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Laura Montoya, la primera santa colombiana

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Santa Madre María Laura de Jesús Montoya Upegui (Jericó, Departamen­to de Antioquia, Colombia, 26 de mayo de 1874 - Medellín, Colombia, 21 de octubre 1949), fue una educadora y misionera católica fundadora de la Congregaci­ón de las Misioneras de María Inmaculada y de Santa Catalina de Siena.

Debido a la precaria situación económica de su madre, Laura fue dejada en un hogar de huérfanos en Robledo (actualment­e comuna 7 de la ciudad de Medellín) el cual era dirigido por su tía María de Jesús Upegui, religiosa fundadora de la Comunidad de Siervas del Santísimo y de la Caridad. Sin haber recibido instrucció­n previa, su tía la inscribió a los 11 años de edad en el Colegio del Espíritu Santo, una institució­n educativa frecuentad­a por niñas de clase alta. Se sintió marginada y se retiró.

Al año siguiente se marchó a habitar en una nca de San Cristóbal al cuidado de su tía enferma. Mientras estaba allí se entregó a las lecturas espiritual­es que despertaro­n el deseo de hacerse religiosa carmelita. En 1887 regresó brevemente a Medellín, al lado de su madre y al poco tiempo su abuelo se enfermó, por lo que se retiró nuevamente a la nca de Amal a cuidar de él hasta su muerte.

La muerte de su abuelo empeoró la situación nanciera de la familia. Cuando Laura tenía 16 años, la familia decidió que ella debía hacerse maestra para ayudar económicam­ente a su madre y hermanos. De esta manera, se presentó a la Escuela Normal de Institutor­as de Medellín y obtuvo una beca del gobierno. Para su sustento al inicio de sus estudios, su tía María de Jesús Upegui le dio alojamient­o, ofreciéndo­le a cambio dirigir el manicomio. Al poco tiempo se presentó una vacante en el internado y pasó a habitar en la misma escuela, obteniendo excelentes resultados en sus estudios. En 1893 se graduó maestra en la Escuela Normal.

Se dedicó a formar jóvenes dentro de la fe cristiana y católica en Antioquia. Su primera experienci­a fue en Amal , en donde fue nombrada directora de la Sección Superior de la Escuela Municipal. Procuró impartir sus enseñanzas siguiendo una orientació­n religiosa que no era del agrado de todas las autoridade­s del municipio.

Finalmente, algunos opositores a la formación religiosa interpusie­ron una queja ante la gobernació­n del departamen­to, a la cual la gobernació­n dio respuesta en favor de Laura. La guerra civil de 1895 obligó al cierre de las escuelas, lo cual forzó a Laura a mantener únicamente las clases preescolar­es en su propia casa.

En agosto de 1895 fue nombrada maestra en la Escuela Superior Femenina de Fredonia. El 23 de febrero de 1897 fue trasladada a Santo Domingo. Allí decidió dar catecismo a los niños en el campo. Mientras desarrolla­ba su carrera pedagógica, cultivó la mística profunda y la oración contemplat­iva.

Debido a su experienci­a docente, su prima Leonor Echavarría le ofreció colaborar en la dirección del Colegio de la Inmaculada en Medellín. Al morir su prima Leonor el colegio quedó en manos de Laura. En noviembre de 1905 el escritor Alfonso Castro comenzó a publicar una novela llamada Hija espiritual en la revista “Lectura Amena”, cuya intriga desacredit­ó notablemen­te al Colegio de la Inmaculada y a su directora Laura, a tal punto que llevaron a su cierre de nitivo. Laura fue nombrada maestra de la escuela de La Ceja poco tiempo y en 1907 la población le solicitó fundar un colegio en Marinilla. Estando allí comprendió que su misión era evangeliza­r a las comunidade­s indígenas de la región.

A los 39 años decidió trasladars­e a Dabeiba en compañía de seis catequista­s para trabajar con los indígenas Emberá Katíos. Desde entonces dedicó el resto de su vida al apostolado y las misiones. El 14 de mayo de 1914 fundó la Congregaci­ón de Misioneras de María Inmaculada y Santa Catalina de Siena con un grupo de catequista­s que la acompañaba­n a las misiones. A partir de entonces se dedicó a establecer con las hermanas misioneras centros cercanos a las comunidade­s indígenas, cuya casa principal estaba en Dabeiba. Estableció las constituci­ones de la Congregaci­ón. En

1919 fundó en San José de Uré una misión para trabajar con las personas de raza negra de la región.

Escribió más de 30 libros en los cuales narró sus experienci­as místicas con un estilo comprensib­le y atractivo. Su autobiogra­fía se titula Historia de la misericord­ia

de Dios en un alma”. En 1939 el presidente Eduardo Santos la condecoró con la Cruz de Boyacá. Pasó sus últimos 9 años de vida en silla de ruedas. Falleció en Medellín el 21 de octubre de 1949, tras una larga y penosa agonía. La congregaci­ón contaba con 90 casas en el momento de su muerte y 467 religiosas en tres países.

BEATIFICAC­IÓN

La causa para la beati cación de la Madre Laura fue introducid­a el 4 de julio de 1963 por la Arquidióce­sis de Medellín. El 11 de julio de 1968 la congregaci­ón religiosa recibió la aprobación ponti cia. Fue declarada Sierva de Dios en 1973 por el papa Pablo VI y Venerable el 22 de enero de 1991 por Juan Pablo II, quien la beati có el 25 de abril de 2004 en una ceremonia realizada en la Plaza de San Pedro. El arzobispo de Medellín Alberto Giraldo Jaramillo erigió por medio del Decreto 73 de 2004 el santuario en donde reposan las reliquias de la Madre Laura. El Congreso aprobó la ley 959 del 27 de junio de 2005, homenaje a la beata Madre Laura y reconocimi­ento a su obra evangeliza­dora. Su

esta se celebra el 21 de octubre.

CANONIZACI­ÓN

Su canonizaci­ón se realizó el 12 de mayo de 2013. A esta ceremonia a la que asistieron aproximada­mente 80 mil personas y se realizó en la Plaza de San Pedro. Asistió una delegación­de colombiano­s, familia y médicos testigos de su milagro.

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Laura Montoya

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