La Opinión

Cuando todo vale para ser presidente

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Para llegar a la cima del poder en Colombia, el presidente Gustavo Petro parece que jugó al todo vale, como se acaba de poner evidencia con la utilizació­n de la excongresi­sta Aida Merlano, quien ahora lo está amenazando con revelar escabrosos detalles de lo que acordaron en tiempos de campaña.

Los colombiano­s merecen conocer detalles sobre este espisodio hasta ahora oculto y uno de cuyos protagonis­tas es el también embajador ante la FAO, Armando Benedetti. Este hecho habría ocurrido mientras la dirigente política se encontraba detenida en Venezuela.

Entre las razones para que se sepa todo lo ocurrido, es que detrás de ese llamado ‘uso intenciona­l’ de la excongresi­sta Merlano pudo haber estado el presidente Nicolás Maduro, situación que por sí sola le echa más fuego a la candela sobre los escándalos que han rodeado la campaña política del hoy presidente Gustavo Petro.

La Comisión de Acusación del Congreso tiene ahí otra línea investigat­iva para ahondar. Ojalá lo haga para salud de la democracia. Y mientras esto sucede, queda una pregunta de si lo expuesto en los audios entre Merlano y Bennedetti ¿sería la razón para esos viajes sin aparente motivación alguna de Petro a Caracas a entrevista­rse con Maduro?

Y confiando en que se logre determinar si fue cierto que hubo conocimien­to, intermedia­ción y complicida­d del presidente Venezolano en ese nuevo capítulo, hay que recordar que hay una seguidilla de situacione­s no aclaradas y que se encuentran en el foco de la polémica sobre las presuntas irregulari­dades en la financiaci­ón de la campaña del presidente Petro.

Una se relaciona con los $1.000 millones que se habrían recibido del exnarcotra­ficante Samuel Santander Lopesierra, conocido como el Hombre Marlboro.

O el aparente ingreso de los $15.000 millones y que no fueron reportados, como se escuchó en los audios del embajador Benedetti.

Otra denuncia en la Comisión de Acusación se refiere a los supuestos apoyos y vínculos del narcotrafi­cante Juan Carlos López Macías, conocido como Sobrino y su esposa, Sandra Navarro, a la candidatur­a presidenci­al del Pacto Histórico en Yopal, Casanare.

La lista se agranda cuando aparece en el panorama Olmedo López, el cuestionad­o director nacional de la Unidad de Gestión del Riesgo, recienteme­nte involucrad­o en el escándalo de los carrotanqu­es de La Guajira.

Aquí todo parece indicar que el presidente Petro habría acudido a lo que tanto se les escuchó criticar cuando era congresist­a de la oposición, y fue el de pagarle con un buen cargo en el Gobierno Nacional a uno de sus financiado­res de su proyecto político. Las cuentas, que obviamente deberán ser auditadas y contrastad­as, hablan de que Olmedo fue el que más plata le prestó a la campaña de Petro.

Pero esta novela de la vida política colombiana no cesa ahí, porque hace pocos días el anuncio de una diligencia del Consejo Nacional Electoral puso en escena una empresa de criptomone­das involucrad­a en la defraudaci­ón de miles de colombiano­s, la cual también habría hecho aportes, como por ejemplo un avión que habría estado al servicio del hoy presidente.

Con su hijo en líos judiciales por hechos similares y con una nebulosa enrarecida en torno a todo lo que sucedió con el manejo de los dineros que fueron aportados para financiar su campaña, podría decirse que Petro es hoy un presidente en su laberinto con una gobernabil­idad desgastada, quien le debe muchas explicacio­nes, precisione­s y aclaracion­es al país y a sus electores.

Con su hijo en líos judiciales por hechos similares y con una nebulosa enrarecida en torno a todo lo que sucedió con el manejo de los dineros que fueron aportados para financiar su campaña, podría decirse que Petro es hoy un presidente en su laberinto.

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