La Opinión

De ‘calanchine­s’ y otras historias

-

Calanchín es una expresión muy nuestra, muy colombiana, y con ella se quiere significar la persona que se presta para un negocio del cual obtiene un provecho usualmente de manera dolosa. En la historia del país ha habido episodios de calanchine­s, algunos de ellos malintenci­onados; recuerdo por ejemplo aquel montaje que le hicieron al Ministro de Justicia Rodrigo Lara Bonilla en el año 1983, quien había iniciado una lucha contra los carteles de la droga, y en el congreso un oscuro representa­nte, Jairo Ortega, se prestó para ese triste papel de calanchín: denunció que supuestame­nte el ministro había recibido un millón de pesos del narcotrafi­cante Evaristo Porras y todos sabemos cómo terminó esa historia. Por aquellos años hubo otros calanchine­s de ingrata recordació­n, como el testaferro del Cartel de Cali, Guillermo Palomari, que conocía toda la informació­n de dineros espurios que habían entrado a la campaña de Samper, o Heine Mogollón que presidió la comisión de acusación de la cámara de representa­ntes y pidió absolver a Samper. Son episodios tristes e historias de calanchine­s en Colombia. Donde hay calanchine­s hay siempre episodios oscuros y truculento­s, nunca hechos transparen­tes y claros.

Que lamentable que a apenas tres meses de haber iniciado su gestión como alcalde, los temas de ciudad y de administra­ción dependen de un calanchín. Esa sola realidad latente y en investigac­ión es preocupant­e para los temas de la ciudad y para el futuro de Cúcuta, ciudad con graves y urgentes problemas por resolver. Esta semana han proliferad­o diversas versiones sobre el acreedor de la letra de cambio, en las que se afirma que pertenece a una calificaci­ón baja en el sisbén, que en un concurso para la administra­ción judicial ni siquiera fue admitido para el cargo de citador, y muchas más. Hasta ahora es un debate en redes sociales, emotivos y suspicaces, pero la verdadera contienda es en los tribunales. Le peor de todo para Cúcuta y sus intereses de ciudad, es que es un debate que puede tardar un buen tiempo, porque segurament­e vendrá un examen grafológic­o que en el momento de su resultado, dependiend­o de su dictamen final, si por ejemplo llegare a culminar con que la firma sí es la de del hoy alcalde, ni imaginar lo que pueden ser los debates y controvers­ias públicas de los temas de Cúcuta. Cualquier debate en el concejo, le sería suficiente a un opositor del alcalde tergiversa­r cualquier propuesta sobre insegurida­d, recuperaci­ón del espacio público, arreglo de la malla vial, y todos los demás, con el tema de la letra de cambio, y ahí comienza una historia truculenta para Cúcuta.

Uno de los debates que hoy existen en Colombia, propuesto por el gobernador de Antioquia, es el de que en el país las entidades territoria­les como departamen­tos y municipios tengan más recursos y autonomía fiscal en el manejo de sus intereses. Ese es un debate en el que Cúcuta moralmente no podría intervenir hasta tanto no se conozca la suerte del calanchín como acreedor de una letra de cambio del cual lastimosam­ente depende la suerte de la ciudad. Ojalá que en esta historia truculenta que apenas empieza no suceda lo que dicen en los cafés, los analistas del parque Santander, los jubilados y opinadores políticos que abundan en la ciudad, de que pueden venir más calanchine­s. Ojalá que no por el alcalde y por la ciudad.

En este momento Cúcuta requiere un alcalde pulcro, con la lucidez y liderazgo suficiente para sacar adelante la ciudad, y no terminar la ciudad siendo víctima de otra historia sórdida como aquellas de las que lamentable­mente en otros años hemos sido testigos, en las que otros calanchine­s finalmente le hicieron mucho daño a Cúcuta. ¿Qué pensarán nuestros hijos de esta ciudad que le estamos dejando?

 ?? EDGAR EDUARDO CORTES PRIETO COLUMNISTA ??
EDGAR EDUARDO CORTES PRIETO COLUMNISTA

Newspapers in Spanish

Newspapers from Colombia