El Mecenas Lorenzo de Médici
Lorenzo di Piero de’ Medici nació en Florencia el 1 de enero de 1449 y murió en la Villa medicea de Careggi, el 8 de abril de 1492; conocido como Lorenzo el Magnífico, fue un estadista y gobernante de facto de la República de Florencia, mecenas de las artes, diplomático, banquero, poeta y filósofo renacentista, perteneciente a la familia Médici y bisabuelo de la reina Catalina de Médici. Su vida coincidió con la cúspide del Renacimiento italiano y su muerte marca el final de la Edad de Oro de Florencia. Los restos reposan en la capilla de los Médici en la basílica de San Lorenzo de Florencia.
Fue considerado el más inteligente de los cinco hermanos. Participó en justas, cetrería, caza y cría de caballos para competir en Palio de Siena, con su “Morello”.
Se educó en Venecia y más tarde en Milán. Siendo aún joven, su padre, Pedro de Médici, lo envió a misiones diplomáticas y viajes para ver al Papa y otras figuras. Con veinte años, en 1469, la muerte de su padre le obligó a hacerse cargo del Estado florentino en pulso permanente con el Reino de Nápoles. Su carácter conciliador y diplomático le permitió alcanzar la paz con los napolitanos en 1480 tras declararle la guerra Fernando I de Nápoles. Los enfrentamientos entre los jefes de familia mantenían la ciudad en tensión y Lorenzo debió disputar su posición de forma permanente. Unos lo consideraron un déspota, otros un mantenedor del orden en un periodo convulso de la ciudad italiana.
El enfrentamiento entre Médici y Pazzi —otra influyente familia banquera— se mantuvo durante todo su principado; hubo de sufrir, al menos, dos atentados y el más famoso sucedió el 26 de abril de 1478, la conspiración de los Pazzi, un domingo en la catedral de Florencia durante la misa. En esta operación, los Pazzi acabaron con el hermano menor de Lorenzo, Juliano, mientras que entre los atacantes resultaron muertos Francesco de’ Pazzi y el arzobispo Salviati. El pontífice excomulgó a Lorenzo. Casado con una noble aristócrata romana, Clarisa Orsini, tuvieron tuvieron 10 hijos y uno de ellos llegaría a ser el papa León X.
Como mecenas destacó en su apoyo a artistas de la talla de Sandro Botticelli, Leonardo da Vinci, Giuliano da Maiano y Miguel Ángel y otros. Extendió el arte renacentista por el resto de las cortes, gracias a sus excelentes relaciones.
Fundó, entre otras instituciones, la Biblioteca Laurenciana. Enviados de Lorenzo recuperaron del Este de Europa gran cantidad de obras clásicas, montando talleres para copiar sus libros y difundir su contenido por Europa. Apoyó el desarrollo del Humanismo a través de sus amigos eruditos que estudiaron a los filósofos griegos y trataron de combinar las ideas de Platón con el cristianismo, como los filósofos Marsilio Ficino, Poliziano y Giovanni Pico della Mirandola.
Envió a los artistas destacados de Florencia a diversas cortes; por ejemplo, envió a Botticelli y los Pollaiolo a Roma, a Maiano a Nápoles, a Sansovino a Lisboa, a Verrocchio a Venecia, entre otros. Dotado de una gran sensibilidad demostrada por sus poemas, gustó de rodearse de artistas, filósofos y científicos: amaba el contacto con la inteligencia y el talento, como para presentir todas las virtualidades del genio.
A la generación viril de Cosme que se complacía en construir en todos los órdenes, siguió la de los estetas. Esto además tiene su explicación en el hecho de que había que hacer avanzar numerosos trabajos ya emprendidos, que las villas de los Médici eran ya numerosas en 1469 y estaban saturadas de cuadros y estatuas. Lo cierto es que entre todas las anticaglie (antigüedades) que conservaban en jardines y en el interior de los palacios, artistas como Miguel Ángel pudieron entrar en contacto directo con las obras de la antigüedad clásica -y restaurar algunas, como es el caso de Donatello-, sin olvidar por ejemplo que en el Camposanto monumental de Pisa hay una magnífica colección de sarcófagos romanos, probablemente la primera fuente de inspiración para los escultores florentinos del Quattrocento.
Algunos estudiosos lo proclaman como uno de los «padrinos del Renacimiento». Se destaca el llamado «jardín de escultura» que fundó, con el cual pretendía revivir el arte de la escultura, casi extinto en Florencia. En este jardín se impartió enseñanza gratuita en el proceso de esculpir a los aprendices, entre ellos al joven Miguel Ángel, y fue allí donde este realizó varias de sus primeras obras en mármol como La Virgen de las Escaleras y La batalla de los centauros.