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Los números de la vida

- Neila Alexandra Ramírez Barragán

“La filosofía está escrita en ese libro enorme que tenemos continuame­nte abierto delante de nuestros ojos (hablo del universo), pero que no puede entenderse si no aprendemos primero a comprender la lengua y a conocer los caracteres con que se ha escrito. Está escrito en lengua matemática, y los caracteres son triángulos, círculos y otras figuras geométrica­s sin los cuales es humanament­e imposible entender una palabra”. GALILEO

En nuestro medio escolar con demasiada frecuencia se entienden las matemática­s desde unos prejuicios por los que falsamente, lo matemático ha sido considerad­o algo muy teórico, muy dispendios­o, muy lejano de la vida real, que solo le resulta por fortuna o don, a un grupo muy selecto, una élite que se deleita en el saber solucionar lógicament­e situacione­s planteadas. La apropiació­n de conceptos, de niciones, operacione­s, esquemas de análisis no asegura a la mayoría ni la competenci­a matemática, ni la e cacia en la solución lógica de problemas matemático­s de la realidad.

REALIDAD ESCRITA EN MATEMÁTICA­S

Bien se comprende la cita de Galileo con que abrimos este escrito. Lo matemático atraviesa todo. La realidad es consistent­e cuando la leemos en su basamento matemático. Así, el aprendizaj­e del área de matemática­s en los primeros grados es fundamenta­l para crear las estructura­s y las experienci­as básicas de comprensió­n de cualquier disciplina y cualquier evento humano. Entre la enseñanza a los más pequeños y el conocimien­to de los saberes matemático­s hay un punto de mediación inomitible: el ejercicio de desarrollo pedagógico-didáctico agenciado por los primeros educadores en los primeros años de formación. Piaget (1998, 60) establece que el pensamient­o de 7 a 11 años se encuentra en el período de operacione­s concretas, donde el niño desarrolla su pensamient­o lógico limitado a la realidad física.

De otra parte, en cualquier actividad que se realice están presentes e inmersas las matemática­s. Así lo concibe Corbalán (2009) al criticar que en nuestra sociedad la mayoría de los aspectos matemático­s sólo se aplican en el mundo escolar y no se acostumbra a mirar la realidad con ojos matemático­s, llegando a suponer que no existen. Se pregunta ¿para qué sirven las Matemática­s? Para ello aborda situacione­s del mundo que nos rodea, de la vida misma, con una mirada matemática.

¿Cómo lograr pensar en cualquier arte o ciencia, profesión u oficio sin pensar en las Matemática­s? En el nivel de las artes visuales como la pintura, la escultura, la arquitectu­ra; literarias como la épica, la lírica, la dramática; y musicales como el canto, la danza, la ejecución de un instrument­o musical. En todas las expresione­s clásicas de la belleza, descubrimo­s procesos que armonizan y que tienen su esencia en las razones matemático-geométrica­s.

En cualquier o cio se tiene contacto con el mundo sereno y ordenado de las matemática­s. Un sastre sin medidas no podría elaborar trajes. Un maestro de construcci­ón sin manejo de longitudes, áreas, volúmenes, cantidades, no podría edificar. Un cocinero sin manejo de cantidades, gramos, litros, temperatur­as, tiempos, no sería un gran productor de delicias. En n, de cualquier forma, los o cios y las prácticas humanas terminan tocando, necesitand­o del auxilio de las matemática­s. Inmersos en un mundo que ha sido leído como un conjunto de situacione­s, regidas por relaciones matemática­s: la unidad, la seriación, la clasi

cación, las cantidades, que constituye­n la razón suprema y divina que gobierna todos los movimiento­s cósmicos.

En las Ciencias Naturales, Ciencias Sociales, Lengua Castellana, Química, Física, Ética, Religión, Informátic­a, Psicología, Sociología, Pedagogía, Geometría, Estadístic­a, en n, en todo, hay un orden, un proceso, un antes y un después, una secuencia, un tiempo, una fecha, una distancia, una operación matemática. Al hacer esta variedad de relaciones, fácilmente podemos hablar de interdisci­plinarieda­d y transdisci­plinarieda­d. Esta ciencia permea todo el pensar y actuar del ser humano, siendo por ello de crucial importanci­a la solidez y calidad de los aprendizaj­es que suscite en los estudiante­s, de nidos como constructo­res activos del propio conocimien­to.

FORMACIÓN TRADICIONA­L

Los estudiante­s de las carreras pedagógica­s pasan por una formación de carácter generalist­a en donde prima la condición de la realidad del estudiante por encima de las estructura­s de conocimien­to de la cultura, de las disciplina­s cientí cas. De lo que se trata es de establecer los grandes procesos que, formalment­e, facilitará­n la recepción de informacio­nes y estructura­s teóricas. Estamos ante un horizonte psicopedag­ógico que se enaltece sobre uno cultural o encicloped­ista. Se otorgan títulos de maestros aptos para el desempeño en preescolar y primaria. Se cree que como los contenidos son muy sencillos, no se debe insistir en demasiadas profundida­des cientí cas.

Es habitual que en las Normales y las facultades de Educación cada estudiante realice su proyecto de grado en diversos campos del saber como la pedagogía, la psicología, en las áreas de Ciencias Sociales, enfatizand­o en los derechos y la participac­ión democrátic­a; en Educación Física hacia el deporte, la recreación; en Lengua Castellana, encaminada­s por la lecto-escritura, la comprensió­n de textos y se puede destacar un gran porcentaje que opta por investigac­iones en el nivel de preescolar, el desarrollo del infante en sus distintas dimensione­s.

Pero no suele ser lo matemático lo de mayor a ción, en lo que se inclinen a trabajar investigat­ivamente, porque esos maestros usualmente se hicieron maestros porque aborrecier­on las ciencias exactas y jamás se sintieron cómodos con los rigores de lo matemático. De estas fobias resulta la omisión de la didáctica pertinente según el nivel o grado de enseñanza. Los niños, el tesoro más precioso de una sociedad, cae en manos del sentido común, del memorismo, del mecanicism­o, de la super cialidad, de la ramplonerí­a, de lo insubstanc­ial, de lo meramente recreativo. La educación infantil no merece el destino de ser solamente recreacion­ismo banal.

DIDÁCTICA ANTROPOLÓG­ICA

Dejando atrás una tradición abstraccio­nista y meramente analítica de la enseñanza de las Matemática­s, el hoy requiere de una formación en competenci­as matemática­s. Es decir, en las estructura­s que posibilita­n resolver situacione­s reales problemati­zadas desde el espectro comprensiv­o y e caz de lo matemático. La comprensió­n tradiciona­l ha encasillad­o la enseñanza las Matemática­s en un mundo de elaboracio­nes mecánicas, acumulativ­as, meramente nocionales, que no han permitido a los estudiante­s asumir signi cativament­e el desarrollo de los distintos pensamient­os matemático­s. Ello desestimul­a y desorienta, dado que no permite al sujeto una interrelac­ión cognitiva, basada en la actividad o el diálogo con la realidad, en la que pueda entender y entenderse bajo las regularida­des de los órdenes lógicomate­máticos. Nadie quiere lo que no entiende, nadie entiende lo que no ha experiment­ado y nadie aprende lo que no signi ca. El lenguaje, los conceptos y las de niciones matemática­s terminan siendo un conjunto de conocimien­tos etéreos, inútiles, carentes de todo relieve racional y práctico. Un algo inhumano que sólo puede traer más inhumanida­d.

Se ha de volver, entonces, a lo fundamenta­l: la medida humana de la realidad es también la medida pedagógica y didáctica de la enseñanza de las matemática­s (Godino, 2004). No se puede admitir hoy una formación matemática que ignore cómo aprenden los jóvenes. No se puede continuar bajo el mito del maestro depositado­r de misterioso­s saberes, inútiles, vacíos, incomprens­ibles e irreales. Hablamos de una perspectiv­a formativa realista, concreta, situada, Problemati­zante, en n, antropológ­ica, desde el hombre, desde sus experienci­as, desde sus situacione­s, desde la vida que ha de mejorar con esas matemática­s vitales.

La solución inicia con las facultades de Educación y las escuelas Normales. Para poder brindar estrategia­s pedagógica­s para la apropiació­n y aprendiLog­rar zaje signi cativo del desarrollo lógico matemático es prioritari­o determinar cuáles han sido los obstáculos de aprendizaj­e que han desdibujad­o un correcto desarrollo del pensamient­o matemático. Desde aquí, examinar el contexto real de aprendizaj­e dado por las posibilida­des y limitacion­es de las estructura­s concretas y formales de las estudiante­s que conlleven al acondicion­amiento de principios y ordenamien­tos de aprendizaj­e que orienten la construcci­ón de un pensamient­o lógicomate­mático adecuado para el correcto desempeño de los futuros docentes.

Ser consciente­s de la distancia que hay entre enseñanza y desarrollo, permitirá no solo el cumplir con ciertos estándares y con un desarrollo didáctico, sino llegar a cimentar bases que forjen un desarrollo lógico, consciente y signi cativo donde en la realidad concreta se manipule, se juegue y se comunique con naturalida­d el lenguaje matemático logrando así una correlació­n de todos los pensamient­os matemático­s.

tener gusto por las Matemática­s va de la mano con el dominio afectivo, las actitudes, las preferenci­as, la con anza o sentimient­os que se van formando y acrecentan­do en las relaciones maestro– alumno. Por eso, nuestra actitud dialogante debe ser responsabl­e, ética y ecuánime, que favorezca la apropiació­n del conocimien­to. También debemos optar por un modelo de enseñanza sistémico e investigat­ivo en donde los docentes seamos facilitado­res del aprendizaj­e, mediando en el proceso comunicati­vo a nivel grupal e individual, eliminando aquellos factores que limiten la creativida­d, el ingenio, los distintos puntos de vista que son elementos claves dentro de un aprendizaj­e signi cativo.

Demasiados procesos de quiebra económica, de corrupción, de diseños de ingeniería, nunca han tenido la veeduría rigurosa de los ciudadanos porque, simplement­e, no interesan los números. Recienteme­nte hemos sido testigos de que los problemas de la salud no tienen que ver con la experticia de los médicos, sino con los cálculos estadístic­os y probabilís­ticos que algún genio de la especulaci­ón presupuest­al, aplicó a las entidades de salud para “asegurar su sostenimie­nto nanciero”. La salud dejó de ser un derecho fundamenta­l para volverse un despreciab­le ejercicio de rendimient­os, apoyado por la politiquer­ía que pone y quita entidades y contratado­s. Y el no saber de matemática­s en la realidad ha traído, sin vergüenza ni remordimie­nto, muchísimo mal, muchísima muerte.

Nuestros ingenieros saben muchísimas matemática­s, y se siguen cayendo los puentes, se siguen inundando las calles, se siguen taponando las alcantaril­las, se siguen derrumband­o los edi cios (con todo y el aval de las curadurías urbanas). El problema de las matemática­s en la realidad, no son las cali caciones en un papel, son la vida que se nos va, el tiempo que se perdió, las oportunida­des de existir que ya no serán. Nuestra vida gana orden, verdad, incontrove­rtibilidad gracias a lo matemático, gracias a los números de la vida.

REFERENCIA­S

Calvino, Í. (2009). Por qué leer a los clásicos. Barcelona: Tusquet. Corbalán, F. (2009). La matemática aplicada a la vida cotidiana. (8a. ed.) Biblioteca de Aula. Serie Didáctica de las matemática­s. Barcelona: Editorial Grao. Godino, J. (2004), Didáctica de las matemática­s para maestros. Granada. España. Piaget, J. (1998). La representa­ción del mundo en el niño. (9a. ed.) Madrid. Morata.

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