¡Han pasado 50 años...
Y las brisas mañaneras continúan deleitando la ciudad!
Para celebrar los 50 años consecutivos de servicio empresarial de Inmobiliaria Asesoría Fiduciaria S.A.S., hemos querido homenajear a nuestros padres, fuente permanente de inspiración con su ejemplo y constancia. Quisimos compartir, entre otros, algunos de los poemas de nuestro padre, el empresario, abogado, historiador y poeta José Luis Villamizar: (Hermanos Villamizar Maldonado).
Era 30 de agosto de 1968, cuando José Luis Villamizar Melo y su esposa Luzmila Maldonado de Villamizar lograron, entre brisas mañaneras cucuteñas, hacer realidad su sueño de crear y constituir jurídicamente la empresa Inmobiliaria Asesoría Fiduciaria Ltda., cuyas funciones iniciaron en la o cina 308 del edi cio que en esa época se conocía como el Banco Comercial Antioqueño, frente al parque Santander, en pleno corazón de Cúcuta.
En el año 2012 cambia su razón social por Inmobiliaria Asesoría Fidicuaria S.A.S. y presta ahora sus servicios en el Edi cio Agrobancario, o cinas 18,20 y 22.
Hoy, a mediados del 2018, ese sueño sigue siendo realidad. Los sucesores: Dianaluz, Liliana, Rocío, José Luis y Andrés continúan la sociedad y, desde hace aproximadamente 18 años, está bajo la gerencia de José Luis y la subgerencia de Dianaluz quienes, junto con sus colaboradores, realizan con responsabilidad y profesionalismo todas las actividades a nes al sector inmobiliario.
ABANICO DE BRISAS
Con música de Manuel Alvarado y letra de José Luis Villamizar Melo, el pasodoble invade las noches festivas, como presagio de una fabulosa esta en la cual bailan viejas y novísimas generaciones. Los versículos tienen la arquitectura típica de una canción, pero cada palabra es el comienzo de una historia o de un hecho de ayer, o de hoy, que el abuelo relata o anda por ahí, escondida en los libros que escribieron antepasados ilustres. Entre un bosque de almendros, Cúcuta obra de mujer ingeniería de cuadrícula que desdibuja el atardecer... Tiene su sol colores veraneros, su río parece hebra de plata y de silencio. Debajo del relámpago vigila Tasajero sus noches orladas de luna y luceros. Cúcuta mediterránea, vigía de la frontera abanico de brisas con ritmo de canción, es mi tierra querida donde el amor transita por las calles fulgente como su cielo ardiente como su sol.
TASAJERO
Para ser vista de cualquier sitio de la ciudad, fue puesta al norte la hermosa colina. Suele coronarla el relámpago tempestuoso del Catatumbo y la calina la decora en los rigores del verano. Tiene la entraña del carbón y los cimientos de petróleo, la piel de piedras y de verdes grises, cruzada de caminos que conocen bien los rebaños. Ubícase, siempre, allí la tarde. Y antes de la primera sombra, la pirámide de su cumbre se abrillanta con los rojos crepusculares del sol de los venados.
VALLE DE CÚCUTA 1
La luz que inunda el valle bajo los soles veraneros. La brisa piadosa que llega por las tardes. El viejo relámpago de Tasajero. La nostalgia del universo que se prolonga en un ferrocarril ignoto más allá de la línea fraternal. Las sombras diurnas adormecidas en las calles bajo la cúpula de los árboles. La hebra de plata y de silencio del río. La memoria de los reconstructores en la yacencia cercana del Olvido y de la Gloria.
VALLE DE CÚCUTA 2
(A ELENITA OLIVARES CON SASSU) Encontrarás los mismos árboles grises en el barrio de nuestra infancia y percibirás que la partitura del amor no se detuvo con su larga ausencia. Aquí no pasa el tiempo. El mismo sopor canicular, el río silencioso, la ciudad como un inmenso cuero al sol adonde concurre la avidez del país, el sombrío de las calles opreso entre casetas y cachivaches. De vez en cuando nos asomamos al azul perpetuo y por la tarde nos difundimos en el sol de los venados que pacen por las colinas tutelares. Sabemos que cada día es posible encontrarse la muerte en una esquina y celebramos jubilosos cada anochecer que nos sorprende en la intimidad de la mujer, los hijos y las cosas… Regálanos un caballo rojo y negro con una flecha de oro en la frente parecido a nuestra bandera que inicie el galope hacia la luz.
EL RÍO
El sol fuerte del mediodía lo identifica y lo transforma en una hebra de agua brillante. La brisa sale por la tarde. Un abanico de frescores barre el bochorno de las
avenidas y las calles. Entre la noche se percibe el rumoroso paso lento del río. Otras veces la arrasadora sorda avenida, amenazante. Mas sigue ahí, bajo los puentes, como desde antes: fiel, sumiso, plenas de historia sus orillas, nostálgico de viejos cauces…y bajo el sol de mediodía como hebra de luz caminante.