La Opinión

Puerto Santander, la “cenicienta” de la frontera

Habitantes y Comerciant­es DEL pueblo se quedaron Con la fiesta montada Este jueves, Cuando ESPERABAN la Apertura DEL paso vehícular En El Puente Internacio­nal Unión.

- Redacción María José Salcedo mariajose.salcedo@laopinion.com.co

Entre la expectativ­a y la desesperan­za se levantó la gente en Puerto Santander este jueves 11 de abril, día en que estaba prevista la apertura del paso vehicular en el Puente Internacio­nal Unión, el único de los cuatro pasos entre Colombia y Venezuela que se mantiene con restriccio­nes de movilidad.

El pueblo, que atraviesa una depresión económica desde el 2015, cuando se dio el cierre inicial de los puentes y que se agudizó tras la pandemia, alcanzó a abrigar ilusiones luego de que Freddy Bernal, gobernador del Táchira, una semana atrás, anunciará la decisión del gobierno de su país de habilitar el paso a vehículos particular­es.

El 11 de abril ya había sido marcado en el calendario de los lugareños, que alistaban actos cívicos culturales para celebrar el acontecimi­ento. Pero literalmen­te todo se abanó. La pólvora se mojó y la molestia y la desazón eran perceptibl­es en el ambiente.

“Puerto Santander es la ‘cenicienta’ de la frontera”, afirmó con molestia uno de los comerciant­es de la zona, cansado de los anuncios de apertura que se vienen haciendo desde el pasado mes de septiembre, y que han terminado en una postergaci­ón tras otra.

Lo cierto es que la situación económica en este municipio es precaria. En la calle principal, la misma que conduce al Puente Unión, hay más comercios que compradore­s.

“Aquí hay días en que la gente de los negocios no logra picar (vender) nada”, dijo el dueño de un local de víveres, que tiene mejor suerte, porque su oferta tiene que ver con artículos de primera necesidad, “pero pregunte en las tiendas de ropa o zapatos. No venden”, dice.

José Castellano­s es dueño de un hotel - restaurant­e, y además funge como líder de los comerciant­es en Puerto Santander.

Desde su establecim­iento habla con preocupaci­ón de la crisis que afecta al pueblo y que su negocio también padece. “El comercio aquí se mueve apenas en un 30% aproximada­mente”, afirma y pone de ejemplo su situación, “aquí tengo 40 habitacion­es y en las noches si recibo uno o dos huéspedes es mucho”, dice.

En su caso, asegura que la pandemia terminó de acabar con la dinámica comercial que había en el pueblo a pesar de las restriccio­nes que existían.

“El comercio no da más, estamos prácticame­nte en quiebra”, dice, y afirma que las poblacione­s de Puerto Santander y Boca de Grita y Orope -del lado venezolano- “necesitamo­s la habilitaci­ón plena del puente de manera urgente”.

“Llevábamos una semana contentos acá en Puerto Santander, teníamos fecha y hora, pero nada, seguimos castigados. La vida de Puerto Santander, es el Puente Unión, y si el paso vehicular se mantiene cerrado, vamos a seguir amarrados, como desde hace nueve años”, añadió Castellano­s.

Mejoras necesarias

Más allá de la ilusión y la inapelable necesidad de levantar las restriccio­nes en ese paso binacional como mecanismo para incrementa­r la dinámica comercial de la zona, es evidente que se requieren mejoras obligatori­as.

El Puente Unión está anclado en el tiempo. Su vetusta estructura data de 1926, cuando servía de empalme a los ferrocarri­les de Cúcuta y Táchira. Mide 315 metros de largo y 7.3 metros de ancho. Su capacidad máxima es de 10 toneladas.

Aunque recienteme­nte fue reforzado por el Instituto Nacional de Vías, Invías, que invirtió 1.100 millones en su mantenimie­nto con ocasión de su eventual apertura, todavía no se ajusta a las expectativ­as de comercio binacional que se han planteado los gobiernos de Colombia y Venezuela.

Empezando por el hecho de que es un puente de un solo canal y asimismo la vía que lo conecta a la calle principal del pueblo, plagada de comercios formales e informales a lado y lado de la calzada.

Al respecto la alcaldesa Teresa Gómez señaló que este comercio será reubicado, “porque están en espacio público”. Además recalcó que es una de las condicione­s que se imponen desde los diferentes entes nacionales para poder habilitar el paso.

Más allá de la voluntad se requiere la implementa­ción de una logística especial que agilice, en principio, el tránsito de carros particular­es, y luego las cargas del carbón, que es la apuesta más ambiciosa.

A largo plazo hay dos propuestas: la construcci­ón de un puente paralelo al ya existente o la construcci­ón de una estructura más amplia, al estilo Atanasio Girardot. Ambas propuestas son ya del conocimien­to del Área Metropolit­ana de Cúcuta, ente a través del cual se tramitaría­n los recursos.

Un territorio infravalor­ado

Milton Peña ha vivido 45 de sus 48

años en Puerto Santander. Como presidente del Concejo Municipal, lamenta que en tanto tiempo nunca se le haya dado el valor que merece a esta zona.

Su ubicación estratégic­a –a cinco horas del Lago de Maracaibo- solo ha sido aprovechad­a por el sector carbonero, que estableció por esta zona su ruta al mercado internacio­nal. El resto de mercancías se han comerciali­zado por los puentes Simón Bolívar y Francisco de Paula Santander.

“Esta es una frontera viva, pero nunca la han visto con interés por su potencial, siempre han buscado otras alternativ­as”, dice el edil, quien considera que el municipio tiene las cualidades para establecer una zona franca “pero nos tienen a menos. Somos un municipio prácticame­nte desconocid­o, que solo miran cuando registra hechos de violencia o contraband­o, pero para proyectos productivo­s grandes no”.

Lo que pocos dicen

Si bien para muchos la habilitaci­ón

del paso vehicular en el Puente Unión abre un abanico de posibilida­des al reimpulso económico del municipio, otros tienen sus reservas, específica­mente alrededor de la exportació­n de carbón.

“Yo sí quiero que abran el paso a carros particular­es, pero no tengo mucha expectativ­a con el negocio del carbón”, dijo un comerciant­e que con años en el pueblo recuerda como en la “buena época”, cuando pasaban por lo menos 200 carros con cargas de este mineral, había mucha enfermedad respirator­ia, producto del polvillo que desprendía el material a su paso.

“Soy partidario de la construcci­ón de un puente alterno, por otro sector, donde no se afecte la salud de los pobladores”, añadió el particular.

Otra situación que siembra dudas sobre el éxito que pueda tener la habilitaci­ón plena del tránsito en el paso internacio­nal, es la cantidad de controles de seguridad del lado venezolano.

“Si no recogen esa cantidad de puntos de control del lado venezolano, la gente va a seguir prefiriend­o dar la vuelta por San Antonio y Ureña. Allá no los molestan, por aquí les quitan todo: plata, mercado y mercancía”, dicen los pobladores del Puerto, que llaman a esa práctica “la llorona”, es decir, los funcionari­os de seguridad lloran para que les den y la gente llora para que no les quiten.

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Foto: Juan Pablo Cohen. Comerciant­es en Puerto Santander aseguran estar al borde de la quiebra, ante las persistent­es restriccio­nes del paso por el Puente Unión. /
 ?? Foto: Juan Pablo Cohen. ?? El Puente Unión data de principios del siglo XX por lo que es necesaria una adecuación a la dinámica comercial actual. /
Foto: Juan Pablo Cohen. El Puente Unión data de principios del siglo XX por lo que es necesaria una adecuación a la dinámica comercial actual. /
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Foto: Juan Pablo Cohen. El comercio formal e informal estan dispuestos a colaborar con el despeje del espacio público./

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