La Opinión - Imágenes

Poemas de Luis Palés Matos

Puerto Rico, Guayama, 20 de marzo de 1898 -Santurce, 23 de febrero de 1959

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“¡Piedad, Señor, piedad para mi pobre pueblo, donde mi pobre gente se morirá de nada!”

PUERTO RICO

Cuando puedas leer lo que hoy te escribo, Ya yo estaré muy lejos

Por remotos caminos,

En el último viaje sin regreso...

Para entonces te digo:

Toma a tu hermosa madre de modelo; Ella es aire y es luz y es melodía,

Y es levedad, ternura y sentimient­o.

De su mano, ligera cual la nube, Alada como el céfiro,

Irás por claros mundos de armonía, Azules mundos de quimera y sueño.

Y toma de tu padre

Su gran bondad de corazón abierto, Su generoso espíritu de lucha

Que infunde un goce límpido al esfuerzo.

Flanqueada así, ya puedes Desafiar los abrojos del sendero, Pues tu padre y tu madre están contigo, Y la fe y el amor están con ellos.

PUEBLO

¡Piedad, Señor, piedad para mi pobre pueblo donde mi pobre gente se morirá de nada! Aquel viejo notario que se pasa los días en su mínima y lenta preocupaci­ón de rata; este alcalde adiposo de grande abdomen vacuo chapoteand­o en su vida tal como en una salsa; aquel comercio lento, igual, de hace diez siglos; estas cabras que triscan el resol de la plaza; algún mendigo, algún caballo que atraviesa tiñoso, gris y flaco, por estas calles anchas; la fría y atrofiante modorra del domingo jugando en los casinos con billar y barajas; todo, todo el rebaño tedioso de estas vidas en este pueblo viejo donde no ocurre nada, todo esto se muere, se cae, se desmorona, a fuerza de ser cómodo y de estar a sus anchas.

¡Piedad, Señor, piedad para mi pobre pueblo!

Sobre estas almas simples, desata algún canalla que contra el agua muerta de sus vidas arroje la piedra redentora de una insólita hazaña... Algún ladrón que asalte ese banco en la noche, algún Don Juan que viole esa doncella casta, algún tahur de oficio que se meta en el pueblo y revuelva estas gentes honorables y mansas.

¡Piedad, Señor, piedad para mi pobre pueblo donde mi pobre gente se morirá de nada!

PRELUDIO EN BORICUA

Tuntún de pasa y grifería y otros parejeros tuntunes. Bochinche de ñañiguería donde sus cálidos betunes funde la congada bravía.

Con cacareo de maraca y sordo gruñido de gongo, el telón isleño destaca una aristocrac­ia macaca a base de funche y mondongo. Al solemne papalúa haitiano opone la rumba habanera sus esguinces de hombro y cadera, mientras el negrito cubano doma la mulata cerrera.

De su bachata por las pistas vuela Cuba, suelto el velamen, recogiendo en el caderamen su áureo niágara de turistas.

(Mañana serán accionista­s de cualquier ingenio cañero y cargarán con el dinero...)

Y hacia un rincón —solar, bahía, malecón o siembre de cañas— bebe el negro su pena fría alelado en la melodía que le sale de las entrañas.

Jamaica, la gorda mandinga, reduce su lingo a gandinga. Santo Domingo se endominga y en cívico gesto imponente su numen heroico respinga con cien odas al Presidente. Con su batea de ajonjolí y sus blancos ojos de magia hacia el mercado viene Haití. Las antillas barlovente­ras pasan tremendas desazones, espantándo­se los ciclones con matamoscas de palmeras.

¿Y Puerto Rico? Mi isla ardiente, para ti todo ha terminado.

En el yermo de un continente, Puerto Rico, lúgubremen­te, bala como un cabro estofado.

Tuntún de pasa y grifería, este libro que va a tus manos con ingredient­es antillanos compuse un día...

... y en resumen, tiempo perdido, que me acaba en aburrimien­to. Algo entrevisto o presentido, poco realmente vivido y mucho de embuste y de cuento.

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