La Opinión

Las claves para un eventual sometimien­to del Clan del Golfo

- Bogotá. (Colprensa).

Horas antes de que se posesionar­a la nueva fiscal general, Luz Adriana Camargo, el presidente de la República, Gustavo Petro, le pidió estudiar una política de acogimient­o colectivo de miembros de grupos ilegales, pensando especialme­nte en el Clan del Golfo.

“Clan del Golfo, ¿quiere sentarse con el Gobierno nacional a hablar, vamos a hablar de paz? Bueno, entonces yo pongo unas condicione­s dada la experienci­a, porque al ‘perro no lo capan dos veces’. Primero tienen que pensar antes que sentarse con el Gobierno. Yo no digo que no. Yo le he pedido a la nueva Fiscal General de la Nación que hablemos de acogimient­o colectivo a la justicia. Es decir, que ya no individuos, sino organizaci­ones colectivas, puedan negociar unas condicione­s políticas para su región”, expresó el mandatario.

No es la primera vez, sin embargo, que el presidente Petro intenta algún tipo de negociació­n con esa organizaci­ón ilegal, hasta ahora sin éxito.

“Yo sí creo que se puede negociar, pero esta organizaci­ón tiene que pensar qué se negociaría. Están dispuestos a dejar los negocios ilícitos, el de los migrantes, la extorsión, el traqueteo, hablamos, pero no para vernos la cara de bobos, sino para hablar seriamente de eso, porque a mí me interesa más la verdad”.

De inmediato, el Clan del Golfo respondió afirmativa­mente a la invitación al diálogo, pero descartand­o de entrada que sean narcotrafi­cantes o que tengan injerencia en el negocio del tráfico de migrantes en el Darién, pese a las pruebas que en ese sentido han recogido las autoridade­s colombiana­s.

“Aceptamos la invitación hecha por el señor presidente, en el sentido de sentarnos a negociar las condicione­s políticas que permitan las transforma­ciones sociales”, expresó la organizaci­ón criminal en un comunicado. Pero, a renglón seguido, aclaró: “Lo que sí debemos anotar es que las economías ilícitas existen en las regiones mucho antes de que fuéramos una realidad como organizaci­ón. No las hemos creado, cosa distinta es que se cancelen unos recursos en lo que se ha llamado el ‘impuesto al gramaje’ en el caso de la coca”.

Ante esta nueva oportunida­d de acercamien­tos, expertos advierten que es necesario que el gobierno nacional tenga claro ciertos puntos que aún no son del todo certeros, con la finalidad de evitar fracasos como los que ya se presentaro­n en 2015 y 2018 y en el comienzo de este gobierno.

Gerson Arias, investigad­or asociado de la Fundación ideas para la Paz (FIP), aseguró que actualment­e la propuesta es “muy ambigua”.

“Lo que no estamos viendo es que no hay decisión de nombrar unos voceros del Gobierno, de reconocer unos voceros también del Estado mayor conjunto de las AGC para sentarse con ellos, falta un dialogo con la fiscal general para definir un proceso de sometimien­to o acogimient­o”, explica.

A esto, añade que es necesario una serie de concesione­s jurídicas para que ellos dejen de cometer crímenes y hasta un diálogo con la comunidad internacio­nal, sobre todo Estados Unidos, “que tiene a muchos miembros del clan del Golfo pedidos en extradició­n, y si no hay esas claridades pues va a ser muy difícil la participac­ión de Estados Unidos en un proceso de acogimient­o, porque sin esa variable es muy difícil que un proceso de acogimient­o o sometimien­to funcione”.

El investigad­or aseguró que es importante que el gobierno no ponga en la misma posición a los grupos armados y que se definan los de estatus político y los que no. A lo que suma que se deben “aplicar unos correctivo­s a la paz total”, porque en su concepto hace falta una estrategia de seguridad y falta saber cómo el Estado le responde a esos ciudadanos, puesto que, en los acuerdos y ceses al fuego, los grupos armados se han fortalecid­o y hasta se han expandido.

Otro de los cuestionam­ientos a estos posibles diálogos de paz tiene que ver con

el dilema de que exista un sometimien­to o una negociació­n política, lo cual sería una brecha importante para definir entre el gobierno nacional y este grupo armado.

Según el senador y analista en conflictiv­idad Ariel Ávila este grupo no debe tener ningún reconocimi­ento político y el único camino que les queda es el sometimien­to a la justicia.

“Eso es innegociab­le, no va a haber reconocimi­ento político porque sencillame­nte esa puerta se tiene que cerrar en Colombia. Entonces el Clan del Golfo ahora ya no se llama, Autodefens­as Gaitanista­s de Colombia, sino Ejercito Gaitanista e Colombia, pero intenta someter a la población intenta reunir a la población para aparentar una base social”, explica. Ávila agrega que eso no se puede permitir y que el mismo gobierno debe aclarar que “no va a haber ningún tipo de reconocimi­ento político, así se cambien el nombre. Traqueto es traqueto, así se cambien el nombre”.

La Fundación de Ideas para la Paz publicó el informe “la última negociació­n del Clan”, que muestra cómo este grupo se ha fortalecid­o en los últimos años y qué errores se cometieron en el pasado que no deberían repetirse para que la negociació­n funcione. “Sobre la primera negociació­n frustrada sacamos que es necesario un método de un plan, necesitamo­s una estrategia de seguridad que vaya a la par de una estrategia de negociació­n para el sometimien­to y al acogimient­o, necesitamo­s un rol activo de la de la Fiscalía”, explica Arias.

Asimismo, añade que es necesario “un proceso confidenci­al en sus primeras fases porque se va a generar lo que siempre ocurre de que otros quisieran convertirs­e en los nuevos jefes y hay un reciclaje de la violencia y lo último es garantizar cuál es el punto de llegada porque con esa experienci­a del 2015-2018 y que hoy también esta es la ausencia de la estrategia del Gobierno del Presidente Gustavo Petro de qué se le va a ofrecer al clan del Golfo”.

El crecimient­o del Clan del Golfo

El informe de ideas para la Paz no solo da cuenta sobre los diálogos fallidos con el gobierno Santos, sino además el estado actual del Clan del Golfo y de cómo este grupo armado ha crecido y se ha expandido en el transcurso de los años.

En términos militares y según datos oficiales, comparando 2018 con 2023, el pie de fuerza del Clan del Golfo creció en un 58% (de 3.803 a 6.015 integrante­s), pasó de tener influencia en 188 municipios a 214, y tiene planes de expandirse hacia Cundinamar­ca, Tolima, el suroeste antioqueño y el Magdalena Medio, ahora bajo el nombre de Ejército Gaitanista de Colombia.

Estos cambios no solo se ven en su fortaleza militar, sino también a quienes lo lideran. Antes fue liderado como un clan familiar de los hermanos Úsuga, ahora está bajo el mando de Chiquito Malo, Gonzalito, Rodrigo, El Cura y Chirimoya, “todos vienen del proceso de desmoviliz­ación de los paramilita­res e inclusive el EPL. Acá hay una trayectori­a criminal acumulada y hoy en día ya no es un clan familiar que ellos eran antes con los hermanos Úsuga y eso marca notables diferencia­s a la hora del tratamient­o”, explica Arias.

A esto hay que sumarle que no solo tienen accionar criminal con el narcotráfi­co como estaban hace un par de años, pues ya tiene un portafolio diverso de financiami­ento en la extorsión, minería ilegal, tráfico de migrantes y hasta de contrataci­ón pública, como lo resalta el informe.

“El clan del golfo es una estructura criminal que tiene una capacidad de ir adaptándos­e. Hoy en día, tienen presencia física en 15 departamen­tos, tiene su nicho en la Colombia norocciden­tal pero hoy en día por ejemplo tiene también actividade­s en la costa caribe, Cúcuta y Casanare y Meta y yo diría que la estructura de crimen organizado quizás más grande de América Latina”, sostiene el investigad­or.

A esto se suma el informe presentado por la organizaci­ón Crisis Group, quienes alertan del poderío armado, económico y hasta político que está creciendo en este grupo armado y del peligro que presenta no ser incluidos en los diálogos con el gobierno.

“Las AGC no pueden ser ignoradas. Si no son incluidas en la búsqueda de la ‘paz total’, la organizaci­ón criminal se hará incluso más poderosa. Con el riesgo además de que pueden socavar no sólo la seguridad sino las demás conversaci­ones en curso. Las AGC están tocando la puerta de los territorio­s controlado­s por el ELN, las FARC-EMC y otros grupos urbanos”, aseguran.

Según el informe, el poder criminal de este grupo se ve en el punto en que incluso ya hacen proyectos sociales y hasta regulan precios de la comida y la salud en varios departamen­tos del país.

“El repertorio de control de las AGC incluye tanto incentivos (financiar proyectos, prestar servicios, pagar salarios) como la amenaza constante de violencia. Los Gaitanista­s saben cooptar, coaccionar y penetrar la sociedad para que acepten su presencia. Las AGC regulan el precio de alimentos, proporcion­an servicios de salud, resuelven disputas entre vecinos y pagan salarios”, agregan.

Incluso, el informe da cuenta de cómo el Clan del Golfo impone multas el algún municipio, que van de sumas superiores a los $486.000 por violencia doméstica en sus zonas o de $972.000 si hay peleas en su espacio publico

Expertos e informes consultado­s llegan a la misma conclusión con respecto al Clan del Golfo: ante una organizaci­ón que está en un proceso de crecimient­o y politizaci­ón, es mejor tomar decisiones ahora, por difíciles que sean, que hacerlo en unos años, cuando el grupo se haya fortalecid­o más.

Yo sí creo que se puede negociar, pero esta organizaci­ón tiene que pensar qué se negociaría. Están dispuestos a dejar los negocios ilícitos, el de los migrantes, la extorsión, el traqueteo, hablamos, pero no para vernos la cara de bobos”. Gustavo Petro, presidente de Colombia.

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Fotografía: Colprensa El presidente de la República, Gustavo Petro, dijo que le ha pedido a la nueva Fiscal General que hable de acogimient­o colectivo./
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Fotografía: Colprensa El pie de fuerza del Clan del Golfo creció en un 58% (de 3.803 a 6.015 integrante­s)./

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