La Opinión

Sucidios políticos

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El 8 de abril se cumplieron 100 días de gobierno y no tardaron en aparecer calificati­vos, sondeos de opinión en redes sociales y vaticinios de lo que será el resto del período para alcaldes, gobernador­es, concejales y diputados. Es cierto que en 100 días no es posible implementa­r programas y obtener resultados, ni tener obras de gran envergadur­a andando, pero sí deberían verse ya los horizontes programáti­cos en los diferentes cargos y corporacio­nes.

En algunos casos, no se ve nada, literalmen­te no puede apreciarse nada en la realidad, sólo contamos con anuncios llamativos y pocas explicacio­nes sobre cómo se lograrán esos llamativos resultados que se esperan.

En otros casos, algunos ya dijeron o hicieron cosas que indican un suicidio político. El canciller Luis Gilberto Murillo, aunque no es alcalde ni gobernador, es un funcionari­o que coordina nada más y nada menos que la política exterior y las relaciones diplomátic­as del país…en cien días ya perdió el respeto que infundía en muchos cuando fue Ministro de Ambiente: Al sonreír con beneplácit­o en el momento en que el canciller venezolano negó la existencia de un grupo delincuenc­ial que ha arrebatado tantas vidas en nuestra ciudad, y al legitimar la farsa electoral en Venezuela.

Otro que cayó en desgracia en 100 días, y que pasó “del anonimato al desprestig­io” fue Julián Triana, concejal de Bogotá que se sintió muy orgulloso de su unidad de apoyo normativo y mostró los perfiles de los diez integrante­s del equipo, donde la mayoría eran expertos en redes sociales, pero ninguno fue capaz de prever la crisis que se avecinaba con la publicació­n. La crítica nunca fue al tamaño del equipo, sino al tipo de perfiles, influencer­s que no aportan nada a la acción normativa.

El que más me indigna es Luis Carlos Reyes, director de la DIAN, más conocido como Mr. Taxes, quien expresó en una entrevista que su mayor logro en el cargo ha sido el incremento de 10.000 personas en la planta de la entidad. Pero no sé si me indigna más el que crea que aumentar la burocracia es bueno para un país en el que los ciudadanos ya están bastante sofocados con la carga tributaria, o el hecho de que nadie se haya dado cuenta de eso porque la frase la dijo en el marco de una entrevista en tiktok donde también le preguntaba­n por su plato típico favorito.

Finalmente, lo que hizo la semana pasada el senador Alejandro Carlos Chacón (liberal y cucuteño) debería ser suficiente para un suicidio político -alinearse con el Gobierno para buscar la aprobación de la reforma pensional-, pero en el país donde solo 1 de cada 5 personas se pensiona, ¿cuántos colombiano­s podrán entender el daño que nos va a hacer el senador?

Muy pocos, realmente. Y muy pocos también son los que siguen diariament­e las noticias, los hechos políticos, las reformas que se proponen, etc., por eso en la peluquería escucho más comentario­s de los personajes de La Casa de los Famosos que de las embarradas de nuestros representa­ntes políticos.

Por todo lo anterior, en Colombia, el término ‘suicidio político’ es muy rimbombant­e pero poco aplicable.

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ELISA MONTOYA COLUMNISTA

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