El lenguaje en La Lógica
Si uno busca las raíces al lenguaje, llega a la conclusión de que es una especie de transferencia de emociones entre los seres humanos, modeladas desde una especie de bisagra que contiene los principios de la lógica, los argumentos del pensamiento, el propósito y las razones del corazón. La Lógica tiene un encargo majestuoso: separar el razonamiento correcto del errado, con una metodología y unos principios basados en la re exión, en la facultad innata que posee el intelecto de establecer las leyes fundamentales que permitan el desarrollo de un óptimo proceso mental, apto para generar orden en el ujo de ideas que buscan un sendero de lucidez para constituirse en proposiciones correctas y dar forma a las soluciones de los problemas.
El principal instrumento de precisión en La Lógica es el lenguaje, por dos cosas: una, su opción de comunicar; pero, otra, la de enseñar a asociar las palabras en un molde de información que no sólo describa,
sino descomponga, analice y articule nuevamente las expresiones, en una función directriz de las alternativas, para tratar lo verdadero y lo falso y conjugarlos en una conclusión exitosa.
Podríamos denominar a todo esto inferencia, que es algo así como construir series, unas basadas en otras, en un tamiz que va cerniendo aquellas ayudas mágicas del lenguaje, comenzando por la gramática y pasando por las propiedades de una estructura de oraciones que determina el buen uso del lenguaje.
¿Cuántas cosas puede signi car una palabra? Todas: de su estructura se pueden descomponer innumerables alternativas que pueda despertar pasión en los lectores, en los oyentes e, incluso, en quienes a manera de réplica usan un discurso. Son múltiples las funciones y, si se combinan adecuadamente, llegan a construir una expresión declaratoria de las funciones de una proposición, desde interrogar hasta probar, pasando por desentrañar secretos y voltear las circunstancias.
Por esa razón el lenguaje es inseparable de su contexto, y debe veri car, probar y validar todas las conexiones que se producen a partir de las oraciones, para que puedan convertirse en proposiciones con impactos diferentes, unos emotivos, otros circunstanciales, todas distintos, de acuerdo con los problemas que trate, los motivos y las intenciones que puede tener quien, o quienes, las pronuncian, y de cómo logren concordar o discrepar, para salir avante en los análisis y en los ajustes de los cambios que van a intentar la solución de los desacuerdos, la rati cación de los acuerdos, o la intención de neutralidad que debe tener para cuidar los razonamientos e ir descartando la nefasta tendencia de las falacias a imponerse -sobre la Lógica- y dar validez a los márgenes de error en los argumentos.
Y como La Lógica es la escudera de la verdad, es imprescindible proteger el lenguaje, cuidar la esencia de la comunicación, aquella que nos induce a crecer en dignidad, cuando hallamos las razones justas para actuar.