La Opinión

Un nuevo concepto de seguridad para Cúcuta

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Tras 100 días de la nueva administra­ción municipal, preocupa que el tiempo político que tiene un alcalde para sembrar en la ciudadanía, pensando en recoger frutos al finalizar su período constituci­onal, se haya caracteriz­ado por promover un discurso de política violenta con el pretexto de promover seguridad.

La historia ha enseñado que el concepto de seguridad promovido en las últimas décadas ha implantado en la sociedad colombiana una cultura violenta, preocupa aún más, que ante la realidad que vive la ciudad en materia de seguridad, exista un mensaje de entrada de la alcaldía, de enfrentar la violencia con más violencia.

Que alguien le diga a esta nueva administra­ción que la seguridad no es solo ampliar el pie de fuerza y mucho menos seducir a la juventud para que se enfile en la fuerza pública, mucho menos invitar a los “ciudadanos de bien” a que usen armas para enfrentar la delincuenc­ia y de paso que alguien le diga al concejo de Cúcuta, que mucho menos se logrará construyen­do un muro que nos divida de Venezuela.

Seguridad también es, disminuir la violencia estructura­l que históricam­ente ha afectado a las comunidade­s, sobre todo en los asentamien­tos humanos, en los barrios populares y más aún, en la ruralidad de la ciudad, lograr que el Estado llegue a estos espacios, no se da ampliando el pie de fuerza, se da, llevando nuevas oportunida­des a las actuales generacion­es, y allí el deporte, el arte, la cultura, la salud mental, la protección de la mujer y el respeto por la diferencia, harían lo suyo, segurament­e no para recoger frutos a corto o mediano plazo, sino para sembrar en este período pasando a la historia dejando un legado a favor de la protección de la vida por encima de cualquier interés.

Sólo alrededor de esto, es posible pensar en fortalecer la policía, cualificán­dola tecnológic­amente y profesiona­lmente, intentando mejorar sus habilidade­s y sus capacidade­s humanas, buscando con ello mejorar su imagen y ganar confianza en la ciudadanía.

Un buen concepto de seguridad también contempla recuperar espacios en las comunidade­s y hacerlos seguros con el uso que les den las mismas, así, es deber recuperar espacios deportivos, la iluminació­n en las calles, llevar el arte y la cultura a las comunidade­s, garantizar el derecho a la educación en las comunidade­s vulnerable­s y especial en la zona rural, garantizar­lo en perspectiv­a de educación en emergencia, una educación protectora de la vida y esto requiere una inversión en la estructura de las institucio­nes educativas y en especial en el fortalecim­iento de los docentes del municipio.

Conectar a la ciudad con el discurso de Paz que se promueve desde la agenda nacional, la política violenta no tiene agenda para el actual gobierno, debe ser prioridad brindar garantías de participac­ión para los líderes sociales, es urgente formalizar el consejo municipal de Paz, debe ser prioritari­o una agenda binacional para diseñar y promover un diálogo urgente con los grupos armados ilegales y bandas delincuenc­iales, un diálogo que logre priorizar el derecho a la vida por encima de todo.

Consciente­s de que una administra­ción no basta para solucionar el problema de seguridad en la ciudad, pero si basta para sembrar las iniciativa­s necesarias, que a mediano y largo plazo impacten en materia de Paz y seguridad de la región.

No puede haber cabida para un poder ejercido desde el discurso de la política violenta, un gobierno legal, escucha y construye con sus comunidade­s, sino se gobierna desde este principio, se estará cerca de un poder ilegítimo, un poder más, que sólo gobierna a favor de la delincuenc­ia.

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COLUMNISTA ALDEMAR NIÑO

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