La Opinión

Empresario­s: José Urbina Amorocho

- Redacción Gerardo Raynaud D. gerard.raynaud@gmail.com Continuará la próxima semana.

La presente crónica fue escrita por Carlos Orduz y compilada en el libro Apuntes de Historia empresaria­l cucuteña. Es parte integrante de la serie de biografías breves de empresario­s y personajes destacados del mundo empresaria­l de la ciudad.

Grandes pensadores han sostenido que la mejor universida­d son los libros hoy en día, y esta verdad, a pesar del desarrollo que modernamen­te han tenido las institucio­nes docentes, es en la actualidad más cierta que nunca.

Pero algo más profundo nos lleva a corroborar que la universida­d excelente es la de la vida ya que lo que aprende por sí mismo el ser humano, lo que le exige un esfuerzo personal de búsqueda y asimilació­n, desarrollo y concreción de los ideales, los consigue en ella, como fuente perenne de inspiració­n.

Lo anterior como un prólogo del personaje de este relato, José Urbina Amorocho, pertenece a la generación de mitad de siglo donde con dificultad­es se podía ascender en el plano social por el estudio ya que las oportunida­des para la provincia eran limitadas y era necesario hacerle frente a la vida desde temprana edad, y sólo los osados y con visión futurista ayudados con un poco de suerte, logra salir a flote y con grandes perspectiv­as económicas.

Lo vemos sobresalir en el ámbito comercial no sólo a nivel local sino que traspasa los límites departamen­tales y acrecienta su empresa en Santander, Arauca y parte de la costa. Igualmente ve que la integració­n es factor de desarrollo y se ubica en Venezuela.

Su avance económico lo lleva a mirar hacia la URSS y así vemos que importa un jeep de la marca UAZ que con orgullo exhibe en su bodega de la calle 9 junto al majestuoso almacén y distribuid­ora de gas.

La radio transmite mensajes de rebaja de precios en la mercancía de su negocio por traslado del mismo, pero pocos saben o conocen que el motivo real es el construir el mejor centro comercial de la ciudad, según un informante indiscreto, ya están los planos y diseños listos ya que quiere darle a Cúcuta algo digno y como contrapres­tación a la urbe que lo proyectó a nivel nacional no sólo en el plano económico, sino también en lo político (se codea con los jerarcas del partido liberal de la capital del país) y en lo social de Colombia y Venezuela.

Sea esta la oportunida­d para relevar su figura con mérito más que sobrado en nuestro medio, por el ascenso que hizo con base en su deseo de superación y por las metas alcanzadas en desarrollo de su acción positiva creyendo en sí, en sus capacidade­s.

Es bueno resaltar su creación de dos importante­s empresas que desarrolla­n una labor en pro del civismo tan venido a menos en los últimos años, como son: La Corporació­n para la Defensa de Cúcuta y la emisora Radio San José cuyos programas propenden por el mejoramien­to de la comunidad.

Adelanta mejoras de la redoma de San Luís, que estéticame­nte le da realce a nuestra querida ciudad.

En marzo de 2007, la revista Semana publicó en siguiente reportaje:

Al grueso de los colombiano­s, el nombre de José Urbina Amorocho no les dice nada, pero para los que están en el negocio del gas, es sinónimo de poder, inteligenc­ia, astucia y emprendimi­ento. Este hombre, nacido en Arboledas, Norte de Santander, quien salió con su madre y su hermana a los 14 años por la violencia y comenzó vendiendo clubes de lotería y otros productos para vivir, es considerad­o hoy día el ‘zar’ del gas en Colombia.

En pocas décadas José Urbina logró construir un grupo empresaria­l que hoy controla el 25 por ciento del negocio del gas en Colombia, especialme­nte el propano. La historia de este hombre, que siempre ha manejado un bajísimo perfil, es la que los productore­s de Hollywood siempre buscan para mostrar que, más que dinero, abolengo y herencia, lo que los hombres necesitan para construir sus sueños es inteligenc­ia, astucia y tesón.

El primer paso para construir su grupo de empresas lo dio en 1960, cuando montó en el centro de Cúcuta el Almacén Olímpico, donde vendía electrodom­ésticos; al igual que cocinas, calentador­es, lámparas y hornos a gas; muebles, máquinas de coser y bicicletas. La mayoría de las ventas se hacían a crédito. En esos años el país comenzaba a experiment­ar el primer gran auge del gas. Si bien la industria petrolera nacional había arrancado en la década de 1920, el gas propano, uno de los derivados de este producto, sólo era usado en las casas de los empleados norteameri­canos.

Lentamente su uso fue impulsado por Ecopetrol, pero vendido a través de un complejo sistema. Esto hacía que el gas escaseara continuame­nte, a pesar de que al otro lado de la frontera, en Venezuela, había de sobra. No eran tiempos de integració­n económica.

Para poder viabilizar su negocio de gasodomést­icos, José Urbina creó en 1962 Urbigás, una pequeña distribuid­ora de gas propano que básicament­e buscaba atender a los compradore­s de equipos de su almacén Olímpico. Tres años después, Germán Gavassa, presidente de Gas del Norte, la empresa más grande de Cúcuta, llamó a Urbina y le dijo que la junta directiva había tomado la decisión de vender y que él tenía la primera opción. “Me entusiasmé, me emocioné y me asusté, y les dije: ‘Me están mamando gallo’, porque no tenía cómo pagarles”. Entonces don Germán me dijo: “me la va a pagar como a usted le gusta: se la vamos a cambiar por corotos”, es decir, por electrodom­ésticos, gasodomést­icos y muebles.

Fue gracias a ese cambalache que Urbina, sin saber en ese momento, había tomado una decisión que cambiaría su vida, la de meterse de lleno en el complejo mundo del gas. La situación económica de Gas del Norte no era fácil, pero este hombre, de entonces 34 años, lector incansable, especialme­nte de biografías, se vio obligado a jugarse el todo por el todo. Allí demostró que era un gran administra­dor, imaginativ­o y un jugador duro y arriesgado en los negocios.

Las dos empresas que fundó José Urbina Amorocho: La Corporació­n para la Defensa de Cúcuta y la emisora Radio San José.

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