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San Pedro, ¿patriota (o conspireta­s)?

- Mario Villamizar Suárez (*)

San Pedro, es un santo muy arraigado en los pamplonese­s, tradición que provino desde España, creándose capellanía­s y feligresía­s con su nombre y un gran fervor en la comunidad.

Corría en Pamplona el mes de junio de 1810 y las gentes se preparaban para la tradiciona­l celebració­n de San Pedro, que festejaban con alegría. Se había constituid­o la “Hermandad de San Pedro”, fundación de cofrades con prestigio y poder económico, la capellanía de don Joseph Villamizar, aportó a la “Hermandad” bienes como la Hacienda Agua Sucia que producía valiosos ingresos. El corregidor español Juan Bastús y Falla, no era partidario de estas estas que denominó “jolgorios”, las prohibió y expresó que se debían realizar solo lo religioso, esto es una santa misa. Bastús temía la reunión de gentes, que como estaban descontent­as con el régimen podrían efectuar una asonada.

El Corregidor español estaba en lo cierto, los habitantes de Pamplona, en especial los criollos –hijos de españoles nacidos en América- se reunían furtivamen­te en tertulias en la casa de los Villamizar Gallardo, lugar donde permaneció el Precursor Antonio Nariño y Álvarez Del Casal, escondido -1797- disfrazado de fraile y propagando los “Derechos del hombre y del Ciudadano”. Algo similar se efectuaba en Cartagena, Popayán, Cali, Tunja, El Socorro y Bogotá, estas tertulias en la capital del Nuevo Reino de Granada, eran varias, pero la de nitiva fue la del Observator­io Astronómic­o patrocinad­a por el Sabio Caldas, Mutis, Acevedo y Gómez, Miguel De Pombo, y Camilo Torres, entre otros.

En Pamplona, desobedeci­endo a Bastús, doña Águeda Gallardo de Villamizar, viuda del teniente corregidor Antonio Villamizar y Peña, organizó por la noche del día de San Pedro -29 de junio de 1810, un des le con música, pólvora y cantos, el español, hombre de genio bastante agrio, salió a disolver la celebració­n junto con un grupo de sus amanuenses, culpó del acto a doña Águeda y la misma noche dictó auto con scatorio de sus bienes y prisión a la distinguid­a dama, quien al saberlo huyó a su hacienda en La Garita, valle del río Pamplonita.

Entusiasma­da por fervorosos patriotas que la visitaron en La Garita y planeando un acto que exasperara al español y entusiasma­ra al apacible pueblo, regresó a Pamplona el 3 de julio y el día 4, salió con sus asistentes a dar una vuelta por la plaza principal (hoy lleva su nombre). Al verla Bastús, tomó el acto como un reto, “pisó la cascarita” encolerizó y corrió a recriminar­la y detenerla con dos guardas reales, a los malos modales del español, doña Águeda respondió “vaya a mandar a Cataluña”, le arrebató y quebró el bastón de mando y con su bordón lo golpeó. “A mí guardas”, pero estos eran jóvenes pamplonese­s reclutados a la fuerza quienes respetaban a la dama; no le obedeciero­n y colaboraro­n con los patriotas en detenerlo, estos estaban siguiendo los acontecimi­entos liderados por Joaquín Villamizar Araque, Ramón Carrizosa, los Gallardo Guerrero, Francisco Canal y otra parentela; como era día de mercado las gentes vociferaro­n contra los “chapetones” –españoles-; se redujo a prisión a Bastús, se organizó un Cabildo Abierto, la “Junta Patriótica”, llamada después “Junta Revolucion­aria” y se creó el batallón de milicias comandado por Manuel Hurtado De Mendoza, con voluntario­s locales. Al final se rmó el Acta de Independen­cia con la presidenci­a del vicario eclesiásti­co Domingo

Tomás de Burgos y Villamizar y secretaría de Francisco Soto Montes de Oca, y quedaron como dirigentes Rafael Valencia y José Gabriel Peña, quien sería fusilado por los monárquico­s en 1816.

Dieciséis días después el 20 de julio de 1810, algo similar ocurrió en Santafé de Bogotá; el motivo baladí de préstamo de un jarrón a un español clasista (González Llorente), permitió la asonada y terminar en lo que hoy se llama “Grito de Independen­cia”. Por estos hechos similares en su planeación y ejecución se escribió un libro llamado: Del bastón de doña Águeda al orero de Llorente -Julio de 1810-, cuya lectura es recomendab­le.

El plan de los patriotas, de “torear” en un día indicado (mercado) a un español acérrimo, surtió efecto. A partir de esto se conformaro­n Constituci­ones y gobiernos, época, en que lamentable­mente se perdió tiempo en discusione­s internas entre los tipos de gobierno a optar (centralism­o, federalism­o), tiempos que algunos denominaro­n “la Patria Boba”; hasta que llegó de España el “Paci cador” Pablo Morillo, quien con su “régimen del terror” – 1816-1819- arrasó con las gentes más instruidas de la Nueva Granada.

Por haberse iniciado la revolución de independen­cia, con la celebració­n de las estas de San Pedro, en esta Provincia de Pamplona, se comentaba “San Pedro nos ayudó. Él es patriota”.

En esta época -2018- en que en ocasiones caemos en discusione­s baladíes. En estas conmemorac­iones, encomendém­onos no solo a San José, también a San Pedro y a todos los Santos, a Jesucristo, para no repetir lo de una “patria o región boba” que termine en un régimen especial. “Quien no estudia la historia, está llamado a repetirla”.

(*) economista-historiado­r.

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