La emisora del recuerdo...
La Voz del Norte se luce convocando a su audiencia a disfrutar de programas fulgurantes, elaborados juiciosamente, con guiones que contienen la savia de la añoranza: entonces, se mete uno un pedazo de bolero al bolsillo, escucha un buen porro y descorre el velo en los albores y los crepúsculos musicales.
Una admirable labor, porque inspira los corazones de tantos oyentes sensibles que esperan las ondas radiales para ascender con su espíritu al in nito donde están los sueños. “Cofrecito Sonoro de los Recuerdos” es una maravillosa producción del profesor Alberto Mora Mora, con una esplendorosa línea romántica y destellos de esa luz que los viejos amamos, para encender la nostalgia y sacarla de los pliegues del alma, donde se recluye tímida para deleitarse con las mejores auroras sabatinas. Es un soporte de emociones añejas que evoca canciones que son ahora, casi, imaginarias, cuando el amanecer nos abre a la mañana con un rumor placentero de versiones clásicas de boleros, tangos, rancheras, carrangas, carrileras, en n, y hermosos poemas declamados como antes, cuando la oratoria era parte del eco universal de los sentimientos. Y por las tardes, a diario en la semana, desde las 3:00 pm., Edgar Pantaleón azuza los recuerdos de todos nosotros, las añoranzas de los viejos bailes con la Billos y los Melódicos, la música caribeña y toda la alegría vespertina cucuteña, que se cuela entre el sopor de la calurienta temperatura y la ardentía de las tradiciones que pujan por salir de los escondites recónditos, para otear de nuevo el horizonte y despuntar la cantera de las cosas añejas que se apertrechan en la gozosa emoción de ser parte de los viejos amores.