Semblanza de Camilo Avendaño Cristancho
Este reconocido cucuteño de corazón, cumplidor de sus deberes como buen ciudadano, profesional y padre de familia, falleció en Cúcuta a los 81 años, el 1º de octubre de 2017. Fue muy apreciado en los círculos sociales. Hacía parte de la junta directiva de
El Cocuy, es uno de los municipios más hermosos de Boyacá y de Colombia, capital de la Provincia Gutiérrez y es denominada la Ciudad Nevado. Su principal oferta turística está representada en la Sierra Nevada, sin embargo, existen otros atractivos como la riqueza cultural y la arquitectura colonial y republicana de sus casas.
En ese remanso de paz, nació Camilo Avendaño Cristancho en 1936. Sus padres Lucio Avendaño Carrero y Ana Victoria Cristancho eran unos serios y amistosos campesinos que derivaban su sustento de una estación de servicio y de los productos agropecuarios de pequeñas ncas de su propiedad.
Camilo es el mayor de cuatro hermanos, de los cuales ha fallecido uno. Por razón de las circunstancias, le tocó asumir la responsabilidad y orientación de la familia.
Sus primeros años trascurrieron en su bello pueblo, pero salió de él para Tunja en donde se hizo bachiller del Colegio de Boyacá, que fue fundado por el General Francisco de Paula Santander. Posteriormente, se fue a Bucaramanga donde se tituló Ingeniero Electricista en la Universidad Industrial de Santander en 1962.
Su amigo personal, el empresario cucuteño Alfonso González fue su mentor inicial. Él fue quien le indujo a echar raíces en nuestra ciudad pues lo presentó para ser en 1963, nuevo funcionario de Centrales Eléctricas de Norte de Santander, donde tuvo el privilegio de contar con la amistad sincera y amplia de nuestro excompañero rotario Alberto Estrada Vega, a la sazón Gerente de la empresa. Tuvo la oportunidad de hacer una brillante carrera que le llevó a ser Director de Electri cación Rural, Ingeniero Jefe de Redes y, nalmente, Subgerente por espacio de 11 años. Participó en distintos procesos en la CENS naciente como llevar la energía a Salazar, Gramalote, Ocaña, Aguachica y Gamarra, montar subestaciones, turbinas, máquinas y demás equipos de alta y media tensión en los municipios, escribir la historia de la empresa y prepararse académicamente en Francia y Estados Unidos, para desarrollar de la mejor manera sus tareas técnicas.
Camilo no solo fue jefe sino un verdadero tra- bajador y líder, y cuando tuvo que ponerse el overol y ensuciarse, se puso las botas y ayudó a sacar carros de CENS de gruesas capas de barro en tiempos de cruentos inviernos o pasar jornadas enteras sin descanso dirigiendo operaciones peligrosas de la empresa.
Tuvo una fugaz incursión en la docencia y dictó cátedras durante unos tres años en la Universidad Francisco de Paula Santander y en el Instituto Técnico Salesiano. De ese tiempo, guarda un recuerdo no muy grato porque aún se queja mucho de la falta de ganas, arrojo y concentración de los estudiantes.
A sus casi 50 años, inició otra etapa importante, pues junto con Juan Alcides Santaella, Álvaro Ayala Pérez, Teresita Patiño, Álvaro Uribe Castellanos y otros amigos, se matriculó en el curso de Ascenso Militar logrando el grado de Teniente y sacando el 1er. puesto, siendo él “el más viejito”. Y ha continuado con “esa goma”, pues en el año 2010, es decir a sus 74 años, hizo el último curso de su formación en la Escuela Superior de Guerra en Bogotá, obteniendo el título de Teniente Coronel, del cual exhibe muy orondo en su o cina el mosaico de grado. Camilo explica que esto forma parte de su voluntariado en favor de las comunidades rurales y, sobre todo, de las huestes de los soldados de Colombia.
Camilo se casó en 1968 con la dama bochalemera Clara Teresa Mora Ramos con quien procreó dos hijos: Ricardo y Claudia, graduados en Ingeniería Electromecánica y Diseño de Modas, respectivamente. Ellos, después de una pequeña vuelta por los caminos de la vida, se integraron a la empresa, que fundó Camilo en 1991, cuando se jubiló de CENS: se llama CAC Ingeniería que por un lado expresa las iniciales de su nombre y por otro, determina su misión: Se hace ingeniería.
Con verdadera fruición, Camilo habla de sus cuatro nietos, tres que le ha dado Claudia (Felipe, Nicolás y Laura) y uno que ha aportado Ricardo (Camilo Jr). Se enternece mucho contando que ellos son una maravilla y unas verdaderas fuentes del saber, pues conversando recibe cantidad de lecciones. Con ellos se siente joven y cómplice, pues lo inducen a prácticas de esta época y de este siglo, como oír y bailar música hip hop y dance trans.
Consciente de que “leer es a la mente, como ejercicio es al cuerpo”, los hobbies de Camilo son jugar tenis de campo, nadar una hora diaria y disfrutar de un baño turco diario para comentar con sus amigos noticias y actividades de la ciudad. Le gustan los animales: tortugas, iguanas y hasta culebras, pero en las mañanas le fascina ponerles comida a los pájaros que llegan a los jardines de su casa y les prepara raciones de guineos, agua, azúcar y arroz. Mani esta que desayunar en su compañía, es un verdadero deleite.
Después de una hora y media de charla con este trotamundos, me queda la sensación de que Camilo es una persona muy vital, organizada, agradable, sencilla, respetuoso, cumplidor de su deber y que tiene en todo momento, a sus neuronas trabajando, así sea jugando solitario en lo que se cree especialista. Que se cuida en sus comidas, que odia las grasas, que pre ere las frutas y mucha agua. Que tiene unas a ciones sanas en las que sus límites los marca la naturaleza. Que no es un analfabeto para la computación, que es un buen lector y un mejor televidente.
Camilo me contó que desde hace 20 años lee, sin hablar perfectamente el inglés, la Revista National Geographic y se entera de temas relacionados con la salud y el medio ambiente. En la televisión, le gusta viajar gratis haciendo un turismo mental; se deleita con programas que muestran lugares recónditos en donde se muestran mares, lagos, ríos, desiertos, túneles y demás accidentes geográ cos.
Cree en el Ser Supremo y espera que sus últimos años, Dios le permita vivirlos ocupado en lo que más le gusta, abrigado por el seno del hogar, rodeado por el cariño de los suyos y con ese deseo de servicio que le mantiene vivo y activo.