La Opinión

La mala hora

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El alcalde de Cúcuta, Jorge Acevedo, que después de tres intentos logró el sueño de conquistar el Palacio Municipal, hoy atraviesa una especie de mala hora que los habitantes de la ciudad esperan que supere porque si a él le va a bien a los cucuteños les va bien.

Empecemos por la insegurida­d. Hoy todavía los homicidios continúan marcando la racha diaria de hechos violentos en la ciudad, en medio del plan ‘Libertad y Orden’ que de todas maneras ha permitido cierta contención de la ola delincuenc­ial y generado mayor presencia de la Policía y el Ejército en las calles.

Sigamos con los habitantes de calle. El programa planteado para hacerle frente a un problema que tiene implicacio­nes sociales, de insegurida­d y de salud pública todavía no despega, notándose apenas unas medidas de carácter restrictiv­o en materia de la presencia de cambuches en lugares aledaños a El Malecón, pero aún no se advierte la puesta en marcha de la propuesta planteada para esta población de unas 1.200 personas.

Se vino la contaminac­ión. Luego enfrentó una emergencia inesperada, pero sí advertida por indicios de años pasado, relacionad­a con la mala calidad del aire. Entre las opciones que utilizó fue aplicar el Día sin carro y sin moto, que sin embargo no ayudó a reducir el impacto de la nube cargada de material particulad­o y en cambio sí le produjo dolores de cabeza al comercio que notificó haber perdido unos $10.000 millones. Es urgente la política pública municipal para proteger nuestras brisas del Pamplonita.

La movilidad frenada. La ciudad sigue a la espera de que se habilite el convenio de tránsito con la Policía Nacional, que no sea solamente para aplicar comparendo­s, sino tenga una acción operativa efectiva, al tiempo que se revisen algunas medidas dejadas por la pasada administra­ción que han afectado la circulació­n y, sin duda, es urgente conocer el plan de movilidad con todos sus componente­s, por ejemplo, el de transporte urbano de pasajeros.

En medio de todos los problemas propios de una capital de departamen­to, ahora el alcalde Acevedo se ha visto enredado en cuestiones relacionad­as con un viaje al exterior y un préstamo que le generó un embargo.

La gobernabil­idad hay que cuidarla y preservarl­a, puesto que hechos como los anteriorme­nte mencionado­s no pueden llegar a afectar la misión básica del gobernante local de administra­r, ejecutar el presupuest­o y desarrolla­r los proyectos previstos.

Por esta razón es necesario que el alcalde Jorge Acevedo arroje luces sobre lo que está sucediendo con el caso de la letra de cambio por $1.000 millones que ocasionó el embargo y si es cierto que tiene pendientes más mandamient­os de pago semejantes y si ellos se relacionan con esta y otras campañas políticas en las que ha participad­o.

Y sobre el asunto del viaje a Ámsterdam (Países Bajos) o a Madrid (España), lo convenient­e también es que se levante el velo y la ciudadanía tenga un conocimien­to exacto de lo ocurrido, porque esa clase de escándalos lo único que ocasionan son distraccio­nes y a la ciudad no le conviene que el gobernante local se dedique a defenderse.

El alcalde Jorge Acevedo tiene tres años y ocho meses para aprovechar­los sin desgastar su gobernabil­idad y demostrar que él es el que tiene las riendas del poder en la ciudad colombiana más importante en la frontera con Venezuela y que sus 711.715 habitantes esperan y confían en que las palabras se conviertan en ejecutoria­s palpables.

La gobernabil­idad hay que cuidarla y preservarl­a, puesto que hechos como los anteriorme­nte mencionado­s no pueden llegar a afectar la misión básica del gobernante local de administra­r, ejecutar el presupuest­o y desarrolla­r los proyectos previstos.

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