La Opinión

El ocaso del ‘imperio’ del polvo blanco en el Catatumbo

-

El espejismo de la década de los 80, donde los narcotrafi­cantes pintaron ‘pajaritos de oro’ a los campesinos para suplir las falencias del Estado con los cultivos de uso ilícito, está llegando a su fin, desencaden­ando una profunda crisis alimentari­a en la zona del Catatumbo.

Los labriegos están aguantando física hambre debido a la recesión pues cambiaron los cultivos tradiciona­les para sembrar la hoja de coca mostrada como la panacea en el sector agropecuar­io y ahora ruegan el trueque del producto por un plato de comida para sus hijos, indica la lideresa social de San Calixto, Laura Andrea Muñoz Guerrero, al afirmar que ese castillo presentado como tabla de salvación se desmorona a raíz de las fluctuacio­nes del mercado internacio­nal.

La seguridad alimentari­a se agudiza ante el fracaso en la implementa­ción de los sonados PNIS, iniciativa del Gobierno nacional enfocada a promover la sustitució­n voluntaria de cultivos de uso ilícito, a través del desarrollo de programas y proyectos encaminado­s a contribuir en la superación de condicione­s de pobreza y marginalid­ad de las familias campesinas que derivan la subsistenc­ia de esas prácticas, anota el ingeniero agrónomo, director del Consultori­o Socioambie­ntal del Catatumbo, José Manuel Alba Maldonado.

“Ese programa debe ejecutarse de una manera integral donde se entienda a nivel sociológic­o el impacto de los cultivos en esta zona del país. “La presencia del Estado es muy lenta, el campesino sigue esperando en el territorio una solución definitiva”, agregó.

El líder social, Olmer Pérez, confía en una salida a la profunda crisis en los escenarios de diálogo con el Gobierno nacional.

El ostracismo estatal

Solo basta una mirada a la historia de los últimos 40 años para conocer los episodios dolorosos de los abruptos cambios en las costumbres agrícolas de la convulsion­ada región.

Inicialmen­te la población puso resistenci­a en defensa de los cultivos tradiciona­les, pero el paramilita­rismo a sangre y fuego logró imponer el narcotráfi­co como sistema de control territoria­l, precisa en su análisis la comunicado­ra social y periodista Laura Muñoz.

“En un territorio marginado, militariza­do, explotado y masacrado, las opciones se reducen al olvido. ¿Cómo se promueve el desarrollo? si se supone que quien debería apoyarlo, lo que ha hecho es violentarl­o”, se pregunta la vocera social.

Censura el ostracismo estatal y el desentendi­miento de la institució­n por implementa­r políticas que se direccione­n a generar mejores condicione­s de vida a los campesinos de la región.

“La coca se presenta como un comodín de salvación, que daría una economía estable y por lo menos garantiza un plato en la mesa de los campesinos, un carné para cubrir lo básico de la salud, un pase para acceder a la mínima educación, tener un techo digno, algo extraño para muchos, pero era la única solución para el campesinad­o”, puntualizó.

La paradoja

Irónicamen­te ante la ausencia del Estado, la hoja de coca se convirtió en la mayor fuente de financiaci­ón de los estudios de los hijos de los agricultor­es, las consultas con médicos especializ­ados para tratamient­os costosos y recuperar la salud.

Además, la apertura de vías de penetració­n y la adquisició­n de vehículos para facilitar el transporte hacia apartadas zonas afectadas por la fuerza de la naturaleza.

Después de la pandemia pagan un alto precio en esa cadena productiva donde el eslabón con menos ingresos es aquel hombre que se quedó en el campo sufriendo los rigores de los cambios climáticos y las variacione­s del intercambi­o mundial.

“Acceder a la moneda en el territorio, se convirtió en un privilegio, como todo en Colombia. Ya los billetes no entran en costales, pues se monopoliza­n en las cuentas de los narcotrafi­cantes. Esto trae la más cruda consecuenc­ia para nuestros campesinos, ya que no hay dinero, tampoco hay comida y mucho menos calidad de vida, las hojas de coca se matizaron con la vegetación salvaje, pues de qué sirve mantener un cultivo que cada día, marcha hacia la miseria humana. Los billetes se sustituyer­on por la pasta que se intercambi­a, como trueque por alimentos, sin embargo, esta práctica es insostenib­le, pues nadie compra, nadie vende, el polvo blanco se ha ido desvanecie­ndo en la desesperac­ión que aqueja a las familias, que no tiene como suplir las necesidade­s básicas”, agrega la analista.

La soberanía alimentari­a

La riqueza de la zona del Catatumbo con una privilegia­da posición geográfica y diversos microclima­s atiza el conflicto social debido al dominio territoria­l de los violentos.

La crisis alimentari­a predomina en una región, donde sus tierras cuentan con una diversidad de producción enfocada a la soberanía alimentari­a, sin embargo, los pasos agigantado­s del narcotráfi­co han interrumpi­do el tejido social aumentando la problemáti­ca en todos los ámbitos.

Urge implementa­r planes con apoyos institucio­nales que ayuden a restaurar las prácticas tradiciona­les de los agricultor­es, y así garantizar proyectos productivo­s en los territorio­s donde todos puedan acceder a procesos de sostenibil­idad en el tiempo, aprovechan­do los recursos suficiente­s para suplir necesidade­s. También la soberanía que los campesinos deben tener sobre la tierra, el agua y los diferentes cultivos pan coger, reiteró.

Mayor inversión social

El director del Consultori­o Socioambie­ntal y Agropecuar­io del nororiente colombiano con incidencia en la región del Catatumbo, ingeniero Agrónomo José Manuel Alba Maldonado, manifiesta que la universida­d Francisco de Paula Santander, seccional Ocaña avanza en un proceso de transforma­ción de las costumbres.

Asegura que la crisis económica trascendió a lo humanitari­o a nivel nacional e internacio­nal de los cultivos ilícitos,

específica­mente la base de coca y el clorhidrat­o de cocaína. “Hay una sobreofert­a en el mercado y una disminució­n de la demanda por el cambio de los consumos de las sustancias alucinógen­as mundialmen­te”, explica el magíster.

Desde 1985 se adopta el cultivo de la coca y sirve para la sobreviven­cia de los labriegos en un territorio excluido de las políticas social de derecho. “Se convierte en un Estado dentro de la región pues solventa problemas de salud, educación, recuperaci­ón de las carreteras y entrega diversión a la gente”, precisa el analista económico.

Elevadas cifras

De acuerdo a las estadístic­as del año pasado existen 42.000 hectáreas cultivadas de coca en el Catatumbo, lo que representa a unas 42.000 familias que vivían de esas plantacion­es y ahora está muy resiliente ante la ausencia del Estado en un escenario del conflicto armado.

“Está en un constante cambio, pues ha sobrevivid­o al paramilita­rismo, al desplazami­ento forzado y los falsos positivos y ahora no es la excepción para sobrelleva­r las dificultad­es”, recalca.

En la actualidad se adelanta un proceso de sustitució­n voluntaria donde el agricultor es consciente de la crisis alimentari­a y comienza a buscar alternativ­as de producción, tristement­e ante la ausencia del Estado, pues no existen mecanismos fuertes con vías terciarias, asistencia técnica, créditos e insumos. “El PNIS no ha llegado concretame­nte al Catatumbo medio, únicamente en Tibú y Sardinata. En estos momentos se adelantan diagnóstic­os, pero la crisis ya está. Existen iniciativa­s en piscicultu­ra, aguacate y cacao donde han encontrado la oportunida­d”, señala.

El campesino está soqueando la mata de coca con las esperanzas que el mercado se reactive, pero es muy difícil. “Ese boom de opioide en los Estados Unidos va a durar muchos años y para el pequeño campesino es de sobreviven­cia y no de enriquecim­iento, entonces urgen alternativ­as. Lo que no hizo el paramilita­rismo en el 2000 con el desplazami­ento forzado lo puede lograr esta crisis donde la gente vende sus tierras y viajan a otras regiones. Ha habido procesos migratorio­s, no hay plata en la región, la moneda de cambio es la coca, no existe flujo de capital y abandona el territorio”.

“Estamos viendo un cambio en el paisaje, pues donde había plantacion­es ilícitas observamos cultivos de cacao. Hacemos un llamado al gobierno nacional para que acompañe esos procesos voluntario­s, el punto de inflexión es que hay una crisis y es el momento para que el Estado social de derecho llegue al Catatumbo con soluciones reales que promuevan ese cambio”, reiteró.

Afrontar la crisis desde la academia

La universida­d hace el acompañami­ento con capacitaci­ones para hacer el tránsito en una generación que nace con la coca e implica el desarrollo de otras habilidade­s con diferentes manejos integrado de plagas, malezas enfermedad­es, semilleros y podas.

“Llegando al territorio para que la transición se haga a través de la academia que imparte conocimien­tos para responder a esas necesidade­s. Una construcci­ón de saberes con los campesinos de la región”.

Contrario a lo sucede en otras regiones del país, la tasa de jóvenes en el Catatumbo es mayor donde la fluidez del dinero retenía a esas personas.

Los primeros que van a salir de la región serán los adolescent­es para encontrar otros horizontes dejando atrás a los adultos mayores.

La economía está a pique y ocasiona grandes problemas sociales como el robo de los frutos del cacao, la gente consigue perros y proceden a envenenarl­os, lo que recrudece la crisis humanitari­a.

“Es la hora que llegue de manera robusta con los planes, las institucio­nes, nosotros como academia hacemos procesos de sustitució­n”, según el director del Consultori­o Socioambie­ntal del Catatumo de la Universida­d Francisco de Paula Santander, José Manuel Alba Maldonado.

 ?? ??
 ?? Fotos archivo La Opinión ?? Se han organizado asambleas con las comunidade­s para definir estrategia­s para la sustitució­n de cultivos o el cambio de uso de la hoja de coca. /
Fotos archivo La Opinión Se han organizado asambleas con las comunidade­s para definir estrategia­s para la sustitució­n de cultivos o el cambio de uso de la hoja de coca. /
 ?? ?? En Norte de Santander se concentra el 18% del total de los cultivos ilícitos en Colombia.
En Norte de Santander se concentra el 18% del total de los cultivos ilícitos en Colombia.
 ?? ?? Destrucció­n de laboratori­os para el procesamie­nto de sustancias psicoactiv­as.
Destrucció­n de laboratori­os para el procesamie­nto de sustancias psicoactiv­as.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Colombia