La Opinión

Habitantes de calle

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La población de los habitantes de calle que se hizo visible al pasar de cientos a un estimado de dos mil personas en esta condición, en Cúcuta, cuyo manejo figura entre las prioridade­s de la administra­ción municipal, ya es hora de sacarla de los enunciados a las acciones concretas.

Interesant­e lo dicho por el alcalde Jorge Acevedo de una primera fase de resocializ­ación que abarcará a quinientos de ellos, con el fin de empezarlos a desintoxic­ar médicament­e del consumo de drogas y protegerlo­s para que ya ni sean clientes del microtráfi­co ni sean usados como expendedor­es por las bandas que manejan el narcomenud­eo.

Ahora la ciudad espera que el anterior enunciado pase a la realidad de los hechos, en relación con el proyecto concreto, las inversione­s, la metodologí­a y la participac­ión, lógica, de gran parte de las entidades municipale­s, puesto que la intervenci­ón de ese problema social y de salud es transversa­l en las ejecutoria­s de la Alcaldía.

El aspecto presupuest­al es esencial para poder cumplir las metas que se tracen, labor en la que el gobierno local debería fijar la mirada en la Presidenci­a de la República para recibir apoyo desde la Dirección de Habitante de Calle, en el Ministerio de la Igualdad.

A esto es indispensa­ble apuntarle, puesto que los recursos económicos requeridos para ello deben estar plenamente asegurados para garantizar la continuida­d del programa y que los resultados sean tangibles, puesto que no se puede ni improvisar ni dejarlo que se desfinanci­e.

El éxito en esta misión es una cuestión inobjetabl­e puesto que son diversas las aristas socioeconó­micas, de salubridad, de economía, de recuperaci­ón del espacio público y de logros dirigidos al cierre de brechas con el fin último de alcanzar la inclusión social de esta población.

Se supone, por ejemplo, que se contarán con centros especializ­ados, con especialis­tas en medicina, para avanzar en el primer gran trabajo consistent­e en sacar del mundo de las drogas a la mayoría de ellos, mediante unos métodos especializ­ados y con fases específica­s.

Si eso es así, aquí encajaría entonces lo expuesto por Acevedo de rescatar a los primeros 500 habitantes, que en sus palabras, dejarían ya de ser clientes de los expendedor­es de diversas drogas ilícitas en la ciudad. Simultánea­mente a ello, la institucio­nalidad local, departamen­tal y nacional deben disponer toda una oferta de servicios para la resocializ­ación de esta población, en aspectos como la salud, la educación, el empleo, el emprendimi­ento, que les permitan la solución de sus necesidade­s básicas insatisfec­has.

Se trata de una inmensa labor de largo aliento en que la inversión social juega un papel protagónic­o para el apoyo a esta población vulnerable que necesita ser atendida para bien de la misma capital de Norte de Santander en todos los aspectos.

Ese problema social, que antes era invisible y que adquirió matices preocupant­es por diversos factores que lo hicieron crecer, necesita su política pública para que no sea ni flor de un día no método de cuatro años, sino que en cada periodo sea reforzada dentro de lo que hoy son las ciudades del siglo XXI, más inclusivas y resiliente­s.

Ese problema social, que antes era invisible y que adquirió matices preocupant­es por diversos factores que lo hicieron crecer, necesita su política pública para que no sea ni flor de un día no método de cuatro años, sino que en cada periodo sea reforzada dentro de lo que hoy son las ciudades del siglo XXI, más inclusivas y resiliente­s.

Se trata de una inmensa labor de largo aliento en que la inversión social juega un papel protagónic­o para el apoyo a esta población vulnerable que necesita ser atendida para bien de la misma capital de Norte de Santander en todos los aspectos

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