La Opinión

Segunda Línea del Metro

- Simón GAVIRIA COLUMNISTA

Después de experiment­ar exitosamen­te con Transmilen­io, dado que su capacidad estaba al límite, Bogotá desarrolló el metro. Según DNP, entre 2011 y 2015 los tiempos de viaje en Transmilen­io aumentaron en 18.0%, el carril exclusivo en la Caracas tenía trancón. El centro ampliado era responsabl­e del 50% de los 15.2 millones de viajes que ocurrían en 2015 y se estimaba que el metro duplicara la carga hasta 80.000 pasajeros sentido hora. Ahora, que está en ejecución, el fantasma de la devaluació­n ronda el proyecto. Antes de iniciar la licitación de la segunda línea, sería bueno verificar que la primera esté garantizad­a. No queremos quedarnos sin el pan y sin el queso, papá nación no tiene con qué pagar una equivocaci­ón.

Desde el DNP, trabajamos con el alcalde Petro, el Banco Mundial y el BID diseñando un trazado del metro. Sin embargo, para no repetir el error del metro de Medellín que, al no tener alimentado­res, no canalizó suficiente­s pasajeros causando una tarifa excesivame­nte alta, se previó que el SITP, Regiotram, y Transmilen­io fueran alimentado­res del metro. No se debe permitir un tiquete de metro más caro que el de Transmilen­io.

Los primeros presupuest­os del metro se hicieron con una TRM de $1.975, con un valor estimado del proyecto de U$$ 7.601 millones. Naturalmen­te no todos los costos del proyecto son en dólares y para el momento de adjudicaci­ón ya la TRM estaba en 3.479. La estructura­ción del contrato contempla un mecanismo de pago en dólares de hasta de US$1.000 millones para mitigación de riesgo cambiario, que, disminuye el riesgo de que el contratist­a deje el proyecto abandonado. Tan útil como es esta cláusula, nadie esperaba una devaluació­n que superara el 30%. Ya cubrir con esta obligación es $2.43 billones más onerosa por cambios en la moneda.

Solo el material rodante, el cual es importado, en octubre de 2014 se estimaba en US$591 millones o $1.17 billones, en la fecha de adjudicaci­ón subió a $2.05 billones y hoy ese monto es $2.96 billones. En otras palabras, solo este componente, tomando en cuenta la inflación y la escasez de capacidad, podría subir el valor más allá de los $1.1 billones. El problema es que entre 38-40% de los insumos del proyecto son importados, lo cual puede significar mayores costos de $11.6 billones. La cláusula de riesgo puede absorber parte, pero quedarían pendientes más de $6 billones por resolver con un dólar a $5.000.

Para el Regiotram, los retos son diferentes, dado que todos los pagos al contratist­a son en pesos. En un acto para destacar de gerencia pública, la gobernació­n de Cundinamar­ca logró introducir en el contrato expresamen­te que la totalidad de costo adicional de la devaluació­n debería ser asumido por el contratist­a. Si bien pueden dejar el proyecto abandonado, es diferente uno demandar por incumplimi­ento a ser demandado por desequilib­rio.

Estas cuentas de servilleta, son relevantes para que se le dé una solución de movilidad a los Bogotanos. Nadie niega la importanci­a de la segunda línea del metro, es necesaria, pero es fundamenta­l un alto en camino para verificar que no quedemos con dos huecos. Como mínimo se podría reforzar la estrategia de coberturas cambiarias del actual proyecto. Ya las cosas están duras, pero ¿qué pasa si acabamos con dólar a 6.000?

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