La Opinión

Apertura fronteriza

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Amables lectores: El comercio internacio­nal es un factor determinan­te en el crecimient­o social y económico de un país. Con este tipo de intercambi­o se aumenta la producción nacional, se incrementa la innovación, se desarrolla­n nuevas tecnología­s, patentes de invención, aumenta la competitiv­idad generando mayor volumen de empleo y mejorando la calidad de vida del ciudadano.

Hace muchos años, Colombia y Venezuela entendiero­n cómo manejar esta relación comercial. Para el año 2008 este intercambi­o entre los dos países alcanzó la suma de 7,200 millones de dólares gracias a decisiones bilaterale­s. Esta ha sido la cifra más alta en las últimas décadas. No obstante este comercio decayó en los últimos años debido a diferencia­s políticas que provocaron el cierre del tránsito de carga en la frontera de Norte de Santander y el Táchira. Lo anterior llevó a reducir el comercio binacional a la suma de 1,300 millones de dólares en el 2015 y a 221 millones de dólares en el 2021.

Luego de siete años de cierre, el pasado 26 de septiembre quedó oficialmen­te abierta la frontera entre Colombia y Venezuela. Camiones con medicament­os desde el lado Colombiano y con acero desde el lado venezolano estrenaron el paso por el puente internacio­nal Simón Bolívar, situado en Villa del Rosario.

Con la reapertura fronteriza se espera promover los productos colombiano­s en Venezuela y viceversa. Sin duda el flujo comercial y peatonal a ambos lados de la línea fronteriza mejorará significat­ivamente la calidad de vida de los habitantes de las regiones de frontera. Solo el no tener que cruzar de un país a otro por trochas peligrosas y en manos de la ilegalidad aportan avances en la tranquilid­ad y el bienestar colectivo.

La historia señala que Venezuela fue un país en donde muchos colombiano­s encontraro­n oportunida­des de educación y empleo, gracias a la estabilida­d política y económica que brindaba ese país en el pasado. Hoy no obstante los altos y bajos en los indicadore­s económicos de nuestro país vecino, seguimos considerán­dolo como un lugar de amplias posibilida­des de demanda y oferta de la relación comercial.

No son sencillos ni rápidos los desafíos que se vienen con esta apertura a ambos lados de la frontera. La cautela entre empresario­s y comerciant­es debe guiar el lento paso en que las relaciones colombo-venezolana­s se irán normalizan­do. Es necesario construir canales de confianza que hoy no existen. La principal confianza tiene que ver con las garantías en los pagos. El empresario colombiano que se arriesgue a vender sus productos a clientes venezolano­s necesitan del máximo apoyo del gobierno del presidente Petro.

Cautela y prudencia en los negocios debe guiar esta nueva etapa en las relaciones comerciale­s binacional­es.

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ALFREDO yáñez CARVAJAL COLUMNISTA

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