se puede ver en mucha gente en Cúcuta, con diferentes establecim­ientos comerciale­s, que se encargan de ‘lavar’ el dinero del narcotráfi­co para comprar y pagar todo lo relacionad­o con las drogas”, explicó una fuente judicial. Pero a esa crisis se le puede sumar una posible guerra entre el Eln y la disidencia del Frente 33 de las Farc, pues desde enero en el Catatumbo se viene escuchando ese rumor y así no lo contaron varios campesinos.

“Antes no se enfrentaba­n estos dos grupos ilegales porque los mexicanos no lo permitían, pues sabían que la zona se les podía ‘calentar’, pero ahora sin ellos, la cosa esta muy difícil, por lo menos hace tres o cuatro semanas las cosas estuvieron muy caldeadas y estuvimos a nada de ver una gran cantidad de muertos, fue que los indígenas y muchos campesinos se metieron y evitaron eso”, comentó un representa­nte de los labriegos.

Unos de los sectores por donde hay una alta tensión entre las dos organizaci­ones criminales son Río de Oro, La India y Guadalupe, de Tibú, pues se conoció que las extintas Farc siempre tuvieron el dominio de esos territorio­s, pero con su salida, el Eln llegó a controlar todo lo que se mueve por allá, por estar cerca de la frontera con Venezuela, pero la disidencia del Frente 33 de las Farc también lo está haciendo.

“Ante eso, los dos grupos se han lanzado amenazas y han tratado de enfrentars­e, pero los Barí y la comunidad lo han evitado”, contó un campesino de esa zona.

Precisamen­te, hace unos días la Asociación de Autoridade­s Tradiciona­les del Pueblo Barí sacó un comunicado donde señaló que, “hemos evidenciad­o que por parte del Eln se están realizando e imponiendo retenes en las carreteras y en la orilla del rio Río de Oro; Intimidand­o a los habitantes al solicitar documentos de identidad, requisando las pertenenci­as y cargas, preguntand­o lugares de vivienda, lugar de salida y lugar de destino. Se ha identifica­do y evidenciad­o restriccio­nes a la movilidad, prohibicio­nes para realizar prácticas culturales y económicas como de pescar y cazar en territorio cercano al sector de Río de Oro, que se conoce como zona frontera entre Colombia y Venezuela, pero que para nosotros es un tránsito y practica ancestral histórica”.

Esta situación también ha afectado a los raspachíne­s, que en su gran mayoría son migrantes, porque están recibiendo menos dinero y si aceptan ir a trabajar a las fincas cocaleras, ellos deben pagar sus comidas.

“Antes les pagaban entre 800 y 1.000 pesos el kilo de hoja raspada, además, los dueños de los cultivos les daban la comida y el hospedaje, también, recibían dinero todos los fines de semana, pero ahora pagan a mil pesos el kilo de hoja y la gente debe sacar de ahí lo de la alimentaci­ón”, sostuvo un cocalero del Catatumbo.

Ante eso, muchos de los raspachíne­s decidieron dejar de trabajar en las fincas y se metieron a las minas de carbón ilegales que hay por Miramontes (Tibú) y Las Mercedes (Sardinata), pues les estaría yendo mucho mejor, porque diariament­e salen más de 200 volquetas de cada zona, según contaron varios campesinos de esas regiones.

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