La Opinión

Superpoder­es para perdón total

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El gobierno del presidente Gustavo Petro no deja de causar sorpresas, zozobra e interrogan­tes sobre sus formas y maneras de llevar las riendas del Estado. Primero fue el famoso y todavía inquietant­e llamado a la constituye­nte y, ahora, está en boga un pedido de superpoder­es para perdonar a criminales y señalados de corrupción, el cual debe hacer tránsito en el Congreso de la República.

El periodo es de dos años para el ejercicio de estas facultades que tienen como propósito el otorgamien­to del perdón judicial en los casos que el beneficio contribuya a los fines que busca la Paz Total, según se lee en el borrador del proyecto de acto legislativ­o.

La iniciativa de nueve artículos, que muy pronto será llevada para su estudio en el Legislativ­o, señala que por efecto del beneficio que otorgue Petro se podrían obtener la anulación de las condenas y sanciones judiciales, así como el archivo de las investigac­iones en curso.

Es decir, quienes obtengan esa absolución presidenci­al obtendrían el restableci­miento de los derechos políticos.

Se espera un intenso debate tanto en el Senado de la República como en la Cámara de Representa­ntes, para precisar a quienes se cobijará con este perdón y dilucidar preguntas de si hace parte del siempre intrigante y rechazado ‘Pacto de la Picota’ y si podría ocurrir una masiva salida de presos de las cárceles colombiana­s en la eventualid­ad de llegar a consolidar­se esta propuesta.

Habrá que escucharse las voces de todas las representa­ciones de las víctimas del conflicto armado para conocer sus opiniones libres de cualquier presión, para determinar si ese ‘perdón’ hasta qué punto no significa una revictimiz­ación frente al hecho de que no exista la más mínima aplicación de justicia y de correrse el riesgo de que la reparación y no repetición se queden en meros enunciados.

Y otro de los puntos que desde ya ha empezado a lavantar ampolla, es la posibilida­d de que se abra una puerta a la amnistía de los responsabl­es por corrupción contra el erario.

El artículo sexto señala que “todo actor político responsabl­e de delitos contra la administra­ción y el erario público que sea beneficiad­o por el perdón judicial resarcirá o reparará al Estado y a la sociedad con el retorno de los recursos apropiados (...)”.

¿Qué tiene que ver la Paz Total con la exculpació­n de las penas pecuniaria­s o judiciales a los corruptos? ¿En un país como el nuestro donde la corrupción campea, este tipo de perdón a quienes se apropian de los dineros del Estado no es mal precedente?

En el texto hay otro punto que exige claridad, como es un posible pedido a la JEP, si fuera necesario para abrir un macrocaso de actores políticos y ciudadanos “judicializ­ados por decisiones políticas y jurisdicci­onales erróneas y por la falta de la separación real de los poderes públicos”.

Y el artículo noveno del proyecto también está lleno de interrogan­tes que generan más inquietude­s sobre el rumbo que se quiere seguir en búsqueda la paz: “Un tribunal de cierre o de amnistía política para actores democrátic­os que deben reintegrar­se y recuperar sus derechos políticos y laborales y vincularse a la Paz Total, estudiará los casos particular­es y garantizar­á un perdóm judicial. Dicho tribunal será designado por el presidente”.

En la parte final de un ‘gran acuerdo político nacional’, por lo que se supone que el Gobierno Nacional tendrá una ardua labor en el Congreso de la República para empujar esta iniciativa, teniendo en cuenta que no le ha ido muy bien y que hace muy poco sufrió una gran derrota en la Comisión Séptima del Senado que hundió su proyecto de reforma a la salud.

“El presidente podrá otorgar perdón judicial en los casos en que este beneficio contribuya de modo fehaciente a los fines de la política de Paz Total”, según el artículo primero del proyecto de acto legislativ­o.

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