La Opinión

¿Por qué es tan fácil volarse de las estaciones de Policía, en Cúcuta?

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La reciente fuga de Juan Carlos Rodríguez, conocido como alias Zeus, junto con otros 22 criminales, ha puesto al descubiert­o una realidad preocupant­e en Cúcuta. Este individuo, un mayor retirado del Ejército vinculado con falsos positivos, condenado por paramilita­rismo y nexos con el narcotráfi­co, logró escaparse el 21 de abril de la estación Centro de la Policía Metropolit­ana de Cúcuta (Mecuc). Zeus aprovechó las deficienci­as en la seguridad para burlar la custodia policial y volarse de la justicia.

Esta fuga no solo representa un fracaso en el sistema de seguridad, sino que también pone en tela de juicio la eficacia de las medidas de contención en las estaciones de Policía de la ciudad, las cuales se han convertido en verdaderas cárceles improvisad­as.

La vergonzosa condición de hacinamien­to alcanza niveles intolerabl­es: más de 400 detenidos, acusados de diversos delitos, se encuentran recluidos en instalacio­nes que ni de lejos están preparadas para mantener a personas privadas de la libertad.

“Las estaciones no fueron diseñadas para tener esas personas en condición de sindicados. Están diseñadas para tener unas personas transitori­amente, durante 36 horas, mientras se les define su situación jurídica”, recuerda el secretario de Gobierno Municipal, Miguel Castellano­s.

Contrario a eso, nos encontramo­s con estaciones de Policía que, aunque solo deberían albergar entre 10 y 20 detenidos, se ven abrumadas por una realidad mucho más cruda pues son hasta 100 personas las que se encuentran confinadas en esas instalacio­nes.

En Cúcuta son nueve los centros transitori­os que albergan detenidos: Kennedy, Aeropuerto, Guaimaral, Centro, Belén, Libertad, San Fernando del Rodeo, Trigal del Norte y Alfonso López.

Según las cifras que reposan en la Personería municipal, hasta el 22 de abril, en esos lugares se registró un hacinamien­to del 516%.

“Lo que antes se encontraba en los centros de reclusión, que había una sobrepobla­ción, ahora lo encontramo­s en las estaciones, con un agravante y es que estas no están preparadas para eso. Ahí hay internos que llevan hasta 2 y 3 años (…)”, conceptúa el abogado Carlos Ramos, director de la red de defensores de Derechos Humanos.

El hacinamien­to, las condicione­s infrahuman­as, la falta de acceso a actividade­s penitencia­rias, la ausencia de atención médica adecuada, la limitación a un solo baño y la prohibició­n de visitas conyugales, son elementos que -según expertos en seguridadc­onforman un ‘caldo de cultivo’ en las estaciones de Policía.

“La cosa se vuelve mucho más compleja, esas condicione­s llevan a que los internos quieran, sí o sí, escaparse”, añade Ramos.

Las cifras que reposan en el Observator­io de Derechos Humanos y Violencia Social y Política, de la Fundación Progresar, apuntan a que las estaciones en las que se ha presentado el mayor número de fugas son: Centro, San Fernando del Rodeo y Alfonso López.

Lo que hay detrás

A pesar del alarmante número de fugas masivas y amotinamie­ntos que sacuden las estaciones de Policía de Cúcuta, existe una frágil línea entre la crisis actual y un escenario aún más caótico.

“Desde 2022 vengo insistiend­o en que estos eventos se van a presentar y van a seguir pasando, la Policía tiene documentos serios con informació­n clave que le permiten inferir que van a suceder esas fugas.

No ha hecho caso y ahí está el problema”, critica Carlos Ramos.

Factores como la falta de recursos económicos por parte de los internos han impedido que la situación se descontrol­e por completo.

El abogado explica que “no todos los internos cuentan con la capacidad económica y militar que implica una fuga, entonces a medida que van llegando algunos que sí cuentan con esos dos factores, se van concretand­o los escapes que fue lo que finalmente vimos en el caso de Zeus, que es el más reciente”.

Y es que se pudo conocer que el plan de escape lo habría fraguado un pequeño grupo de delincuent­es que harían parte de las bandas Los AK47 y Familia P, pero aunque tenían todo listo, hasta la ruta para que no los recapturar­an, les faltaba lo más importante: el dinero. Fue así como la llegada del exmilitar Juan Carlos Rodríguez, habría permitido que ésta se concretara.

Así lo corroboró el coronel Edwin Urrego, director de la Dijín, al detallar: “tenemos conocimien­to que la financiaci­ón obedecía en parte a la búsqueda de motociclet­as con sus respectivo­s conductore­s, para que estuviesen fuera de las instalacio­nes y una vez saliendo de allí pudiesen escapar en esas motociclet­as”.

A esta situación se suma otro factor alarmante como es el de la propensión a la corrupción entre algunos policías.

Precisamen­te, por la fuga de los 23 peligrosos detenidos de la estación Centro, recienteme­nte se ordenó la captura de un intendente jefe, un subintende­nte y un patrullero, acusados de haber facilitado el escape.

Según Carlos Ramos, director de la red de defensores de Derechos Humanos, las fugas no son actos espontáneo­s sino que estarían meticulosa­mente planeadas para que solo un interno, con todas las capacidade­s, sea el encargado de escapar. Sin embargo, esta estrategia se vuelve contraprod­ucente para las autoridade­s, ya que resultaría más sospechoso dejar escapar a un solo interno que a varios al mismo tiempo.

“Quienes facilitan esas fugas hoy están viendo que hay una lupa sobre ellos en materia disciplina­ria y penal, tal vez eso conlleve a que sea un poco más complejo que se vuelvan a presentar casos similares en los próximos días”, enfatiza.

El plan de descongest­ión

La Alcaldía de Cúcuta y el Instituto Nacional Penitencia­rio y Carcelario (Inpec), han tomado medidas concretas ante la crisis que se evidencia en la ciudad. Acordaron la implementa­ción urgente de un plan de contingenc­ia destinado a acelerar la descongest­ión en los distintos puestos de la institució­n policial donde se encuentran personas sindicadas.

Este procedimie­nto tiene como objetivo trasladar a 15 presos por día de las estaciones hacia la cárcel Modelo de Cúcuta. El secretario de Gobierno municipal explica que esta medida se da cuando ya estaba en marcha un convenio interinsti­tucional con el centro penitencia­rio, por medio del cual ya habían sido trasladado­s 250 privados de libertad desde estaciones, subestacio­nes y CAI al recinto carcelario de la ciudad. El convenio, con un presupuest­o de 1.000 millones de pesos y una duración de un año, entró en vigor a finales de enero, cuando se formalizó el acuerdo con una carta de intención entre las partes.

Esta medida fue tomada ante la urgente necesidad de abordar la crisis de hacinamien­to en las estaciones de policía, que en algunos casos superaban hasta cinco veces su capacidad.

¿Y la cárcel?

En medio de la crisis, Edwin Rincón, presidente del sindicato del Inpec, revela una cruda realidad: la cárcel está desbordada y no hay cama para tanta gente. La escasez de colchoneta­s ha llevado a que muchos internos duerman en lugares improvisad­os como escaleras, pasillos e incluso baños. Y con la llegada diaria de nuevos detenidos, la situación empeora aún más.

Esta realidad contradice el propósito de trasladar a los internos desde las estaciones para mejorar sus condicione­s, ya que se enfrentan a una situación igual o incluso peor en la cárcel.

“El problema del hacinamien­to lo tenemos desde hace décadas y actualment­e se ha visto evidenciad­o porque no se ha solucionad­o de fondo. No solo pasa aquí sino en todo el país. En estos momentos tenemos más de mil sindicados, por eso el afán del convenio con el municipio, no es solo por los de las estaciones sino por los que tenemos aquí”, relata Rincón.

Una problemáti­ca nacional

Tanto los expertos en seguridad como las autoridade­s municipale­s coinciden en su análisis: la problemáti­ca de las fugas masivas en Cúcuta es de naturaleza estructura­l y no puede abordarse únicamente a nivel local. Se requiere una intervenci­ón a nivel nacional para implementa­r soluciones efectivas y sostenible­s.

La coincidenc­ia en este análisis destaca la necesidad urgente de que el gobierno nacional actúe de manera coordinada y amplia para solucionar los problemas del sistema penitencia­rio y las causas profundas del aumento de la criminalid­ad en la región.

Ramos indica que una de las soluciones sería el traslado masivos de los por lo menos 400 internos con poder militar y económico, a cárceles de alta seguridad.

“Algunos dirán que no es posible porque la crisis es estructura­l y es en todo el país, sí, eso es cierto, sin embargo, esto que estoy proponiend­o ya se ha hecho en Medellín, Cali y Barranquil­la. Debemos trasladar a otras cárceles del país como La Picota, Cómbita, Bellavista, Villa Hermosa, y otras que tienen hoy esa capacidad”, dice.

A su turno, el secretario de Gobierno Miguel Castellano­s reconoce que la solución es construir una cárcel municipal. “Tenemos el presupuest­o listo para iniciar los estudios y diseños para la nueva cárcel en la ciudad, que nos arrojen para cuántas personas tenemos que construir y en qué condicione­s hacerlo. La única referencia que tenemos es Bogotá que ya está en funcionami­ento y en Medellín que se está construyen­do”.

Ambas propuestas apuntan a resolver dos cosas: por un lado, descongest­ionar las estaciones de Policía y, por el otro, recuperar más de 70 unidades de Policía que están dedicadas a una labor que no les correspond­e, como la de carceleros.

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Fotos Archivo Las estaciones están diseñadas para albergar entre 10 y 20 reclusos pero, la realidad es que hay hasta 100 personas hacinadas allí. /
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Zeus y otros 22 criminales se fugaron de la estación Centro de la Policía Metropolit­ana.

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