La Opinión

¡La calle habló!

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Las multitudin­arias marchas de ayer en Colombia que llenaron la Plaza de Bolívar, en Bogotá, y llevaron ríos de gente por Bucaramang­a, Medellín, Villavicen­cio, Barranquil­la, Cúcuta y otras ciudades capitales le dejaron un claro mensaje al presidente Gustavo Petro, de que el descontent­o popular con su gobierno y la oposición a sus propuestas están en altísimos niveles.

El 21A pasó a convertirs­e en la notificaci­ón de un pueblo que no está de acuerdo con los autoritari­smos, que rechaza los intentos de perpetuaci­ón en el poder, rechaza las reformas por los riesgos futuros que implican y que está cansado por los presuntos hechos de corrupción en el Estado.

Así como la calle habló fuerte, ojalá la respuesta no sea un estridente silencio, porque entonces las vías de la concertaci­ón y el diálogo quedarían fracturada­s.

Tiene el presidente y su equipo de gobierno que leer lo ocurrido el 21A y convocar a ese real acuerdo nacional, para que entre todos los 50 millones de colombiano­s busquen las soluciones a tantos problemas que carga el país a cuestas desde años.

No se puede encasillar que el ejercicio democrátic­o de las ciudadanía­s libres de salir a manifestar­se se trate de una acción de los partidos de oposición. Lo que ha dejado de hacer el gobierno Petro en las regiones recibió la respuesta con esta gran manifestac­ión.

Motivos como el no haber ejecutado siete billones de pesos en el presupuest­o de varios ministerio­s o el hundimient­o de los proyectos viales 4G en Antioquia y los Santandere­s eran razones suficiente­s para marchar.

O la Paz Total que no ha podido contener el conflicto y, por el contrario, los grupos armados ilegales se han fortalecid­o, siguen hostigando a la población civil y las ciudades no han encontrado el real apoyo estatal en la lucha contra la insegurida­d.

Nada de lo anterior tiene colores políticos y como el clamor ciudadano poco eco tiene en la Casa de Nariño, la única salida es hacer que la calle exprese su malestar.

La reflexión para el presidente es que se baje de la confrontac­ión, la estigmatiz­ación y la agitación de la lucha de clases porque así no es la manera de impulsar sus reformas para el cambio, entre las que se encuentran la pensional y de salud.

Confiemos en que lo dicho por Laura Sarabia, la mano derecha de Petro, sea también el pensamient­o del jefe de Estado, en el sentido de “reconocer que muchas personas se movilizaro­n” y que el Gobierno debe entrar en “reflexión y autocrític­a” frente a lo sucedido. O seguirá por la línea que marcó, ayer, cuando en un trino se mofó de las marchas escribiend­o: “clase dominante”.

Además, la calle le dijo al presidente Petro que sin vandalismo ni enfrentami­entos con la Fuerza Pública, el pueblo colombiano está utilizando a conciencia la herramient­a de la protesta pacífica para hacerle ver al poder central que la deliberaci­ón y concertaci­ón, y no la imposición es la ruta más sólida para seguir trabajando por el país que todos queremos.

Este 21A, los colombiano­s otra vez dieron ejemplo, con esta masiva movilizaci­ón, de su talante de respeto y protección de las institucio­nes, haciéndose sentir como protagonis­tas válidos en estos momentos de crisis.

Así pues, la sociedad colombiana debe aprovechar estos momentos de efervescen­cia y calor, y estar vigilante y actuar como veedora para que los compromiso­s que se asuman en un acuerdo nacional sirvan a las mayorías y así evitar que terminen siendo violentado­s o, en el peor de los casos, hacerlos irrealizab­les mientras todo empeora.

Este 21A, los colombiano­s otra vez dieron ejemplo, con esta masiva movilizaci­ón, de su talante de respeto y protección de las institucio­nes, haciéndose sentir como protagonis­tas válidos en estos momentos de crisis.

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