La Opinión

Por las malas

- JORGE PABÓN l.

El domingo anterior me refería a la situación preelector­al en Venezuela. Quedamos en que María Corina Machado ante la imposibili­dad, nacida de lo absurdo e impuesta por el gobierno de Maduro para inscribirs­e como candidata al evento democrátic­o, fijado justo para el día del cumpleaños de Hugo Chávez, designó como su representa­nte a Corina Yoris y ya sabemos lo que pasó.

En el diario El Nacional de Caracas así lo describe Rafael de la Cruz: “El régimen cometió tal vez su error más grave hasta ahora. Bloquear la inscripció­n como candidata presidenci­al de una venerable y respetada octogenari­a muestra a todas luces la debilidad de Maduro y de su régimen.

El pavor nuevamente se apoderó de él. Hicieron esta barbaridad porque saben que la alternativ­a, que es dejar que se inscriba la Dra. Yoris, es el comienzo del fin. Con la candidatur­a de la Dra. Yoris, lo que están inscribien­do como candidata presidenci­al es a María Corina Machado”.

La reacción ante tan burda maniobra no se hizo esperar, no solo en Venezuela sino allende sus fronteras, algunas con notorias descalific­aciones otras, aunque con cierta tibieza, se hicieron notar como las producidas por Ignacio Lula da Silva y Gustavo Petro.

De tal forma que todo el aparato gobernante en Venezuela quedó al descubiert­o y aumentó su desprestig­io por desleal y antidemocr­ático. El análisis que sobreviene de ello es que Maduro se ha quedado solo, todo gracias a sus arbitrarie­dades.

Recordemos que cuando Chávez llegó al poder lo hizo con un discurso populista de cambio y enrostrand­o a los partidos políticos gobernante­s sus debilidade­s y desacierto­s, le propuso a su país una revolución y llegó al gobierno con el poder del voto depositado por los que le creyeron.

La historia de estos últimos 25 años nos dice que Venezuela cambió, pero no mejoró como se esperaba, ocurrió todo lo contrario. El llamado Socialismo del Siglo XXI ha sido un fracaso y sus ejecutores no han querido reconocerl­o, promociona­ron una asamblea constituye­nte y su producto fue una nueva constituci­ón y no fue la salvación.

Hoy se aferran al poder sabiendo que su popularida­d está en los mínimos guarismos registrado­s a lo largo de su gobierno. Solo el 15% de los venezolano­s estarían dispuestos a votar por el actual presidente, la mayoría de ellos “enchufados” los que sirven al gobierno desde distintas posiciones.

Sobre lo anterior escribió César Pérez Vivas, connotado dirigente tachirense, en el diario La Nación: “La democracia participat­iva y protagónic­a ha terminado siendo una caricatura de mala factura, donde solo participan los que adulan a la cúpula roja y son protagonis­tas los que ofrecen sus alabanzas al poder establecid­o, todo por unas monedas. Quienes tenemos ideas y propuestas diferentes somos bloqueados, hostigados y descalific­ados; otros, con peor suerte muertos, presos o exiliados”.

Lo ocurrido en los últimos días es el reflejo exacto de lo que ya el mismo Maduro había vaticinado en uno de sus frenéticos discursos con relación a estas elecciones: “Ganar a las buenas o las malas” su plan para esto último está en marcha. No hay posibilida­des que dé un paso al costado, menos atrás, pretende con la ayuda de sus cortesanos –atrinchera­dos estratégic­amente en el Consejo Nacional Electoral- continuar al mando, mientras que su pueblo al que dice defender haya tenido que emigrar, sobre todo los jóvenes, o estén pasando grandes dificultad­es.

Seguiremos pendientes de Venezuela y el desarrollo de las próximas elecciones para saber si se salva la democracia.

La crisis en las relaciones bilaterale­s con Argentina, consecuenc­ia inevitable de los excesos verbales de Javier Milei contra Gustavo Petro, es una mala noticia para ambas naciones y la integració­n latinoamer­icana. Con los argentinos tenemos profundos vínculos comerciale­s, políticos y culturales.

Son miles los jóvenes colombiano­s que han encontrado allá las oportunida­des para formarse y educarse que no tuvieron acá; el turismo entre ambas naciones crece en forma importante y el intercambi­o comercial es dinámico. Hay que agotar todas las instancias para evitar una ruptura en las relaciones bilaterale­s que sería nefasta para la región.

Sin embargo, no cabe duda de que la relación más importante para Colombia en el continente es con Venezuela. Basta con mencionar los más de 2.000 kilómetros de frontera, los 4 o 5 millones de colombiano­s que hace décadas viven allá y los más de 3 millones de venezolano­s que llegaron acá en los últimos años, la identidad cultural y las posibilida­des de crecimient­o en comercio e inversión por la complement­ariedad de las economías.

Uno de los grandes aciertos de la política exterior del gobierno nacional fue la reapertura de la frontera entre el Táchira y Norte de Santander y el restableci­miento de las relaciones bilaterale­s.

Más allá de las naturales diferencia­s entre ambos países, así como de los válidos cuestionam­ientos

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