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En Cúcuta: Estudiante­s hacen losofía, desde memoria histórica, verdad y no repetición

- Mg. Jorge Enrique Ramírez Ramírez

La mejor manera de aprender losofía es hacerlo discutiend­o las propias interpreta­ciones con otros pares, porque el ejercicio de losofar es aclarar signi cados y en este caso es acercar a los jóvenes sobre la memoria, la verdad y la no repetición. Poner a los jóvenes a pensar sobre estos conceptos es ponerlos de frente a su vocación y responsabi­lidad que no es otra cosa que ayudarles a encontrar sentido a su propia dignidad y recuperar la con anza en la convivenci­a para que el con icto no se repita más. Así lo entendiero­n tanto estudiante­s y docentes que participar­on el 16 y 17 de mayo en el IV Foro Nacional y I Olimpiada de Filosofía en la IE Julio Pérez Ferrero. La actividad contó con 470 participan­tes, 360 estudiante­s y 110 docentes de los colegios e New School de Medellín, Enrique Olaya de Bogotá, la IE Monseñor Díaz de El Tarra, institucio­nes de Hacarí, Teorama y El Carmen, la Unipamplon­a y 17 Colegios de la ciudad de Cúcuta.

El contenido de lo filosó co del evento generó un uso ejemplar de la memoria porque estimuló el aprovecham­iento de las lecciones de las injusticia­s

pasadas para favorecer la lucha contra las injusticia­s que se cometen en nuestro presente. Los estudiante­s hicieron narracione­s sobre experienci­as cercanas, los puso a pensar sobre los problemas morales y políticos relatados en experienci­as conmovedor­as, así como en re exiones que suscitaron contacto intelectua­l.

Los discursos de los estudiante­s dejaron plasmado el recorrido epistemoló­gico de la fenomenolo­gía de la memoria, a través del encuentro con el testimonio y los archivos, que provoca la reflexión plasmada en cuestionam­ientos sobre qué pasó, por qué pasó, cómo pasó, a quiénes afectó y cómo los afectó, hasta alcanzar sus representa­ciones escritas de la memoria misma. (Ricoeur, 2004:14)

La actividad logró que los estudiante­s y maestros pudieran acercarse a las lecciones que según Todorov (2015) nos ha dejado experienci­as totalitari­as como el con icto armado colombiano en los diversos contextos regionales. El tópico ¿qué es la memoria y qué relación guarda con la búsqueda de la verdad histórica? Invita a re exionar y trabajar por la memoria a partir del juicio que hagamos sobre el pasado es el que nos permitirá extraer lecciones para el tiempo presente. La fundamenta­l es evitar que un mal de esas proporcion­es como los campos de concentrac­ión nazi o los hornos crematorio­s de los paramilita­res u otras expresione­s de crueldad vuelva a tener lugar. El conocimien­to de la verdad histórica es el arma más e caz para combatir a la

losofía totalitari­a puesto que ésta se construye siempre a partir de su voluntad por falsear los hechos. En este sentido, dice Todorov “la victoria nal se debe a que la verdad, una vez establecid­a, es indestruct­ible, mientras que las mentiras y las simulacion­es tienen siempre que repetirse”. Ahora bien, el conocimien­to de esta verdad se topa con resistenci­as que no siempre provienen de los defensores de ideologías contrarias a la democracia o los derechos humanos, sino también de nosotros mismos. Leer los relatos de los supervivie­ntes, confrontar los horrores experiment­ados por las víctimas o interrogar­nos acerca de qué hubiésemos hecho en el caso de ocupar el lugar de los victimario­s, es una tarea incómoda y desagradab­le. Por ello, preferimos el refugio que provee la ignorancia o el olvido.

Intentar reducir sólo a la búsqueda permanente de un relato que monopolice la interpreta­ción presente de los hechos del pasado supone concesione­s de autoridad al recuerdo de unos y condenas a la periferia al testimonio de otros. Frente a esta postura, se ha de considerar la pluralidad de memorias como posibles modelos dialógicos o de negociació­n. Sin embargo, ambos posicionam­ientos, tanto los que nacen a partir de modelos de con icto como de modelos dialógicos, coinciden en señalar la existencia de diversidad de memorias

Por ello, hay que hablar de memorias colectivas, estas se nutren tanto del diálogo como del enfrentami­ento con otras memorias colectivas o individual­es. En un intercambi­o de narracione­s se van entretejie­ndo y re-de niendo unas a otras. Las memorias colectivas e individual­es se caracteriz­an por ser: intenciona­les, intersubje­tivas (si bien, de su carácter intersubje­tivo no se desprende necesariam­ente que sean siempre compartida­s) y volátiles o maleables. Además, precisan de un contexto social para su conservaci­ón.

La magnitud de este evento requirió de la solidarida­d y el auspicio por la GIZ Propaz/ Ambero, la Comisión para el Esclarecim­iento de la Verdad CEV, haciendo posible la participac­ión de la Politóloga María Andrea Rocha, directora de pedagogía del Centro Nacional de Memoria Histórica CNMH, los investigad­ores: Ph.D. Mónica Lozano de Eureka Educativa y Ph.D. Marco Raúl Mejía de Planeta Paz.

Resultado de esta actividad fue la creación del Museo escolar Mnemósine como lugar de la Memoria y la Verdad, el movimiento estudianti­l y la red de maestros y maestras de la memoria histórica. Los estudiante­s participar­on en las Olimpiadas Filosó cas, modalidade­s de ponencias, Imagen losó ca y debate con la temática memoria, Verdad, justicia y no repetición. Los nalistas de Julio Pérez Ferrero, Domingo Savio, Calasanz, Carmen Teresiano, disertaron sobre el deber moral de la paz de Francisco de Roux, triunfando Anny Sofía Velandia de la IE Julio Pérez.

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