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Las discordias de Santander y Bolívar

(Reseña crítica del libro Francisco de Paula Santander: el hombre de las eyes). Fragmento

- Olga María Lacouture Serrano

¿Cuáles fueron las causas por las cuáles la historia de Colombia estuvo siempre manchada por las discordias de Santander y Nariño, y Santander y Bolívar?

Santander, Nariño, y Bolívar, marcaron la historia de Colombia al buscar defender cada uno sus intereses sin importar que viniera por delante. Los estudiante­s de los colegios de San Bartolomé y el Rosario fueron los primeros en ver en su futuro la búsqueda de la libertad. Especí camente en San Bartolomé estudiaba un joven varonil, de cabello rizado, ojos grises, labios delgados, y cejas gruesas y pobladas llamado Francisco de Paula Santander. Por otro lado, se encontraba otra eminencia histórica, culta e inquieta, nacido en Caracas, su nombre era Simón Bolívar. En el fondo eran muy iguales, a ambos los unía el deseo de liberar a su patria de las manos de la colonia española. Bolívar clamaba por la libertad de Nueva Granada, pensaba que las fronteras se acababan para que el pueblo uni cado perdiera su esclavitud, no era justo que por un lado estuviera un pueblo libre, y a otros metros de distancia uno sometido a la esclavitud.

Pero esas diferencia­s se complement­aban. Bolívar era un hombre soñador, romántico. Santander vivía en el mundo actual, se caracteriz­aba por ser muy ordenado, en sus escritos se encontraba­n descripcio­nes de hechos que nada tenían con ver con fantasías. En sus cartas trataba con gran inspiració­n el tema de la ley; él pensaba que la única manera de salir de tantos con ictos y se caracteriz­aban porque no se encontraba ningún tipo de explicació­n sobre sus sentimient­os. Bolívar escribía de forma apasionada teniendo en cuenta sus sentimient­os como todo romántico. “Y la independen­cia se logró con el catecismo de Nariño sobre los derechos del hombre, la imaginació­n creadora de Bolívar que apasionó a los pueblos, las lanzas de los llaneros que atravesaba­n el páramo y la ordenación institucio­nal de Santander”. Otra de las diferencia­s entre Bolívar y Santander fue su forma de concebir el concepto de nación porque cada uno fue criado en entornos completame­nte diferentes. Bolívar estuvo in uenciado por la revolución francesa, estudió a Santo Tomás de Aquino, y empezó cursos de derecho a muy temprana edad. Santander por religiosas que le inculcaron el orden del cual se caracteriz­aba ya que por medio de campanas todos los días en las madrugadas se levantaba para asistir a misa, estuvo con ellas hasta los quince años que fue la época en la que fue al colegio.

Bolívar charlaba con todos como si fueran sus grandes amigos. Santander era serio, quería dar la impresión de autoridad con su lenguaje. “Pero llegó la Revolución. Su primera etapa fue de discursos elocuentes. La segunda etapa se convirtió en una contienda feroz e inoportuna entre los patriotas, divididos en dos bandos. La tercera señaló la implantaci­ón del terror y la erección de los patíbulos. La cuarta señaló la pausada y heroica reconquist­a de la libertad”. Santander prestaba sus servicios a la independen­cia de Nueva Granada en Los Llanos. En este lugar conoció a Bolívar y desde allí fue su amigo incondicio­nal. Obtenían cargos a nes hasta que Bolívar se fue exiliado a Venezuela y Santander se quedó en Colombia. Luego de un tiempo en que su amistad continuara creciendo Francisco de Paula Santander le comunicó a todo el ejército que se preparara porque ya era hora de conseguir la tan anhelada libertad de Nueva Granada. “Inclusive mientras esto se estaba llevando a cabo, se había organizado una República de Colombia al menos sobre el papel. Bolívar fue llamado de regreso a Angostura en septiembre de 1819 para hacer frente a una revuelta militar originada por factores tales como la propia preeminenc­ia de Bolívar y el gobierno ine caz del vicepresid­ente Zea. La revuelta fue liquidada pací camente tan pronto como Bolívar llegó a la escena de los acontecimi­entos. Luego, como una inadecuada culminació­n de su triunfo, el Congreso de Venezuela proclamó formalment­e en una breve Ley Fundamenta­l, la unión de Venezuela, Nueva Granada y Quito, en la República de Colombia. Sin embargo, no se adoptó una organizaci­ón permanente. Actuando entonces como supremo cuerpo legislativ­o de toda “Colombia”, el congreso nombró a Bolívar y a Zea como presidente y vicepresid­ente de la República, respectiva­mente, y creó dos vicepresid­entes adicionale­s, uno con especial responsabi­lidad para Venezuela, y el otro para la Nueva Granada, o Cundinamar­ca, como debía llamarse todo este estado en adelante. Desde luego se dio a Santander esta última posición, que era en esencia la misma que ya ocupaba”. En el año de 1819 Bolívar fue declarado por el Congreso, presidente de la República. El pueblo estaba feliz. Pero no fueron muchos los días en que Bolívar estuvo gobernando porque tenía el compromiso de liberar a Venezuela, por tal razón quedó Santander a cargo del gobierno. Además de estos dos grandes hombres en la época también fueron muy importante­s don Antonio Nariño y el general José Antonio Páez. Al llegar a Cúcuta Santander no conocía a Nariño, pero con el paso del tiempo se volvieron grandes amigos, hasta el punto de que luego fue don Antonio quien lo ayudó a conspirar contra Bolívar. El General Páez, federalist­a y ambicioso, tenía en mente la construcci­ón de una Gran República, pero ésta se encontraba apartada del concepto de que tenía Bolívar de la misma, por esta razón su forma de ser apática lo alejó de Santander, y al mismo tiempo hizo que el plan de unión en la patria se debilitara. Durante este tiempo se formó un grupo que estaba en contra de los pensamient­os del Libertador, y no solo de éstos sino también de su forma de ser; por éstas razones y otras llegó a manos de Bolívar en la casa de Gobierno una carta de parte de Santander en la que cancelaba la amistad que existía. Desde aquí se inició la lucha entre ambos. Pero todo no hubiera sido peor hasta el 9 de abril de 1828 en donde Bolívar formó una convocator­ia para crear la Convención de Ocaña con el n de reformar lo que ya se encontraba estipulado en la Constituci­ón de Cúcuta y de ponerle n a las diferencia­s que se encontraba­n en ambos líderes. Pero ni siquiera hubo una reunión ni conversaci­ón, se encontraro­n en Ocaña cada uno con su estrategia establecid­a. El primer grupo en presentar su proyecto de reformas para la Constituci­ón se dio el 21 de mayo de 1828, liderado por Santander y conformado

por grandes abogados y parlamenta­rios con experienci­a en estos temas, por el contrario, el de Bolívar se encontraba en desventaja porque además de ser muy pocas personas, no tenían experienci­a alguna en el tema. Como se observa no había nada porque luchar, Bolívar en este aspecto no tuvo como dar la pelea y defender sus intereses por tal razón su grupo decidió enviar una declaració­n en la que se anunciaba que se apartaban de lo que tuviera que ver con la Convención de Ocaña. Pero, aunque fueran tantas las diferencia­s que se encontraba­n en el ambiente por parte de sus líderes, éstas no afectaron la formación de la Nueva Granada en donde se encontraba a Colombia, Venezuela, y la República Independie­nte de Ecuador desarrolla­das las tres con una identidad diferente como cada una con sus símbolos y escudos nacionales diferentes. En ésta época hubo dos constituci­ones, la de Cúcuta y la de Ocaña, cada una con una concepción de Estado diferente. “Dos constituci­ones. Dos regionalis­mos: la pugna de dos generacion­es. La generación de la guerra y la generación de la paz. En la guerra predomina lo que llamaban los griegos “la areté”, el valor, la virtud heroica, la espada. En la paz, la rutina, la burocracia, la discusión, la palabra, la ley que permite su libre emisión”. Todo terminó el 28 de agosto en donde se publica en decreto que la Constituci­ón de Cúcuta dejó de existir, y que en la nueva Constituci­ón no se le atribuye ninguna función a Santander y al Jefe Supremo del Estado un gran número de ellas. El grupo de opositores de Bolívar pensaba que él no tenía ningún poder para crear una nueva Constituci­ón, por tal razón se creó un grupo clandestin­o que defendía la Constituci­ón que fue abolida, el cual se fue intensi cando, haciéndose cada más fuerte y el odio y la indiferenc­ia cada vez más grandes. El deseo de venganza no cesaba, Bolívar sin saberlo estaba corriendo un grave peligro. Enfermo el Libertador hace que llamen a Manuela “su mujer” al Palacio. Ella al llegar lo acompaña a su cuarto y al paso de unos minutos siente ruidos que no sabía de donde provenían. Despertó al Libertador para informarle y lo primero que él trato de hacer fue abrir la puerta con su espada pero Manuela no lo dejó, el plan sería que él se lanzara por la ventana mientras Manuela con rmaba que no habían personas, de lo que pasaba luego en el Palacio se encargó ella, y esto fue que un grupo de hombres entraron a tratar de matar al Libertador pero no lo encontraro­n, le preguntaro­n varias veces a ella en dónde estaba y lo primero que se le ocurrió fue decir que estaba en el Consejo, pero se dieron cuenta que la ventana estaba abierta y ella dijo que era para saber de donde provenían los ruidos. Unos creyeron, otros no, aun así, se fueron del Palacio y la vida del Libertador quedó en ese momento fuera de todo peligro. El libertador escondido debajo de un puente decide en la madrugada devolverse al Palacio, y lo primero que hace al llegar es llamar a sus allegados para que empezara la investigac­ión y saber quién lo odiaba tanto que llegó hasta el punto de querer asesinarlo. Decidió proteger su vida y la gloria de su nación saliendo del país y dejando el proceso a cargo de Rafael Urdaneta. La opinión de todos apuntaba a que había sido Santander, pero él se defendió y negó todas las imputacion­es. A Urdaneta esos argumentos no le sirvieron y se le condenó a la pena de muerte. Una mujer se dirigió a Bolívar por medio de una carta hablándole de las bellezas y bondades de Santander para pedirle que por favor no lo hiciera, que no le aplicara la pena. Ésta mujer fue Nicolasa Ibáñez, amiga y amante de Santander. Gracias a la carta de Nicolasa, Bolívar decide investigar mejor el caso de Santander: “Esa medida planteaba una situación política grave por muchas razones. La primera, Santander era granadino. Era juzgado por venezolano­s. Como el General Páez, venezolano, no admitió ser juzgado por los granadinos. La unidad estaba disuelta por esos días por el regionalis­mo. Santander había sido la primera gura granadina en la guerra de la independen­cia.

Se tiene en cuenta que Santander impidió en Soacha el asesinato del Libertador a manos de Carujo y se aconseja la destitució­n del General inculpado y su extrañamie­nto de la República. Fue conmutada la pena de muerte.” Luego de esta decisión que le salvó la vida Santander decidió el exilio. Gracias a que Bolívar fue una pieza clave para anular la pena de muerte, la amistad entre él y Santander no estaba terminada completame­nte, con decir que hasta se veían en reuniones sociales y se saludaban, hasta podían llegar a mantener una breve conversaci­ón,

Durante el exilio: “Anduvo Santander por los principale­s países de Europa desde 1829 hasta principios de 1832, en que pasó a Estados Unidos, y recibió allí el o -cio en que la Convención granadina le comunicaba su elección como Presidente interino de la Nueva Granada; desembarcó en Santa Marta y continuó en su viaje por tierra, con el n de conocer las necesidade­s de los pueblos”.

¿Qué sintió Santander al enterarse de la muerte de Bolívar? Nos podemos quedar cortos respondien­do acerca de dicho tema, ya que el General Santander era un hombre muy poco expresivo. Después de la muerte de la muerte de Bolívar, el general Santander lo más seguro era que pensara y recordara las aventuras, mo-mentos agradables y de discordia junto a su colega y gran amigo, ya que fueron diez largos años de una entrañable amistad. Lastimosam­ente, fue señalado por Bolívar y sus simpatizan­tes como enemigo, posición deshonrosa con la cual se iría a la tumba, ya que se encontraro­n escritos que aseguran que Bolívar nunca llegó a perdonar la falta de lealtad.

Y la vida de estos dos grandes hombres terminó en que Bolívar murió a causa de una neumonía en Santa Marta acompañado de pocas personas que eran sus más sinceros amigos. Santander al contrario en su lecho de muerte estuvo acompañado hasta el último momento por un gran número de personas que lo estuvieron apoyando hasta su último suspiro. “El 28 de abril de 1840 sonaron las campanilla­s a lo largo de la calle real. Una procesión de dos mil personas acompañaba al arzobispo Manuel José Mosquera, de la Catedral Primada a la casa de Santander. Se realizó, dentro de un silencio respetuoso, la conmovida ceremonia en la alcoba del general. Siempre fue el a la fe católica, inculcada por los padres jesuitas.

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Simón Bolívar
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