El corregimiento de Ricaurte
Enclavado en el pico más alto de la cordillera Oriental, en límites con la república de Venezuela, se encuentra localizado el corregimiento de Cúcuta, Ricaurte, pequeño caserío, de un poco más de un centenar de habitantes, de clima frío, al que se asciende por un duro carreteable de piedra original, de unos treinta kilómetros.
Es un pequeño poblado, olvidado de los poderes centrales, al parecer vía utilizada para el contrabando de Venezuela, y para frenarlo, hacen presencia en la mitad de su trayecto, en el sitio denominado el Arrayán, tres tanques Cascabel, con numerosos soldados.
En el límite con Venezuela, existe un pequeño muro de piedra y cemento, de 1923, que marca la frontera con la hermana república; en el trayecto hacia ésta, a unos dos kilómetros del límite, la guardia venezolana, dicen, excavó un hueco profundo para evitar el paso de los carros con contrabando.
El poblado, cuenta con unas pocas casas de familia en las cuales hay unas dos tiendas, donde se encuentran a la venta algunos artículos comestibles, pan y mercado; hay también talleres de mecánica automotriz, para numerosas camionetas Caribe de placas venezolanas.
La máxima autoridad está representada por dos unidades de la policía nacional, que viven en una unidad habitacional, al frente de una cancha amplia al parecer de fútbol, donde ellos mismos se alimentan con las comidas que cocinan y preparan. Uno de los agentes, natural de Sincelejo, tiene tres años de estar allá y el otro, natural de Cúcuta, apenas tres meses.
No hay puesto de salud, ni farmacias, ni funerarias, el cementerio también es pequeño y tiene pocos muertos; hay una iglesia, con una elegante fachada, cerrada, sus paredes muestran estado de abandono, y se están derrumbando y un cura va una vez al año, acostumbrados como están a desplazarse por carreteras pavimentadas, van una vez en la vida, por ese camino duro y pedregoso, y no vuelven, ni por remedio.
En la mitad del camino, hay un pequeño caserío, llamado el Arrayán, con unas pocas casas y dos tiendas de víveres, llevados de Cúcuta; en ese sitio están estacionados tres tanques militares Cascabel, con numerosos soldados, que ejercen la vigilancia del orden público, generalmente tranquilo, y frenan el contrabando, que, de otra manera, sería, muy abundante; en el trayecto, encontramos tres camiones varados, aparentemente llenos de mercancía ilegal.
Hace tiempos no los visita ni un alcalde y, mucho menos, un gobernador, que sería muy bueno, lo hicieran para que conocieran un girón de la patria que ignoran; algunos de sus habitantes, manifestaron su deseo de que los visite alguna de las autoridades, para conocerlas, pues nunca van por allá y si lo hacen, una vez, no vuelven
Grato, fue conocer este girón rural de la ciudad, olvidado de los poderes centrales, de importancia geográfica, por el límite con la hermana república de Venezuela, a pocos kilómetros de la frontera.