La Opinión

Hora de ajustar

-

El presidente Petro con generosida­d, ingenuidad e improvisac­ión se jugó desde su primer día de gobierno por La Paz. Su política de paz total buscó el silenciami­ento de los fusiles de los distintos grupos armados ilegales, que crecieron geométrica­mente durante los 4 años de Duque. Partió de la base que era posible sostener varias mesas de negociació­n simultánea­s y paralelas que permitiera­n la disminució­n de la intensidad del conflicto en distintas regiones del país y el alivio del drama humanitari­o de los colombiano­s que habitan los territorio­s que habían recuperado tranquilid­ad y seguridad tras la firma de los acuerdos de paz. Lamentable­mente esos avances se comenzaron a perder por la nula implementa­ción del acuerdo con las Farc. El Congreso y la Corte Constituci­onal avalaron la política de paz total del gobierno nacional pero lamentable­mente los grupos ilegales no han respondido a la generosa oferta del estado con una verdadera voluntad de paz.

Cuando se acerca la mitad del periodo presidenci­al es importante evaluar el resultado de la política y adoptar rectificac­iones que permitan recuperar la iniciativa del estado. En primer lugar es esencial para el éxito de cualquier negociació­n política con estos grupos que se defina una estrategia integral de seguridad. Si no se persigue militarmen­te en los territorio­s a quienes persisten en la violencia, no habrá incentivos para que tomen en serio la posibilida­d de un acuerdo de paz. Los ceses del fuego bilaterale­s con el Eln y las disidencia­s de Iván Mordisco no han arrojado los resultados esperados, porque en muchos de los departamen­tos se vive más un enfrentami­ento entre ellos mismos que contra las fuerzas militares. El balance es desigual y depende mucho de la región que se analice, por el desorden y la federaliza­ción de los grupos.

Para nadie es un secreto que en el caso del Eln, por encima de las decisiones del COCE, juegan un papel esencial los comandante­s de los frentes nororienta­l y occidental que tienen posiciones disímiles frente a las negociacio­nes y persisten en sus actividade­s criminales, sometiendo a las poblacione­s de Arauca y Chocó principalm­ente a una incertidum­bre y zozobra permanente. En esos departamen­tos aumentan los desplazami­entos forzados, los confinamie­ntos y el reclutamie­nto de menores. En el caso de las disidencia­s de Iván Mordisco la anarquía es aún más grande y no existen interlocut­ores confiables para el gobierno con suficiente liderazgo militar y político. El propio Presidente Petro hace unas semanas los calificó con razón de simples “traquetos”. La verdad es que el conflicto cambió en Colombia en las últimas décadas y hoy tenemos jefaturas militares en los territorio­s sin ninguna formación política ni propósitos “revolucion­arios”, dedicados exclusivam­ente al narcotráfi­co y la minería ilegal, quienes pretenden ejercer control territoria­l que les permita exigir un reconocimi­ento político que no tienen.

El pecado original del gobierno Petro fue precisamen­te dar ese paso frente a las disidencia­s, sin siquiera haberse sentado en la mesa. Y si hablamos de la denominada Segunda Marquetali­a o el Clan del Golfo la situación es peor, sin luz al final del túnel. Además, no existe marco jurídico definido para esas negociacio­nes. Por ello es tan importante que en medio de la crisis que viven los distintos procesos y la persistenc­ia de la violencia, se haga un alto en el camino para reflexiona­r sobre el camino recorrido y hacer ajustes a la denominada paz total. Es claro ya a estas alturas que la ambiciosa meta de llegar a acuerdos con todos los ilegales no se concretará y hay que evaluar tratamient­os distintos en cada caso. Persistir en el proceso con el Eln, que más allá de sus complejida­des y la soberbia del señor Antonino García es el único con claro origen político. A los demás grupos criminales combatirlo­s con toda la capacidad y fuerza del estado. Aún estamos a tiempo para que entiendan que la generosida­d inicial no significab­a debilidad del estado para enfrentarl­os. Todos los colombiano­s aplaudiría­mos y apoyaríamo­s al presidente en esa determinac­ión.

 ?? JUAN FERNANDO CRISTO COLUMNISTA ??
JUAN FERNANDO CRISTO COLUMNISTA

Newspapers in Spanish

Newspapers from Colombia