¡Imagínate…! Antología de Basilio Rodríguez Cañada
“La poesía imita a la naturaleza con las diversas cualidades de lo bueno y lo malo, de la fealdad y de la belleza, porque estas son objeto y materia poética esencial… En definitiva, todo recibe vida y se humaniza por la poesía”. Basilio Rodríguez Cañada, Badajoz, España. (Decanatura Cultural de la Universidad Externado de Colombia).
VERANO DE LIRIOS BLANCOS
A menudo recuerdo aquel verano de cálidas e inagotables noches, de desmedidas y largas siestas. Pero, especialmente recuerdo el placer almendrado de tu boca, embriagada de un fresco aroma de limones verdes, con dulce sabor a miel de romero. compendio mediterráneo de esencias y perfumes de infancia lejana. Piel blanca, pelo negro, negros rizos, formas apetecibles y complacientes, hechuras escandalosamente perfectas, aderezadas con tu extinta altivez. Talle de junco, jalonado de flores armoniosas de pétalos grandes, abiertos, con pistilos rebosante de polen de lirios blancos, de azucenas. Porte que imitaban los gladiolos; armoniosa, refrescante, sibilina, acicalada con maneras incitantes, aleteos de furtivas miradas y pestañas, esgrimiendo ingenio y experiencia. Ensortijados cabellos en la comisura de tus labios sensuales, lúbricos. Derrochabas apetencias generosas, me cegaba el deseo que irradiaba tu cuerpo, diosa de impúdica y concupiscente belleza. capricho pasajero del tiempo anterior que aún pervive en el recuerdo de aquel caluroso verano -dislocador de sentimientos-, naufragando en un arrecife de lirios blancos, de azucenas.
CON (CIERTO) SENTIDO
Una nota suspendida en el aire rezuma la nostalgia del recuerdo, penetra por los poros del alma y se aloja finalmente en la memoria. El tacto sedoso de una piel permanece en la blancura del lino y aparece prendido de repente en el eco de un suspiro ajeno. El aroma embriagador de un cuerpo inunda el interior de los armarios, y se acomoda, turbador y sutil, en la esquina adornada con encajes. Una escena de amor entre amor entre espigas sublima la armónica belleza de los brillos nacidos en la noche y la mirada serena de unos ojos. El aliño de sílabas cruzadas adereza el deleite de unas bocas, que se pierden en los surcos navegables de huertas donde crecen los pomelos.
LA BRISA
La luna en la noche como la brisa en tu cuerpo. Infinitos peces azulados saltan en la superficie, tapizando una alfombra de fugaces destellos. Un negro espejo que se quiebra en múltiples astillas plateadas. Al final de este camino te espero, apurando el licor de los recuerdos, mientras pierdo la escasa cordura que me queda.
AÑORADOS ATARDECERES
Añorados atardeceres a la sombra de una higuera: los ojos sumergidos en un mar de girasoles -resuenan las palabras del poeta-. amarillo final de ilusiones incumplidas. Transido de sed en el brocal, acariciaba mi oído aquel suspiro del agua rezumada por las piedras. Un fresco olor a hierba recién segada envolvía la noche de las doncellas. Mi paloma, mi jardín, mis ojos…