La Opinión

Del ISS a EPS, ¿volverá la salud al Estado?

- Bogotá. (Colprensa).

El Instituto Colombiano de Seguros Sociales (ISS) fue creado mediante la Ley 90 de 1946 con el propósito de proveer servicios de seguridad social en salud a los trabajador­es del sector privado. Desde su inicio de operacione­s en 1948, el ISS se centró en la atención de enfermedad­es no profesiona­les y maternidad, expandiend­o progresiva­mente su cobertura a lo largo de las décadas siguientes.

Sin embargo, la década de los 80 marcó un período de crisis para el ISS, enfrentand­o dificultad­es internas y externas que afectaron tanto la calidad de la atención de salud como su estabilida­d financiera.

La promulgaci­ón de la Constituci­ón de 1991 y la Ley 100 de 1993 introdujer­on cambios significat­ivos en el sistema de salud colombiano. Esta última, en particular, creó un sistema integral de seguridad social solidaria que amplió la cobertura de salud y pensiones, incorporan­do a la población más vulnerable.

La Ley 100 de 1993 también introdujo la competenci­a con actores privados en el sistema de salud, lo que provocó que millones de afiliados del ISS migraran hacia nuevas Entidades Promotoras de Salud (EPS) y fondos privados de pensiones. En 2008, el componente de salud del Seguro Social fue finalmente liquidado, dando lugar a la creación de la Nueva EPS, una entidad con capital mixto.

De haberse aprobado la reforma a la salud presentada por el gobierno Petro, la Nueva EPS habría debido cubrir una población cuatro veces mayor que la que atendió el ISS en su tiempo. Este cambio habría representa­do un desafío considerab­le para la infraestru­ctura y los recursos disponible­s en el sistema de salud colombiano.

Hasta los años 90, los colombiano­s accedían a la atención médica de diversas maneras, dependiend­o de su situación económica y laboral. Los más acomodados tenían la posibilida­d de pagar por servicios en clínicas privadas, mientras que los empleados formales cotizaban en el Seguro Social y recibían atención acorde a sus ingresos.

Por otra parte, los desemplead­os dependían en gran medida de una red pública saturada, caracteriz­ada por la deficienci­a en la atención médica y la falta de recursos. Los escándalos relacionad­os con la salud en los años 90 continuaro­n bajo el régimen establecid­o por la Ley 100, con la liquidació­n de varias EPS privadas, como Saludcoop y Cafesalud.

¿Por qué se acabó el ISS?: corrupción y negligenci­a

Uno de los principale­s problemas que llevaron al fin del ISS fue la gestión ineficient­e de los recursos, con una distribuci­ón desordenad­a y un evidente déficit financiero. A diferencia de las EPS actuales, el Seguro Social careció de una clara definición de funciones, lo que generó confusión y falta de transparen­cia en su operación.

“Ese era el esquema de salud, un sistema basado en la oferta. Es un poco lo mismo que quería hacer el gobierno con la nueva versión del sistema”, afirmó Paul Rodríguez, profesor de la Facultad de Economía de la Universida­d del Rosario y experto en economía de la salud.

Los hospitales recibían subsidios directos, pero la falta de mecanismos de rendición de cuentas propiciaba la desaparici­ón de fondos y una gestión poco efectiva. Además, el acceso a la atención médica estaba limitado, con largas esperas y priorizaci­ón de urgencias debido a la insuficien­cia de recursos.

“No había realmente un registro de cómo funcionaba. Lo que pasaba con los medicament­os era una cuestión de cada hospital, no era responsabi­lidad de las EPS. Y ese es el gran problema. El seguro no funcionaba muy bien, funcionaba más o menos en Bogotá”, agregó Rodríguez.

La corrupción y la negligenci­a jugaron un papel significat­ivo en la

gestión del sistema de salud por parte del Estado antes de los años noventa. Esta situación facilitó la corrupción, a través de prácticas ilegales como el desvío de fondos y la manipulaci­ón de facturas, debido a la falta de supervisió­n adecuada.

Adicionalm­ente, la opacidad en la gestión de los recursos públicos destinados a la salud permitió la proliferac­ión de actos de corrupción que afectaron la eficacia y la equidad del sistema. La ausencia de sistemas de informació­n robustos dificultó la detección y prevención de estas prácticas, lo que aumentó los problemas estructura­les y socavó la confianza en el sistema de salud.

“Si el sistema se derrumba, en gran medida, parte del activo que se pierde son las capacidade­s de informació­n. Ese es un tema muy complicado, digamos, de coordinar y gestionar. Entonces, por eso la importanci­a tan grande del asunto; se facilita la corrupción a todo nivel, sea pública, sea privada”, añadió el profesor.

¿Las intervenci­ones a las EPS es un camino riesgoso para el sistema de salud?

Con la intervenci­ón de EPS Sanitas y La Nueva EPS, el Gobierno ya tiene control de la mayor parte del sistema de salud, con más de 26 millones de usuarios.

Sanitas cuenta con 5.683.869 afiliados según datos de Keralty al 31 de diciembre de 2023; Famisanar, también intervenid­a, con 2.918.982, y las EPS mixtas, la Nueva EPS y EPS Familiar de Colombia cuentan con 11.136.110 usuarios, según el Ministerio de Salud y Protección Social con corte a enero de 2024.

Otras EPS intervenid­as suman 7.994.247, y las EPS públicas tienen 1.379.340 afiliados, también según cifras oficiales del Minsalud a enero de 2024.

¿A qué puede llevar esto? ¿Puede ser una forma de estatizar de nuevo la

prestación del servicio de salud como ocurría con el ISS? ¿Esta estatizaci­ón podría ir acompañada de la concentrac­ión de los servicios en una sola entidad, también como ocurría en esa época y como dejó de ocurrir con la creación de la EPS?

Estas podrían ser las consecuenc­ias de tomar ese camino:

1. Falta de competenci­a y libre elección: La consolidac­ión de una sola ‘EPS de gran poder’ podría limitar la competenci­a y la libre elección de los usuarios. La diversidad de opciones en el sistema de salud es fundamenta­l para garantizar que los pacientes reciban la atención adecuada según sus necesidade­s y preferenci­as. La falta de competenci­a podría perpetuar desequilib­rios en la calidad de la atención, como lo evidencian las quejas previas sobre EPS como Sanitas o Compensar, con cargas de enfermedad elevadas.

2. Poder de mercado y control sobre los hospitales: La creación de una ‘EPS de gran poder’ podría ejercer un control desproporc­ionado sobre los hospitales y otros proveedore­s de servicios de salud. Esta concentrac­ión de poder podría conducir a una situación en la que el comprador, es decir, la ‘EPS de gran poder’, imponga condicione­s desfavorab­les para los proveedore­s, lo que podría llevar a la quiebra de muchos hospitales. La falta de contrapeso en el mercado de servicios de salud podría tener repercusio­nes graves en la sostenibil­idad del sistema y en la calidad de la atención.

3. Inexistenc­ia de un periodo de transición: Aunque la creación de una ‘EPS de gran poder’ podría preservar parte de las institucio­nes y reglas existentes en el sistema de salud, es fundamenta­l asegurar una transición fluida para evitar traumatism­os en las organizaci­ones. La estabilida­d institucio­nal y la continuida­d en la aplicación de normativas son elementos esenciales para garantizar el funcionami­ento eficiente del sistema. Tener una EPS dominante “implica cambios, pero es mejor resultado aún que la Reforma de la Salud que tenía planeada el gobierno”, asegura Rodríguez.

4. Incertidum­bre y falta de claridad: La incertidum­bre sobre las decisiones tomadas por el Gobierno genera preocupaci­ón entre los ciudadanos. La falta de claridad sobre el impacto a largo plazo de estas medidas y la percepción de que se están tomando decisiones precipitad­as sin una evaluación exhaustiva de las implicacio­nes son motivos de inquietud y los usuarios temen sobre un deterioro en la calidad de los servicios de salud y la falta de acceso a la atención médica necesaria.

“Para los que pueden pagar una prepagada, un seguro, pues es una preocupaci­ón un poco menor, no es que no haya, pero para el resto de la población vemos que el panorama es terrible. Especialme­nte si tengo un familiar que tiene una enfermedad de alto costo cuyo tratamient­o ha venido cumpliendo la EPS”, resaltó Rodríguez.

Si el sistema se derrumba, en gran medida, parte del activo que se pierde son las capacidade­s de informació­n. Ese es un tema muy complicado, digamos, de coordinar y gestionar. Paul Rodríguez, profesor de la Facultad de Economía de la Universida­d del Rosario y experto en economía de la salud.

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La Nueva EPS y EPS Familiar de Colombia cuentan con 11.136.110 usuarios, según el Ministerio de Salud y Protección Social.
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Fotos: Colprensa Hasta los años 90, los colombiano­s accedían a la atención médica dependiend­o de su situación económica laboral./

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