Una aleccionadora historia de amor
Cuando me casé, me dijeron: -César, amar es una decisión, no un sentimiento; amar es dedicación y entrega. El amor es un ejercicio de jardinería: ve arrancando lo que haga daño, prepara el terreno, siembra, sé paciente, riega y cuida. Procura estar preparado, porque habrá plagas y habrá sequías o excesos de lluvias… Y cuando pronuncié las palabras “Yo, César, te acepto a ti, Luisa…”, ¡me temblaba la voz! Era ese no sé qué de definitivo, de cambio de vida, de novedad, casi de aventura. Yo sí tenía algo muy claro: estaba enamorado y me ilusionaba la vida con Luisa; yo sí estaba decidido e ilusionado con la idea de que mi matrimonio fuese perdurable, y me daba cuenta de que mi esposa también: ¡nos queríamos tanto! lo que no sospechaba era todo lo que aquello me iba a suponer.
Basado en hechos reales, el Padre Ómar Benítez Lozano, colaborador habitual de la revista, Cristovisión, acaba de lanzar su nuevo libro: Hasta que la muerte nos separe, una aventura a la defensa de un amor.
Se trata de un testimonio novelado de gran viveza, muy agradable de leer. Está lleno de anécdotas y situaciones que ilustran todo lo que supone el amor entre dos esposos que comparten la ilusión por sacar adelante su familia y su amor mutuo, pero que se diferencian en el modo de enfrentar los retos que se les van presentando. Viene a ser vivo retrato de la aventura que supone sacar adelante un matrimonio. Es, así mismo, un aleccionador itinerario de aciertos y desaciertos que han dejado huella en los protagonistas y que, sin duda, cuestionarán al lector.
Una obra de lectura obligada para quien reconozca que no se las sabe todas en el arte de amar y de hacer familia. No hay duda de que decir sí ante un altar no hace a nadie experto en matrimonio. A veces, se cometen graves errores por la sola inercia.
Cuando un hombre intenta ganarse el corazón de una mujer, la estudia, se aprende sus gustos, sus costumbres… Pero cuando la consigue y se casan, a menudo deja de aprender sobre ella. Si el aprendizaje, antes de casarse, se compara con el título de educación secundaria, debería seguir aprendiendo, hasta que se saque la licenciatura, luego el postgrado y, nalmente, el doctorado. Es un viaje que dura toda la vida, y que lo une cada vez más a ella
La lectura de esta obra llevará al lector a cuestionarse sobre qué está haciendo para aprender a manejar las situaciones, cómo está aprendiendo a adelantarse, si está centrado en el aquí y el ahora, en lo transitorio —por no decir en lo super cial— de la vida, sin pasado ni futuro. Una visión así del matrimonio y de la familia no permitiría estructurar verdaderos proyectos de vida.