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Breve reseña del XII Festival Internacio­nal de Música de Cartagena

- Sergio Urbina G.

Le correspond­ió esta vez el turno, enero de 2018, a la música llamada: El Gusto por la Forma, “el estilo clásico”, compuesta en un período de tiempo de poco más de treinta años (1780-81 a 1814-15), o sea entre la llegada de Mozart a Viena y la celebració­n del Congreso por la nalización de las guerras napoleónic­as, por tres grandes compositor­es: Haydn, Mozart y Beethoven. Son tres músicos diferentes entre sí, pero cuya música comparte elementos en común, y es que la identi cación del estilo clásico, (que no todos los expertos reconocen) se basa en esas caracterís­ticas en común, y los tres abordaron los mismos géneros musicales principale­s, la sinfonía, el concierto, la sonata, el cuarteto, la ópera y la misa. “Según, *Giovanni Bietti, experto musicólogo, además de compositor y pianista presente en el Festival como conferenci­sta, dice que, por primera vez en las composicio­nes de estos tres grandes maestros, la música instrument­al se compara con un idioma y comenzamos a utilizar la expresión “lenguaje musical”, un lenguaje que se organiza de forma precisa y cuya articulaci­ón da un resultado elegante, armonioso en sus proporcion­es y que es sobre todo “racional”. Los tres comparten el mismo pensamient­o formal: el “marco” en donde se colocan, organizan y elaboran los materiales musicales. La llamada “forma sonata”: que consiste en una forma eminenteme­nte lógica que, aplicada a una pieza musical completa, como a un procedimie­nto compositiv­o, utiliza dos temas generalmen­te contrastan­tes y siempre en ella ocurre algo, transformá­ndose a medida que lo vamos escuchando. Se inicia con una “exposición” en la primera parte de la pieza, y a través del “desarrollo” la elaboració­n de temas conduce a una síntesis y a una conciliaci­ón en la “recapitula­ción”. La “forma sonata”, que puede contener tres o cuatro movimiento­s, además de las sonatas propiament­e dichas, se encuentra también en diversos tipos de composicio­nes musicales, tanto en las sinfonías como los cuartetos o los conciertos, podemos decir es, un proceso que nos invita a presenciar una transforma­ción, una especie de viaje en el tiempo en donde las ideas cambian en forma gradual su signi cado”. Entonces el “estilo clásico” es una expresión artística, la más grande, compleja y universal de la época de la Ilustració­n, que correspond­e al siglo XVIII, llamado el Siglo de las Luces, donde se redactó la Encicloped­ia, en que se impuso el método cientí co, el de la con anza incondicio­nal de la razón humana, el de las grandes inquietude­s sociales y económicas que desembocar­on en la Revolución francesa de 1789.

La música sufre las consecuenc­ias, quizá más que en otras épocas de los cambios que sufre la sociedad. Gana terreno la idea del músico profesiona­l, ya no más a merced de los mecenazgos de las cortes, muy a cionados a la música culta, en especial la de cámara, tocada con pocos instrument­os en pequeños recintos(cámaras) donde era presentada y oída con invitados especiales. Así, los conciertos se vuelven públicos, se presentan en salas a las que los ciudadanos libres pueden acceder, mediante la compra de una entrada, y esta música se compone, se imprime y se vende.

LA PROGRAMACI­ON Y LOS ESCENARIOS

Con base en estas tres grandes guras del “clasicismo musical” descrito, se presentan en diferentes escenarios, obras selecciona­das para los géneros que cada uno de ellos escribió y que ya dijimos, forman el estilo llamado “clásico”. En una magní

ca gala de apertura titulada, Las Grandes Formas Sinfónicas, el 5 por la noche, con

repetición el 6 de enero, en la mañana, en el Teatro Adolfo Mejía, pudimos oír lo más selecto de cada uno de ellos. En el caso de Haydn, su Sinfonía concertant­e en Sí Bemol, para violín, oboe, violonchel­o y fagot, cuando el compositor, en el mejor momento de su madurez artística, utiliza los cuatro instrument­os solistas de diversas maneras, y contrapone los de viento a los de cuerda, o los de tesitura más alta a los de más baja o hace pares contrastan­tes entre ellos (violínfago­t y oboe-violonchel­o), obtiene así la obra una sorprenden­te riqueza tímbrica, llena de encanto y sutileza propias de su estilo.

A su vez, Wolfgang Amadeus Mozart, que compuso 41 sinfonías, siendo las tres últimas escritas en Viena en un período muy corto en 1788, y que forman un tríptico que constituye lo más sublime de su legado sinfónico, llamadas, la solemne n,” 39, la del tono heroico o n.” 41 y la del dramatismo o n.” 40 en sol menor

K 550, llamada “Gran Sinfonía”, donde predomina la influencia de la tormenta e ímpetu, nombre del movimiento literario alemán que exaltaba la naturaleza, los sentimient­os y el individual­ismo como contraposi­ción al racionalis­mo que promulgaba la Ilustració­n. Es una obra icónica de la historia de la música.

En el tiempo que Mozart escribió sus últimas sinfonías, Ludwig van Beethoven tenía 18 años y era ya un virtuoso pianista, e inspirado en el Concierto para

piano n” 24 de Mozart, compuso más tarde en 1800, su Concierto para piano y orquesta n.” 3 en do menor op. 37, que es un evidente homenaje al compositor austriaco, pero va más allá y plantea una lectura personal del estilo clásico que irá por un camino más revolucion­ario, y con los cinco conciertos para piano que escribió, abrió una nueva dimensión a la forma.

Vale la pena anotar, que para esta presentaci­ón inaugural, como otras en el curso del Festival, la orquesta invitada residente le correspond­ió a la Munchener Kammerorch­ester, ampliament­e conocida por su excepciona­l creativida­d de su programaci­ón y la homogeneid­ad sonora, con una larga historia de tocar sus componente­s músicos juntos por más de sesenta y cinco años, siendo un referente de vanguardia para las orquestas de Alemania y el mundo, bajo la dirección de Clemens Schuldt, titular de la Orquesta de Cámara de Münich, de larga trayectori­a musical en variados escenarios del mundo, y que le valió múltiples aplausos. En la parte de la ejecución al piano, como solista, al también músico alemán, Rudolf Buchbinder, reconocido como uno de los mejores intérprete­s de las obras de Beethoven, como de sus 32 sonatas, que constituye­n un historial en la interpreta­ción de estas obras a lo largo de varias décadas.

Una nota de importanci­a, para recalcar de este Festival, fue la presencia de diferentes intérprete­s, esta vez de predominio alemán, en las variadas obras programada­s y presentada­s en los escenarios ya consagrado­s, el muy hermoso Teatro Adolfo Mejía, las bellas Capillas de los Hoteles Sofitel Santa Clara y Santa Teresa, la Plaza de San Pedro Claver, ( con entrada gratuita en esta última ), como en todos los años, en el Auditorio del Centro de Convencion­es, en iglesias y el llamado Festival de los Barrios. Ellos dieron ejecución a las obras consagrada­s de los tres grandes compositor­es de este estilo clásico, en su orden: Beethoven, en los cuartetos de cuerda y la “Forma Sonata”, los géneros Sinfonía y Concierto, Las Sonatas para piano y la “Forma Sonata”, Las cinco sonatas para Chelo; Mozart, las sonatas para piano y la “Forma Sonata” , Los cuartetos de cuerda y la “Forma Sonata”, Los géneros Sinfonía y Concierto, Las grandes formas del “Género Sacro”, y las arias de sus óperas consagrada­s, cantadas con artistas del “bel canto”, de Las Bodas

de Fígaro, Don Giovanni y Cosi fan tuti; para Haydn, Las Sonatas para Piano y la “Forma Sonata”, Los cuartetos de cuerda y la “Forma Sonata”, Los géneros Sinfonía y Concierto, Las grandes Formas del “Género sacro”, y para Mozart y Beethoven, Las sonatas para violín y piano.

En ellos vimos desfilar a grandes intérprete­s de diferentes instrument­os, pianistas estrellas connotados, el ya nombrado Rudolf Buchbinder, el brasileño Nelson Freire, a Martin Stadffeld de Alemania, a Aaron Pilsan de Austria y al ruso Sergei Sichkov, a las renombrada­s en este género, las colombiana­s Blanca Uribe y Teresita Gómez, a los violonchel­istas, el colombiano Santiago Cañón-Valencia, a Julia Hagen de Austria y al conocido Mario Brunello de Italia, al Cuarteto Schumann, al Wiener Mozart Trío, nuestra Orquesta Sinfónica de Cartagena y La Filarmónic­a Joven de Colombia. Además, en esta ocasión para recalcar, la presencia del compositor, pianista y musicólogo italiano, Giovanni Bietti, encargado de dictar conferenci­as centradas en explicar qué es el estilo clásico en las obras de Beethoven, Mozart y Haydn, los protagonis­tas de este festival.

Mi comentario al finalizar este nuevo Festival, como ya lo he dicho en otras ocasiones, de fiel y simple aficionado a este género de música llamada clásica, es de tranquilid­ad, regocijo y paz interior, al poder repasar las obras de estos tres grandes genios, de poder oírlas en vivo al compás de los grandes intérprete­s traídos en esta ocasión a estos escenarios de una ciudad tropical, que cada día es más bella, más visitada, con sus gentes más receptivas y más compenetra­das a estos géneros musicales, y que suena a contrasent­ido, por ser una ciudad llamada al bullicio y al disfrute de quizás otros géneros o otros ritmos más acordes con el espíritu Caribe. Y para los organizado­res como para los patrocinad­ores, no queda otra cosa que felicitarl­os por tan ardua labor, al tiempo que pedirles por continuar en esta noble ruta, que es orgullo hoy de Colombia y de Suramérica.

Ref.: Revista oficial del XII Festival Internacio­nal de Música de Cartagena: El Gusto por la Forma, el estilo clásico. *Notas del musicólogo, Giovanni Bietti Audiciones personales en el Festival del autor de este comentario.

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