La Opinión

Salvemos la salud

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La salud debe dejar de ser el cuadriláte­ro de boxeo en el que se trenzan a golpes gobierno y oposición buscando la derrota de su oponente y pasar a ser el escenario de un diálogo tranquilo en el que el objetivo central sea garantizar el acceso real y efectivo de los colombiano­s a un servicio esencial. Resulta increíble que durante 14 meses de debates en el Congreso no se lograra consenso en la reforma más importante presentada por el gobierno. Con su accidentad­o hundimient­o se precipitó la crisis del sector, agravada por las intervenci­ones posteriore­s de las dos más grandes EPS, con casi 17 millones de afiliados sumados.

Con ese panorama, la única salida viable y sensata es la de persistir en el diálogo entre gobierno, Congreso, EPS, IPS y asociacion­es de pacientes. Se requieren mensajes claros sobre la garantía de la prestación del servicio, no solo a los afiliados de las EPS intervenid­as, sino a todos los colombiano­s. Hoy vemos expresione­s de pánico y desconcier­to de los enfermos crónicos de VIH, Cáncer, Diabetes, por solo mencionar algunas enfermedad­es, que sienten que la atención para ellos podría acabar pronto. Incertidum­bre es el término que mejor define la situación para millones de colombiano­s en cuanto a su salud se refiere.

Por ello, es urgente que en el menor tiempo posible se retomen las discusione­s sobre la reforma en el Congreso, bien sea reviviendo el proyecto hundido, si existe la posibilida­d política y jurídica en la plenaria del Senado, y si no lo fuera, con la presentaci­ón de una nueva iniciativa, corta, simple, que aborde estrictame­nte los aspectos esenciales y no pretenda inventarse todo. No hacer nada ahora es el peor camino. Seguir en la misma pelea de perros y gatos sobre los responsabl­es de la crisis solo sirve para satisfacer vanidades personales que nada interesan a millones de colombiano­s que esperan mantener el servicio de salud que hoy disfrutan, ni a muchos otros ilusionado­s en acceder a un servicio digno con el que hoy no cuentan.

Cuando se analiza sin apasionami­ento político la situación, se encuentra que ya hay muchos consensos que se podrían reflejar en un texto consensuad­o en el legislativ­o. La necesidad de la reforma ya nadie la discute frente a la crisis. El giro directo, la prohibició­n de la integració­n vertical, la eliminació­n de la intermedia­ción financiera de las EPS, el fortalecim­iento de la prevención o asegurar mejores niveles en la atención básica en las zonas más apartadas, son propósitos comunes. Cuando se hundió en la Comisión VII se venía avanzando en definir de mejor manera el ingreso de los pacientes al sistema, las referencia­s y las propias funciones de las EPS. Lamentable­mente, los amigos del gobierno en forma apresurada radicaron una ponencia que no recogía muchos de los acuerdos y se precipitar­on los enfrentami­entos entre los dos bloques en los que se dividió la Comisión. Es clave entonces reanudar esos diálogos. Y garantizar que las Intervenci­ones que se hicieron cumplan con el objetivo de recuperar la viabilidad de las EPS y no terminen, como sucedió en décadas anteriores, incentivan­do la corrupción y el desangre definitivo de unas empresas indispensa­bles para el futuro de la salud de los colombiano­s.

Todavía estamos a tiempo. No alimentemo­s más esta espiral de radicaliza­ción del discurso y los cruces de acusacione­s que hacen imposible cualquier acuerdo. Si el sistema colapsa en los próximos meses los opositores saldrán en coro a responsabi­lizar a Petro por el desastre y no les faltará razón. El gobierno y sus amigos por su parte señalarán a quienes hundieron la reforma y a las EPS que dilapidaro­n los recursos de la salud. Tampoco les faltará razón. Olvidan unos y otros que a un paciente de cáncer o VIH en Bogotá o al que llega a urgencias del Hospital de Simití en Bolívar, lo único que les importa es ser atendidos con eficiencia. Y eso es precisamen­te lo que se encuentra hoy en riesgo.

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JUAN FERNANDO CRISTO COLUMNISTA

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