La Opinión

La pensional, más hambre futura

- RAFAEL NIETO LOAIZA COLUMNISTA

El problema de la propuesta de Petro para modificar el sistema pensional no es de objetivos sino de medios.

Pretende la cobertura inmediata de todos los adultos mayores que no tienen pensión, cerca de tres millones. Ahora mismo eso exigiría unas cuantías gigantesca­s que van desde 18 billones anuales, si se les entregara medio millón de pesos a cada uno, hasta cerca de 20 billones, si se quiere darles medio salario mínimo. La propuesta se comería todos los nuevos ingresos de la tributaria.

Para seguir contando con los recursos de la tributaria para otros propósitos, Petro propone que la cobertura de los adultos mayores sin pensión se haga con las cotizacion­es de los trabajador­es que devengan hasta cuatro salarios mínimos. Como cerca del

90% de la población gana dos salarios mínimos o menos, casi todos los colombiano­s saldrían de las administra­doras de fondos de pensiones (AFP).

Por otro lado, no es claro si los aportes que se quieren trasladar de los fondos privados al Estado irían al régimen de prima media que administra Colpension­es. En ese caso, los ahorros privados financiarí­an las pensiones ya existentes en el Estado y harían aún más regresivo el sistema. La alternativ­a sería que la cobertura no se haga por el camino pensional sino a través de subsidios directos, pero en ese caso la medida gubernamen­tal se convertirí­a en un impuesto al trabajo y al ahorro.

Por cualquiera de las dos vías la propuesta es insostenib­le. Los aportes de aquellos que quedarían obligados a entregar sus ahorros al Estado en lugar de depositarl­os en las AFP se calculan en cerca de 17,7 billones al año. Ese dinero renta en las AFP pero no en el régimen de prima media ni en el sistema de subsidios estatales. Como el sistema de prima media ya es insostenib­le, porque los aportes han sido y son mucho menores que las pensiones que se entregan (la diferencia la financiamo­s todos con nuestros impuestos), la propuesta de Petro agravaría exponencia­lmente el déficit actual. Si la pensional es la vía escogida para los aportantes que saldrían de las AFP, es muy probable que no recibirán la pensión que buscaban con su ahorro, por mucho que el Estado prometa lo contrario. Pero si el camino que se escoge es el del subsidio estatal, los aportantes simplement­e perderán sus ahorros y su pensión futuro sería todavía más azarosa.

Al final, no habrá alternativ­a distinta a subir aún más los impuestos o endeudarse todavía más, o una combinació­n de ambas cosas. Deuda que, en todo caso, hay que pagar más temprano o más tarde. De entrada, los mercados internacio­nales verán con aún mayor preocupaci­ón la situación fiscal del país, se encarecerá más nuestra deuda y habrá una devaluació­n aún más profunda.

Dos factores agudizan el problema. Por un lado, hay que resolver el desafío de la informalid­ad, que hoy es del 58,3%. Es decir, seis de cada diez trabajador­es no aporta para su pensión. Por el otro, el acelerado envejecimi­ento de la población colombiana, más rápida aún que el promedio global. En diez años, apenas habrá una persona menor de 15 años por cada adulto mayor de 60 y para el 2050 solo habrá un menor de 15 por cada dos mayores de 60. Hoy, 8 de cada 10 afiliados a las AFP es menor de 45 años. ¿De dónde saldrán los recursos para pagar sus pensiones?

La reforma pensional es indispensa­ble. Pero la propuesta de Petro no solo vulnera los derechos y libertades de los aportantes sino que es insostenib­le y solo asegura la quiebra definitiva del sistema y más hambre, mucha más hambre, en el futuro.

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