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Porfirio Barba Jacob:

Poeta, novelista y escritor de sátira política

- Antón de Roca Niz

Su nombre de pila bautismal era Miguel Ángel Osorio Benítez. Su alumbramie­nto acaeció en el norte de Antioquia, en Santa Rosa de Osos; el 29 de Julio de 1883. De origen campesino y ascendenci­a judía. Según sus biógrafos, hijo de un abogado habilitado de tribunal que ejerció en los pueblos del circuito del religioso municipio. Estando de brazos sus mayores lo dejan al cuidado de sus abuelos paternos, viviendo una etapa pueril, agradable y de campo. La adolescenc­ia trajo el despertar de su vocación homosexual, y de la vena poética, de escritor con pluma satírica, política. De su consola cerebral bullía sabiduría para poner en jaque a los corruptos.

Su nefasto manejo en las relaciones intersubje­tivas e interperso­nales lo obligaron a trasladars­e a la población de Angostura, donde nació y creció el hoy beato Marianito Euse. Cuyos restos reposan en la iglesia de esa localidad.

El vate parte en 1905 de las tierras paisas a Bogotá y ocupa el cargo de secretario de Educación y de Director de la Biblioteca Nacional. En 1906 viaja a Barranquil­la. En 1907 utiliza el seudónimo “Ricardo Arenales”, en su poema: Campaña orida.

Valga acotar que utilizó numerosos seudónimos o motes, así lo reseñan sus críticos: cada vez que se endeudaba. Algunos de ellos son: Main Ximénez, Juan sin tierra, Raimundo Gray, Juan Azteca y Por rio Barba Jacob, con el que se hizo célebre por su poema titulado Canción de la vida profunda, que es la realidad del ser humano en los diferentes campos psicoafect­ivos y de la realidad social. Es un canto de losofía de vida a la existencia humana. Consta de siete estrofas y cada una de cuatro versos, tiene cuartetos con rima consonante­s

en el segundo y cuarto verso. Anáforas, sinestesia­s, y/o prosopopey­as, y riqueza en adjetivos.

Sus críticos literarios coetáneos, expresan al unísono que el poema lo craneó en estado bipolar y al parecer con la cabeza llena de cannabis y alicoramie­nto.

Estuvo en Monterrey de 1908 a 1913, donde trabaja en revistas y diarios llegando a ser jefe de redacción y dueño de un pasquín. Como era trashumant­e partió para San Antonio de Texas donde

jó su domicilio. Falleció en 1942, un 14 de enero, a causa de tuberculos­is y de un cuadro severo hepatológi­co. Era un bebedor empedernid­o y fumador. Generó muchos escándalos y tuvo problemas policivos. No obstante, el país azteca lo considera como un hijo adoptivo e ícono. Y allí está instaurada la cátedra Por rio Barba Jacob.

Siempre cobró por sus escritos, porque de ello vivía. Y cuando le solicitaba­n un editorial o escrito decía: “Cuanto hay para eso, pues”. Físicament­e parecía un caballo, algunos lo llamaron el poeta maldito, comparándo­lo con el grupo de poetas malditos que hubo en Francia: por ser beodos, viciosos y degenerado­s. Pero con gran capacidad para ser versos.

Sus grandes admiradore­s en Colombia fueron José Asunción Silva y Amado Nervo. Reséñese que Pablo Neruda, Octavio Paz y Borges no lo quisieron y por ende no les gustaba su obra literaria.

Otras obras: Rosas Negras, antología poética, Terremoto de San Salvador; una crónica como supervivie­nte, ciento veinte canciones y elegías. Pero es conocido mundialmen­te por Canción de la vida profunda. Como era errante se dio un paseo por la población de Angostura, Antioquia en 1941, para despedirse de sus familiares porque sentía la hermana muerte como la llamó San Francisco de Asís. Y en un papel sencillo hizo el poema. Escribió mucho editorial y columnas y ensayos. La mayoría de sus obras se consigue en la ciudad de Medellín en la biblioteca pública Piloto y en la Universida­d de Antioquia. La gobernació­n de la capital de la montaña ha publicado algunas obras. Y en México se encuentra abundante obra, en universida­des y editoriale­s de prestigio.

El presidente Belisario Betancur, logró repatriar sus restos, que fueron acompañado­s por una comitiva de bardos y escritores de renombre continenta­l. Sus despojos reposan en el cementerio de la cosmopolit­a y pujante ciudad de Medellín. Allí pronunció una oración fúnebre el poeta de Amagá, de hondo calado literario pues era su amigo del alma. También habló Juan Roca Lemus Rubayata y el escultor Rodrigo Arenas Betancur que vivieron con Por rio en México. Belisario Betancur dijo que Canción de la vida profunda, era un autorretra­to de su vida.

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Porfirio Barba Jacob

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