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‘Orlando Furioso’ de Ludovico Ariosto

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Orlando furioso es un poema épico caballeres­co de Ludovico Ariosto, publicado en 1532. Se compone de cuarenta y seis cantos escritos en octavas (casi 40.000 versos) con personajes del ciclo carolingio, del ciclo bretón e incluso de algunos inspirados en la literatura clásica griega y latina. Es una continuaci­ón del Orlando enamorado de Matteo Maria Boiardo. Allá donde dejó éste inacabada su obra, la derrota de Carlomagno en los Pirineos por los moros, arranca el Ariosto la suya.

La obra es un continuo entrelazar­se de historias de personajes encontránd­ose y distancián­dose; una tela de diversos hilos paralelos que sabe tejer el autor.

Un tema épico representa­do por la lucha entre moros y cristianos y los distintos combates entre los héroes del poema. Las damas, héroes, armas y decoros, amor y audaces obras ahora canto del tiempo aquel en que cruzaron moros de África el mar, y a Francia dieron llanto. El tema amoroso cuya

gura central es Angélica y el secundario más sobresalie­nte Orlando. Uno de estos sucesos amorosos es el que da nombre a la obra, «cuando halló [don Roldán] en una fuente las señales de que Angélica la Bella había cometido vileza con Medoro, de cuya pesadumbre se volvió loco, y arrancó los árboles, enturbió las aguas de las claras fuentes, mató pastores, destruyó ganados, abrasó chozas, derribó casas, arrastró yeguas, e hizo otras cien mil insolencia­s dignas de eterno nombre y escritura», según nos cuenta don Quijote antes de emprender su penitencia en Sierra Morena. Diré de Orlando en este mismo trino cosa no dicha nunca en prosa o rima, pues loco y en furor de amor devino hombre que antes gozó por sabio estima. El tema laudatario de exaltación de la Casa d’Este, señores de Ferrara.

La acción se desarrolla en la isla encantada de la hechicera Alcina, que, aunque vieja y fea aparece bellísima ante todos los cortesanos que pasan por su reino. Ella, intentando convertir su poder en eterno se ha apoderado de las cenizas del mago Merlín y las conserva con la ayuda de Arontes, el guardián invencible bajo la estatua del mago en el templo de Hécate Infernal. Los otros personajes, traídos por el destino, van errantes por la isla.

La trama del Furioso está salpicada de historias secundaria­s, fábulas, encomios a los duques de Ferrara, relaciones de hechos presentado­s como adivinacio­nes, etc. que interrumpe­n habitualme­nte las aventuras de los personajes principale­s y cuya inclusión en este apartado se ha evitado aquí deliberada­mente.

ACTO I

Orlando jura su voluntad de triunfar sobre la fortuna adversa y hallar la felicidad con Angélica. Ella, sin embargo, llora la pérdida de su amado Medoro, quien aparece repentinam­ente. Orlando entra al jardín y viéndolos juntos quiere matar a Medoro, pero Alcina le salva la vida convencien­do a Orlando que estos son hermanos. Angélica entonces, al tiempo que asegura a Medoro su verdadero amor, nge amar a Orlando que se arrepiente de su actitud arrebatada. Alcina queda sola y embruja a Ruggiero que llega en ese momento, al hacerlo beber agua de sus fuentes. El, hechizado, canta su amor por Alcina cuando llega Bradamante, su prometida, a la que no reconoce y está furiosa por encontrarl­o en brazos de Alcina, la que declara su amor por Ruggiero. Bradamante encuentra solo a Ruggiero y rompe el hechizo con su anillo mágico pero deja al caballero. Orlando le asegura que la calma sigue a cada tormenta.

ACTO II

Alcina juega y atormenta a Astolfo, diciéndole que necesita muchos amantes. Bradamante y Ruggiero, ahora libres del hechizo se con esan su mutuo amor. Angélica para liberarse de Orlando, le pide una poción mágica que guarda un cruel monstruo y este desciende a la caverna para buscarlo y queda prisionero de Alcina. Liberado Orlando descubre el engaño de Angélica y su futuro casamiento con Medoro y la cólera y desesperac­ión lo llevan a la locura.

ACTO III

Ruggiero, Astolfo y Bradamante, vestida como hombre y bajo el nombre de Aldarico planean vengarse de Alcina. Orlando, loco vagabundea y delira por la traición de Angélica y confunde la estatua de Merlín con ella. Esto provoca la furia del guardián Arontes, que muere en la lucha. Orlando se desvanece y Alcina trata de matarlo al ver colapsar su reino, pero Ruggiero la detiene. Orlando despierta justo a tiempo para ver la partida de Alcina nalmente derrotada. Con la caída de Alcina, Orlando recupera sus sentidos y logra aceptar la unión de Angélica y Medoro a quienes da su bendición.

Orlando acaba de regresar de sus aventuras por Oriente en custodia de la bella Angélica (de la que ha caído enamorado), y se presenta en el campamento cristiano de los Pirineos donde Carlomagno pretende hacer frente a la invasión sarracena de Agramante, rey de África, y Marsilio, rey de Zaragoza. Se halla allí Reinaldo, que disputa también el amor de Angélica, muy a pesar de ella que lo odia; a causa de haber bebido ambos de dos fuentes diversas: Reinaldo de la fuente del Amor y Angélica de la del Odio. La víspera de la batalla Carlomagno, para evitar litigio entre Orlando y Reinaldo, confía la princesa a Námo, duque de Baviera, y promete que será de aquel cuyo valor se distinga frente a los moros.

Pero los cristianos son completame­nte vencidos y Angélica aprovecha la confusión para huir a lomos de un palafrén. Durante su huida es descubiert­a y perseguida por Reinaldo, que ha perdido su caballo Bayardo y anda en su busca. A pesar de la desventaja de Reinaldo, que debe seguirla a pie, es alcanzada dos veces; pero primero Ferragús, sobrino de Marsilio, y luego Sacripante, rey de Circasia, (ambos también enamorados de Angélica) entorpecen la persecució­n de Reinaldo. Finalmente, Angélica topa con un ermitaño que sabe nigromanci­a y al que cuenta su caso. El ermitaño invoca un demonio que en hábito de paje hace creer a Reinaldo que Angélica ha regresado a París junto a Orlando. Reinaldo, que en este punto recupera a Bayardo, regresa furioso a París, donde Carlomagno ya está preparando el previsible asalto de los vencedores moros a su

capital. A poco de llegar Reinaldo y sin que tenga tiempo de indagar sobre el paradero de Angélica, el Emperador le encomienda que viaje a Inglaterra para recabar refuerzos. Reinaldo acepta y durante la travesía en barco lo sorprende una tormenta.

Mientras tanto, Bradamante, hermana de Reinaldo, va en busca de Rogelio que, aunque hijo del cristiano Rogelio de Reggio, ha sido criado por el mago Atlante, y sirve al rey Agramante. En el Enamorado Rogelio quedó, junto a Gradaso, rey de Sericana, hecho prisionero por un caballero que monta un hipogrifo. Durante su búsqueda topa con el pérfido Pinabel, de la casa de Maguncia, enemiga secular de la casa de Claramonte a la que pertenecen Reinaldo y Bradamante. No obstante, no se reconocen y Pinabel promete decirle dónde hallar el castillo del caballero del hipogrifo para que pueda rescatar, a la par que, a Rogelio, a su amada. De camino descubre Pinabel la identidad de su compañera y, de secreto, urde traicionar­la. Finalmente, encuentra la ocasión propiciand­o que se precipite Bradamante al fondo de una caverna. No muere la doncella de la caída y la cueva resulta ser la tumba de Merlín, donde se halla la maga Melisa. Allí Melisa le hace conocer cuál será su descendenc­ia con Rogelio, la casa da Este; y qué industria deberá seguir para poder rescatarlo del castillo inexpugnab­le. Para ello debe hacerse con el anillo de Angélica, que ahora lleva el enano y ladrón Brunelo. El anillo tiene un doble poder mágico: puesto en el dedo, deshace cualquier encanto; puesto en la boca, vuelve invisible al que lo lleva. Bradamante encuentra a Brunelo, lo engaña para que la conduzca al castillo y, a la vista de la fortaleza le arrebata el anillo y lo ata a un árbol. Con el anillo en el dedo logra ser invulnerab­le a la magia de Atlante, que es el caballero del hipogrifo, y lo vence. El castillo desaparece, porque era todo obra de los encantamie­ntos de Atlante, y los caballeros y damas que allí están, quedan libres. Entre ellos Rogelio, que se reencuentr­a brevemente con Bradamante, pero que al montar en el hipogrifo es conducido de nuevo involuntar­iamente lejos de la dama franca.

El hipogrifo finalmente lleva a Rogelio hasta la isla de la maga Alcina, donde Astolfo, duque de Inglaterra, convertido en un mirto, le cuenta cómo ha sido amado de Alcina y, cómo después, lo ha reducido la maga a tal estado. Rogelio se propone abandonar la isla, pero acaba finalmente en la fortaleza de la maga. Allí queda prendado de los encantos de la encantador­a y pierde memoria del mundo. Bradamante entre tanto, busca a Melisa, le da el anillo mágico y le pide que busque a Rogelio. Ésta cumple el cometido, le advierte a Rogelio de la falsedad de la maga y le aconseja usar el anillo. Rogelio hace tal, descubre el verdadero rostro de su seductora y se dispone a huir. Melisa por su parte devuelve a Astolfo su forma humana y junto a él marcha al reino de Logistila, donde después llegará también Rogelio.

Por su parte Reinaldo, después de atravesar Escocia, adonde lo había arrastrado la tormenta, llega a Inglaterra, recibe los deseados refuerzos del rey y con ellos toma el camino de París.

Angélica, que quedó en compañía de un ermitaño, es conducida por éste a una playa solitaria, donde el viejo tiene el propósito de abusar de ella. No lo consigue por su avanzada edad y allí es raptada por el pueblo bárbaro de Ebuda que pretende darla viva en ofrenda a la Orca. En París, Orlando, consumido por el amor a Angélica tiene un sueño premonitor­io que le advierte del peligro que corre su amada, y disfrazado abandona París en su búsqueda. Durante su camino tiene noticias del pueblo de Ebuda y sospechoso de que Angélica pueda estar allá, se embarca; pero una inoportuna tormenta lo arrastra aHolanda, donde socorre a la condesa Olimpia, que es hostigada por el rey Cimosco. Vence a este rey, repone a Olimpia y a su esposo Bireno en su primitiva dignidad, y se dispone a tomar rumbo a Ebuda. Sin embargo, Bireno se enamora de otra mujer y abandona a Olimpia a su suerte.

Vuelve la acción al reino de Logistila, donde Melisa instruye a Rogelio en la monta del hipogrifo. Éste lo cabalga y viaja con él atravesand­o Asia y Europa. Pasa Inglaterra y después Irlanda y cerca, en la isla de Ebuda, contempla como una desnuda Angélica espera ser devorada por el monstruo marino. Logra rescatarla y huye con ella a la Bretaña francesa. Allí descabalga­n ambos y Rogelio queda prendado de la belleza de Angélica, pero ésta metiéndose en la boca el anillo que le había confiado previament­e el caballero se vuelve invisible y huye de él y se determina a volver a su reino del Catay. A la vez que pierde a Angélica, pierde el hipogrifo al que había dejado atado a un árbol para poder hostigar a Angélica, Al poco Rogelio contempla cómo un gigante combate una mujer que le parece ser Bradamante y los sigue.

Olimpia, sola y abandonada. es capturada por las gentes de Ebuda que la ofrecen a la Orca a cambio de Angélica. Llega Orlando al fin a la isla, rescata a Olimpia y mata al monstruo. Llega también Uberto, rey deIrlanda, que se enamora de Olimpia, la toma por mujer y jura vengar la vileza de Bireno. Orlando, por su parte, decide continuar la búsqueda de Angélica, pero acaba engañado por Atlante que ha construido un palacio mágico en el que quien llega a él ve lo que más desea y pierde el tiempo persiguién­dolo en vano por sus habitacion­es. Allí están ya presos de su propio deseo también Fierabrás, Sacripante, Gradaso yBrandimar­te. Llega después Rogelio detrás del gigante y Bradamante, porque son éstas en realidad figuras contrahech­as que forman parte del encantamie­nto. Angélica, por casualidad, llega también al palacio, aunque el poder del anillo la libra de sus engaños. Ve a Sacripante y a Orlando y, como necesita un caballero que la proteja en la vuelta a su tierra, elige que este sea Sacripante. Se hace visible ante él, pero Orlando y Ferragús que están cerca también la ven. Al darse cuenta, huye la princesa y van tras ella los tres caballeros alejándose del palacio y de su encantamie­nto. Allí muda de consejo Angélica y decide que el poder del anillo le basta para viajar segura, así que se lo mete en la boca y desaparece de la vista de los tres. Entre tanto Ferragús logra hacerse con el famoso yelmo de Almonte, que calaba Orlando.

Después de la pérdida del yelmo, se provee Orlando de otro y desbarata dos ejércitos de sarracenos. Tras ello, ve luz en una cueva y entra en ella. Dentro está prisionera la princesa Isabel hija del rey de Galicia y enamorada del príncipe Zerbino, hijo del rey de Escocia. Cuenta Isabel su historia y cómo ha sido que ha llegado a ser presa de unos malhechore­s en aquella horrible guarida. Llegan en esto los captores, Orlando los mata a todos y parte con Isabel a la que ofrece su protección. Por el camino topan con un caballero que va cautivo y en este punto, sin desvelar la identidad del caballero, vuelve su atención Ariosto sobre Bradamante.

Este poema de poemas se inserta en una tradición que arranca de la Ilíada y de la Eneida (a Ariosto se le llamó el “Virgilio de Ferrara”), y es continuado­r del Orlando innamorato de Matteo Boiardo. En el Quijote, ya sea en el de Cervantes o en el apócrifo de Avellaneda, es a menudo o citado o imitado o fuente de inspiració­n para alguna de las aventuras: es obra elogiosame­nte citada en el escrutinio; don Quijote cree ser don Reinaldos de Montalbán poco después, más adelante confunde una bacía de barbero con el yelmo de Mambrino, esto es, el que cubría la cabeza de don Reinaldos; la furia de Orlando es recordada por don Quijote en su penitencia en Sierra Morena, etc.

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Ludovico Ariosto
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Carlomagno

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