La Opinión - Imágenes

Poemas para pensar en el tiempo

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Arte poética JORGE LUIS BORGES

Mirar el río hecho de tiempo y agua y recordar que el tiempo es otro río, saber que nos perdemos como el río y que los rostros pasan como el agua. Sentir que la vigilia es otro sueño que sueña no soñar y que la muerte que teme nuestra carne es esa muerte de cada noche, que se llama sueño. Ver en el día o en el año un símbolo de los días del hombre y de sus años, convertir el ultraje de los años en una música, un rumor y un símbolo, ver en la muerte el sueño, en el ocaso un triste oro, tal es la poesía que es inmortal y pobre. La poesía vuelve como la aurora y el ocaso. A veces en las tardes una cara nos mira desde el fondo de un espejo; el arte debe ser como ese espejo que nos revela nuestra propia cara. Cuentan que Ulises, harto de prodigios, lloró de amor al divisar su Itaca verde y humilde. El arte es esa Itaca de verde eternidad, no de prodigios. También es como el río interminab­le que pasa y queda y es cristal de un mismo Heráclito inconstant­e, que es el mismo y es otro, como el río interminab­le.

Soneto del tiempo JOSÉ ANGEL BUESA

Me verás sonreír, amiga mía, con aquel gesto frívolo de antaño, y hay un viejo dolor que me hace daño, un dolor que me duele todavía. Porque no en vano pasan día y día, y día a día llegan año y año, y el júbilo de ayer se queda huraño de soledad y de melancolía. No te engañes, amiga, con mi engaño: la copa en que bebiste está vacía, y el oro de sus bordes se hizo estaño; y esta frágil corteza de alegría cubre un viejo dolor que me hace daño, un dolor que me duele todavía...

Aquí en esta orilla blanca PEDRO SALINAS

Aquí en esta orilla blanca del lecho donde duermes estoy al borde mismo de tu sueño. Si diera un paso mas, caerla en sus ondas, rompiéndol­o como un cristal. Me sube el calor de tu sueño hasta el rostro. Tu hálito te mide la andadura del soñar: va despacio. Un soplo alterno, leve me entrega ese tesoro exactament­e: el ritmo de tu vivir soñando. Miro. Veo la estofa de que está hecho tu sueño. La tienes sobre el cuerpo como coraza ingrávida. Te cerca de respeto. A tu virgen te vuelves toda entera, desnuda, cuando te vas al sueño. En la orilla se paran las ansias y los besos: esperan, ya sin prisa, a que abriendo los ojos renuncies a tu ser invulnerab­le. Busco tu sueño. Con mi alma doblada sobre ti las miradas recorren, traslúcida, tu carne y apartan dulcemente las señas corporales, por ver si hallan detrás las formas de tu sueño. No lo encuentran. Y entonces pienso en tu sueño. Quiero descifrarl­o. Las cifras no sirven, no es secreto. Es sueño y no misterio. Y de pronto, en el alto silencio de la noche, un soñar mío empieza al borde de tu cuerpo; en él el tuyo siento. Tú dormida, yo en vela, hacíamos lo mismo. No había que buscar: tu sueño era mi sueño.

Fábula del tiempo LUIS MUÑOZ

Segurament­e, si lo piensas, estos años no van a repetirse. Vivirás su carencia irremediab­le, se llenará de sombras tu mirada, te habitará el vacío, y con el tiempo, se destruirá tu imagen del espejo. Y esperarás cansado, te aseguran, muchas tardes morir en tu ventana, buscando en tu memoria ese tiempo feliz, siempre perdido, esa estación dorada que tuviste y que debe ser ésta, más o menos.

Me parece amor mío... RABINDRANA­TH TAGORE

Me parece, amor mío, que antes de rayar el día de la vida tú estabas en pie bajo una cascada de felices sueños, llenando con su líquida turbulenci­a tu sangre. O, tal vez, tu senda iba por el jardín de los dioses, y la alegre multitud de los jazmines, los lirios y las adelfas caía en tus brazos a montones y, entrándose en tu corazón, se hacía algarada allí. Tu risa es una canción, cuyas palabras se ahogan en el gritar de las melodías; un rapto del olor de unas flores no vistas; es como la luz de la luna que rompiera a través de la ventana de tus labios, cuando la luna está

/ escondiénd­ose en tu corazón. No quiero más razones; olvido el motivo. Solo sé que tu risa es el tumulto de la vida en

/ rebelión.

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